domingo, 19 de mayo de 2019

Carmen Cervera y la hipocresía 'Made in Spain'

Me pierden los museos, me pasaría horas y horas entre cuadros y obras de arte. Especialmente las llevadas a cabo antes - más o menos - de la primera mitad del siglo XX. A partir de ese momento me cuesta verle el punto a la obra. No dudo de su valor, pero me parece algo contaminado por las ideas de cuatro listos. Muy simple la conclusión, lo sé, pero es que me anclé en la Edad Media y no hay forma de salir de la sima. Me fagocita constantemente. Es más, he ido varias veces en las últimas semanas al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, con la intención de despedirme de la exposición de Balthus (acaba el 26 de mayo), y acabo SIEMPRE en la tercera planta viendo cuadros góticos, un desastre. Veo que se llevan los cuadros de Balthus y no les digo adiós. Haré un par de intentos más, pero ya me dibujo a mi misma en las salas donde se despliega el talento de los pintores de los siglos XV y XVI, flamencos, neerlandeses, españoles, italianos... 

Justo ayer, cuando estaba en la tercera planta del museo, observando el canon de belleza del Renacimiento Italiano de la mano de una de las obras maestras que se exhiben en este museo, 'Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni' de Domenico Ghirlandaio,  por la que viajan a Madrid especialistas de todo el mundo, me dio por elucubrar sobre lo lejísimos que estamos los latinos del mundo nórdico europeo. En el ámbito latino incluyo a Italia, Francia, Portugal y España. La sutileza de la belleza es mucho más ambigua en el sur, el arte nórdico es más directo, y también menos amable. El reflejo de esto está en la hipocresía, en el sur es más - igualmente - sutil, hay que leer y observar entre la maraña de despropósitos para comprender toda la verdad de lo que sucede.


Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni
1489 - 1490
(Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid)


Prestemos atención al 'Retrato de un hombre joven orante' de Hans Memling, no hay nada idealizado, estoy segura que este individuo era así tal cual. 



Retrato de un hombre joven orante (anverso)
hacia 1485
(Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid)


Me atrevo a aventurar que Giovanna era más fea que picio, y que cualquier parecido con el retrato es pura coincidencia. Creo que ya se vislumbraba en el horizonte el horror que sienten los protestantes a la mentira, el peor de los pecados. A nosotros lo de mentir nos trae al fresco, ir a una reunión, cerrar un acuerdo con unos términos, y posteriormente hacer lo que nos venga en gana, es algo tan nuestro como el mar Mediterráneo. Disfrazar la personalidad de una dama del siglo XV con una delicadeza que - tal vez - no poseía es un pecadillo menor que carece de trascendencia. Se tergiversan un poco los acontecimientos, se disfraza la verdad con mentira y listo... ¡Tenemos lo que queríamos! Un poco más de rigor no nos hubiera venido mal, porque potencial intelectual tenemos. No creo que nuestras desventuras históricas tengan que ver con el poco apego al trabajo, mochuelo colgado por nuestros vecinos del norte, más bien con nuestra escasa capacidad para aportar algo de rigor a la vida cotidiana. 

Como todo es susceptible de cambiarse al hilo de lo que vayan echándonos, sin más guía que nuestro propio poco sentido común, somos - esto sin ninguna duda - mucho más felices. Nuestros compañeros de viaje continentales son lúgubres como ellos solos, sólo están contentos cuando beben como animales en Salou o en Benidorm, y se disfrazan de cosmopolitas de playa, luciendo un bronceado rojo chamuscado por zonas. Que no tenemos nada que ver, vaya. Esto ya se veía venir en el siglo XV, vislumbrar las decenas de guerras por las que hemos pasado era algo obvio, se mascaba la tragedia en el ambiente. En el Thyssen está la prueba.


Aprovechándose de que a los Europeos les gusta más el sol que a un tonto un lápiz, nuestra amiga Carmen Cervera le echó el guante, hace ya 34 años, a Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, prototipo de holandés aburrido seducido por la costa del sol y poseedor de una colección de arte de valor incalculable que - gracias a los buenos oficios de Carmen - fue comprada por el Estado Español en 1992.


