domingo, 6 de marzo de 2016

ARCO 2016. Y la imposible reinvención del Arte.

Otro año más Arco en Madrid, otro año más me he paseado por las obras de arte, algunas ni las he mirado, otras sí, y el resto las he mirado y han resultado objetos variados, es decir, no eran obras de arte ni nada. Pero, ¿quién puede saber la diferencia?




Empiezo con lo bueno, luego despellejaré a artistas y demás comparsa ridícula que compone este mundo. Alegra y estimula que Madrid organice una feria de arte de semejante nivel y repercusión. Aunque a veces no sea el arte lo que venda, sino el traje de LetiZia en la inauguración, pero en fin, es la cultura de pandereta y espectáculo y le da muchísimo caché a España. Aunque las naciones sean republicanas, siempre sus jóvenes sueñan con ser princesas. 


Por otra parte, este año me ha sorprendido agradablemente ver cuadros y esculturas con fuerza, con materia prima y con ideas audaces. Obras que - si tuviera dinero - hasta me plantearía comprar. Lo que me hace pensar, comparando con las porquerías que he visto en ediciones pasadas, que llegado un momento, las vanguardias de pacotilla del siglo XXI abandonan la canción protesta y se pliegan al mundo del dinero.

En lo de la canción protesta los catalanes fueron pioneros, y les gusta, qué duda cabe. El problema no está en el contenido de ese arte melifluo y absurdo con el que pretenden sorprendernos, ¡pobres!, la pega está en que su mensaje es tan tan predecible que tiene sólo eso, la pataleta de niño incomprendido. Atención pregunta, si visitas una de las galerías de arte y ves unas fotos de una funcionaria española con pinta de idiota y tontucia, en una oficina consular pésimamente decorada y con una Constitución Española que es un ladrillo pintado de colores... ¿De dónde puede ser oriunda esta galería? Tic tac tic tac... ¡Correcto! Barcelona. ¡Atención! La materia prima es un ladrillo y una fotografía. ¿Lo ponemos en nuestra casa? 

Otra de los temas recurrentes, además del de Cristo ridiculizado y esparcidor de porquería por el mundo, es el del sexo. Aquí abrimos la veda y cabe todo, es un pozo sin fondo de innovación. Eso sí - excepto en el cine porno, que da algo más de sí la inventiva- la repetición en el arte es cansina. Vagina, pene, boca, tetas. Casi siempre - por el morbo simplón - es la mujer la que se representa como una calentorra esperando ser regada con todo tipo de efluvios. 

¿Nos compramos esta maravilla? Noooo, por dios, no. Imaginad que una noche os levantáis al baño a oscuras y chocáis con una nariz-pene, y al ir a apoyaros en la pared, metéis la mano en una boca lasciva. A mi - particularmente - se me ponen los pelos de punta.

Otro de los asuntos que me preocupa es el tamaño MONUMENTAL que tienen determinados engendros, digamos una mujer de cera en un sarcófago, rodeada de flores y de animales variados. Esto ya sabemos que a casa no nos lo vamos a llevar, dudo que nadie se lo plantee. Así que esta y otras perlas, tienen que exhibirse en museos de todo el mundo. Y aquí topamos ¡de nuevo! con la canción protesta.


Porque - al menos en España - el arte está totalmente politizado, con lo que para vender el sarcófago o el hombre de ganchillo con unos testículos de madera, tienes que destacarte escribiendo algún manifiesto absurdo y camelarte al político de turno para que te coloque la obra sabe dios en qué museo de los muchos que se han construido durante el boom inmobiliario. Y entonces ¡pobres de nosotros! no sólo nos tragaremos el sarcófago, también la canción protesta del artista.

Me estoy deprimiendo por momentos, creo que tendré que ahorcarme. 



¡Ayyy! Si no puedo, la horca está al revés. ¡Vaya por dios! Dejadme, dejadme que adivine el mensaje. La muerte nos acecha, la inmundicia, pero no acabamos de dar el paso hacia el abismo de lo desconocido. Suena bien, me vale.


Aunque también puedo comprarme la cuerda sin más, y colocarla en un rincón de mi casa acumulando polvo. Confío eso sí, que venga el propio artista a instalarla. Si después de gastarme un pastón, encima no la coloco bien... Digo yo, no sé, pobre de mi, que me gustan los cuadros de El Bosco. 



Bueno, bueno... No nos deprimamos, que también hay cosas buenas. Escultura urbana totalmente funcional y con colores vivos. 


¡Santo cielo! ¡Si es uno de los extintores de Ifema! Perdón, perdón. Estoy tan metida en el Arte que ya todo me parece digno de ser considerado como tal. 

Yo soy más del Prado y de los pintores de princesitas que me hacen soñar. Creo que ni disfrazándome de intelectual, con un tocado de diseño y unas gafas con montura de colores vivos daría el pego. No me tomarían por una crítica solvente, más bien por una de pacotilla. Total confundo los extintores con los pene-nariz. Se me ponen los pelos de punta cuando contemplo al Cristo de Velázquez, pero me da risa el sarcófago colorido relleno de porquería que pretende ayudarme a entender la naturaleza. 

Como crítica de pacotilla creo que este arte no trascenderá. Porque reinventar el arte es - ahora mismo, viendo lo visto - imposible.

M.

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