A su vez Carmen Cervera, con el dinero de la familia Thyssen, claro, compró sus propios cuadros, una colección también soberbia que se puede ver en gran parte en el museo de Madrid. Os la recomiendo, las obras están escogidas por alguien que sabe muchísimo de arte y además cuenta con recursos económicos sustanciosos. El sueño de toda persona a la que le gusta rodearse de cultura y belleza. Su gran aportación cultural a Madrid son los cuadros de pintores de las vanguardias europeas del siglo XX, Kandinsky, Picasso, Munch, Juan Gris, Vlaminck, Léger, Hopper... Y pintores españoles de los siglos XIX y XX a los que han hecho sombra injustamente otros artistas europeos de muchísima menor valía, a saber, Anglada Camarasa, Joaquín Sunyer, Dario de Regollos, Ignacio de Zuloaga... Esto entre otros muchos cuadros, de otras épocas, países y estilos.


La colección de Carmen Cervera (Thyssen) está actualmente en depósito en el Museo Thyssen a la espera de que los burócratas españoles (políticos de medio pelo movidos por su incultura y necedad) decidan qué hacer. Y aquí nos topamos con el desastre... Si dios no lo remedia, los cuadros abandonarán Madrid con destino desconocido. Nos lo merecemos, por idiotas. Yo sé que no es un tema de interés general, ni salva vidas, ni supone un antes y un después en la vida del español medio, no deja de ser un chascarrillo mal contado en las revistas del corazón y manipulado con fines funestos en los diarios de mayor calado, que nos muestran a una Carmen Cervera con un pasado de mujer de la vida imposible de olvidar. El pasado de las mujeres se tapa o sale a la luz en función de lo que convenga y de la ideología de la fémina en cuestión. En el caso concreto que nos ocupa, a Carmen Cervera NO se le puede perdonar. Es más, su apego por el sexo la convierte en una idiota, una inculta, alguien de poco fundamento.

Nadie con las características con que la pintan hubiese juntado tan tremenda colección de obras. Es verdad que ha tenido ayuda y dinero, pero hay muchos otros que parten de situaciones más ventajosas y no les da por esto, ni por nada... Sólo por comprar coches de lujo, joyas y viajar en yates con mujeres u hombres jóvenes. Por eso, mofarse de Carmen Cervera me parece un insulto propio de mentes blandas. Esta mujer ha hecho por España más que todos los imbéciles que viajan con avión y coche oficial y que no saben ni quién es Velázquez.

Y aquí volvemos al alma latina, y a su sutileza hipócrita. Porque no todo es bueno aquí, obviamente. Hay un grupo de periodistas y burócratas que se levantan cada mañana a pintar a una mecenas del arte con sus peores galas, al contrario que a Guiovanna degli Albizzi, pero con la mista ambigüedad sin rigor que tan funestos resultados nos ha dado.

Para rematar el clavo, tenemos - justo al lado de un Museo que tiene su sede en Madrid gracias a ella - una plaza con el nombre de Margaret Thatcher, una mujer que odiaba a España y que hizo todo lo que estuvo en su mano para perjudicarnos. Y ahora, sí que sí, sólo nos queda atrincherarnos entre las obras de Carmen Cervera y llorar de impotencia.

Leed mucho y sacad vuestras propias conclusiones.
M. 

viernes, 10 de mayo de 2019

Reflexiones filosóficas sobre el budismo para sobrevivir en un mundo de locos...

Mayo es delicioso en Madrid, creo que – junto con octubre – es el mejor mes del año. No hace demasiado calor y la ciudad muestra su mejor cara. Asistimos cada año a una especie de despertar candencioso y estimulante, que se traduce en mil ofertas de actividades de todo tipo. Da igual lo que te guste, algo encontrarás. Seguro.

Víctima de este espíritu que denominaré “alegoría primaveral” asistí en La Casa Asia de Madrid a la presentación del libro “En palabras del Buddha. Una antología de Discursos del canon pali”. Soy amiga de uno de los traductores, un budista convencido y pasional al que considero muy inteligente. Todo lo que cuenta lo escucho con atención y respeto, con el firme propósito de aprender y meditar sobre este canon de pensamiento desconocido en España (por más libros que se publiquen) y terriblemente adulterado por el circo moderno y sus ansias de contemplar todo como si fuese un espectáculo que se brinda para dar respuestas insustanciales a las mentes más simples.





Siempre llevo un cuadernito de notas, mientras escucho me concentro mejor si escribo, me ayuda a fijar las ideas. No fue una excepción en esta ocasión, trascribo ahora lo que anoté con el único objetivo de poner en orden mis pensamientos. No es mi objetivo dar una lección de moral, ni poner en la balanza si es mejor ser budista, cristiano, judío, musulmán… Cada cual que haga lo que le parezca y se ajuste a su forma de vida.


Cuando Buddha, Jesús, Mahoma… mueren, sus ideas comienzan a ser adulteradas y manipuladas, siempre y sin excepción, para adoctrinar a los hombres, de acuerdo a leyes y dictados más terrenales que divinos, creando de la nada una serie de instituciones al servicio de poderes que poco tienen que ver con la espiritualidad, con alcanzar el nirvana o con el amor que cambiará a la humanidad. 


Al ser las religiones mayoritarias gestadas y predicadas desde oriente, su concepción primigenia es bastante gregaria y comunal. El concepto de individualidad es algo muy específico de la cultura occidental, sobre todo desde El Renacimiento.

Esta idea de individualidad, es decir, que cada hombre es diferente (no mejor) que otro que está justo al lado cogiendo el autobús, se ha perfeccionado - no siempre con buenos resultados - tras la Revolución Industrial. En el anverso está la religión (cualquiera) que tiende a homogeneizarnos a todos, con el agravante de que sus adeptos creen que las demás lo hacen, pero la que él practica es un paradigma de libertad y respeto. El que pertenece a una religión concreta es un tipo liberado, liberado por las mejores ideas del universo. Las suyas, naturalmente.


He escuchado a mi amigo y a otros practicantes del budismo decir que el cristianismo está lleno de supersticiones, y que todo su corpus doctrinal es fanático e intransigente. Honestamente, tan real o falso puede ser que un hombre llamado Jesús muriera crucificado en el siglo I en Jerusalén, que un príncipe hindú alcanzara la iluminación quinientos años antes en la India. Por otra parte, somos la evolución lineal de la filosofía griega, Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, y antes Pablo de Tarso, adaptaron la doctrina cristiana, con un germen judío y oriental, a los moldes del pensamiento griego. No hubo otra forma de pensar durante mil años. Cuando Europa conoció Oriente, ya no tenía remedio, estábamos contaminados. Era complicado entender sin
‘google traslator’ y sin los medios de los siglos XX y XXI, un canon completamente ajeno a nuestra historia. Es más, no ha habido persecución en Europa contra los practicantes del budismo, porque jamás supusieron una amenaza, sus ideas eran incomprensibles para nosotros. Si alguien en mitad de una transitada calle de París, Londres o Madrid, hubiese gritado en el siglo XV:

(...) Ananda, seis son las raíces de las disputas. ¿Qué seis? He aquí, Ananda, que un monje se enoja y se molesta. El monje que se enoja y se molesta, vive sin respetar y obedecer al Maestro, sin respetar ni obedecer al Dhamma, sin respetar ni obedecer al Sangha, [y así] no puede contemplar su formación. El monje, Ananda, que vive sin respetar ni obedecer al Maestro, al Dhamma y al Sangha, y que no completa su formación, genera disputas dentro del Sangha. (...)
En Palabras del Buda. Una Antología de Discursos del canon pali. Edición Española. Editorial Kairós. 1ra Edición. Marzo 2019. Pág.217.

Lo más que le podría pasarle es que lo tomasen por un pirado. Un iluminado. El cine ha hecho mucho daño en la imagen que tenemos de los sacrificados por la religión. Creedme. En Europa ha habido infinitas guerras de religión, pero SIEMPRE han estado motivadas por la obtención del poder. Cuando no había de donde rascar, y el disidente en cuestión no suponía peligro alguno, se le dejaba en paz y a otra cosa. Por favor, no creáis otra cosa.

Por eso, me resulta sorprendente, que los budistas se adhieran innecesariamente a esta corriente de pensamiento tan ridícula y simple, es decir, desacreditar otra religión, para fortalecer los cimientos de la suya. Copio textualmente (corto/pego) un párrafo de un mail relacionado con la convocatoria a este evento:

El Buddha alentó a sus seguidores a “venir y ver” (ehipassiko), es decir, los animó a probar e investigar por ellos mismos si sus enseñanzas funcionaban o no, en lugar de hacerles confiar ciegamente.
El Buddhismo es un conjunto de enseñanzas muy realistas, todo lo contrario a la creencia o la fe, y, de hecho, el Buddha habló sólo de causas observables sin ninguna suposición metafísica.

Ni Jesús ni Mahoma obligaron a ningún ser humano a confiar ciegamente en nada. Las palabras de Jesús que aparecen en el Evangelio (hablo de este libro porque lo conozco mejor que el Corán) son tan honestamente cotidianas y observables que - precisamente por ello - cambiaron radicalmente el mundo y fijaron el año cero el día de su nacimiento en Belén. Jesús, al igual que Mahoma, no era un filósofo alejado del mundo. Ambos fueron hombres que intentaron, con sus palabras, dar respuesta a los problemas reales, que - sorprendentemente - siempre son los mismos.

Por otra parte. ¿Qué es una suposición metafísica? Es complicado dotar de conceptos filosóficos a cualquier religión, más cuando los manuscritos o la propia tradición oral están a años luz de la gramática del idioma que pretende lograr la síntesis. Pero inventar términos sin pies ni cabeza, no me parece el camino.

Nos alejamos irremediablemente de unos valores que aparecen en todos los cánones sagrados sin excepción. Una de las causas está en la incapacidad de lograr puntos de encuentro entre diferentes religiones, olvidando los dogmas y centrando el diálogo en las enseñanzas más simples y enriquecedoras. Nada más. 

Durante quinientos años el mensaje de Buddha fue de boca en boca porque era realmente potente, nadie podía sustraerse de él, para no perder la esperanza ante lo miserable de la conducta de los hombres. Cuando Jesús nace, Judea es una provincia romana muy helenizada, donde la escritura está ampliamente desarrollada. Los primeros Evangelios se escribieron unos sesenta años después de la muerte de Jesús, en griego, esto - para los detractores del cristianismo - es una prueba de que el mensaje ya no valía, estaba adulterado por el tiempo. Sesenta años no son nada, ahora en 2019 leemos libros con investigaciones de hechos acontecidos hace 500 años, y los damos por buenos. Pero lo que quiero decir, es que sea mucho o poco tiempo, en realidad carece de importancia. Porque lo que subyace es lo maravilloso del mensaje de cada uno de los profetas, mesías, príncipes... que un día - tal vez sin ellos pretenderlo - dieron un rumbo diferente a los tiempos, y a la historia. 

(...) Me vieron venir desde lejos y, al verme, acordaron lo siguiente: "Amigos, viene el asceta Gotama, el que se da a la buena vida, el que abandonó el esfuerzo y volvió a la vida regalada. No le saludaremos, no nos levantaremos y no tomaremos ni su cuenco ni su manto, pero prepararemos un asiento y, si quiere, que se siente". Sin embargo, monjes, a medida que me acercaba, el grupo de cinco monjes, fue incapaz de mantener su palabra. (...) Sin embargo, me llamaban y se referían a mi como 'amigo' (...)

En Palabras del Buda. Una Antología de Discursos del canon pali. Edición Española. Editorial Kairós. 1ra Edición. Marzo 2019. Pág.136.

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Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles. Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio del grupo le dijeron a Jesús:
—Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?
Con esta pregunta le estaban tendiendo una trampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo. Y, como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo:
—Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Evangelio de Juan 8: 1-7


¿Por qué somos incapaces de comprendernos? Estamos más cerca de lo que creemos.

Dos cosas, una leed el libro si podéis, os ayudará a entender un mundo del que nunca nadie nos cuenta nada, y al que debemos más de lo que somos conscientes. Yo he leído pasajes y me encanta. Dos, pensad por vosotros mismos.
M.



miércoles, 1 de mayo de 2019

Reflexionando desde Neverland.

Nochevieja, hace 36 años, siendo una niña y con el permiso de mis padres, retrasé la hora de acostarme para devorar el programa soporífero de Televisión Española que daba la bienvenida al año nuevo, y entonces apareció ÉL, y mi vida cambió. Me quedé sentada y sin palabras, sobrecogida por lo que veía. Suena pretencioso y peliculero, pero fue así, tal cual. Ahí estaba, un genio que iba a influir - sin él pretenderlo - en mi infancia, toda mi adolescencia y parte de mi edad madura. Bailando entre muertos vivientes y entre tumbas, era Michael Jackson, moviéndose al ritmo de Thriller.




Y desde entonces, hasta su muerte en junio de 2009, se convirtió en una compañía agradable y segura. Un secreto propio cuya forma de vivirlo formó parte de mi yo más personal. Cada momento - bueno o malo - de mi existencia ha estado acompañado por una de sus canciones. Me he refugiado en sus melodías y las he reinterpretado y soñado a mi manera cientos de veces. Contemplé con lástima la degradación absoluta de su persona, la interpreté con benevolencia a veces y con extrañeza, otras. Pero nunca dejé de pensar que Jackson era un ser especial, modelado al ritmo de un mundo frenético e implacable, para el que él no estaba hecho.

Y de repente en 2019, se estrena un documental en dos partes sobre él y la 'verdad' de los abusos sexuales de los que fue acusado y juzgado a principios de los años noventa. Leaving Neverland. Y de nuevo, como hace 36 años, me he quedado quieta y sobrecogida.

Había leído que, en su estreno en el Festival de Cine de Sundance, la sala se quedó en silencio tras acabar la proyección, pensé que era una exageración comercial, o el gusto morboso que tienen los norteamericanos por todo este tipo de testimonios, pero no es para menos. Leaving Neverland es el reflejo fiel y descarnado de lo enfermo que está este mundo y como cada modelo cultural alcanza la sordidez a su manera. 

Creo que lo que cuentan los dos niños (adultos ya), Wade Robson y James Safechuck de su vida con Michael, es verdad. Y sólo por eso, una parte de mi juventud se ha visto trastocada de una forma extraña. He contemplado una cara diferente de él, no era la que yo tenía grabada en mis recuerdos de juventud. He visto a un tipo débil y enloquecido, pero aupado y protegido en sus vicios por toda una camarilla de personas que vivían a su costa. Esta es la primera de mis reflexiones.

Tal vez yo ahora sea otra persona, con la madurez suficiente para darme cuenta que en ese viaje vital en el que él me acompañó, hubo matices que no quise ver. Como tampoco vemos hasta qué punto, cada cultura ha desarrollado, en los siglos XX y XXI, su propio paradigma de sordidez.

La gestación de las relaciones de los niños con Jackson muestran al mundo anglosajón (en el que nos miramos, y nos venden cada día como el espejo en el que mirarnos) absolutamente ridículo. Unos padres que viven en suburbios prefabricados de Estados Unidos y Australia, que - cuando Michael les agasaja - no dudan en convertirse una especie de mofa ridícula disfrazada con gorritas que come palomitas en el parque de atracciones de Neverland. Unos padres que sueñan con ver a sus hijos convertidos en estrellas a la sombra de otra, cerrando los ojos ante lo evidente. Algo que sólo puede pasar en Estados Unidos. Aquí, en España, tenemos otro tipo de personajes patéticos, hay niveles máximos de audiencia en la televisión cuando Isabel Pantoja se lanza desde un helicóptero a una isla en Honduras, pero me atrevo a afirmar que historias como las que se cuentan en este documental, sería raro (no imposible) que ocurrieran en España, ni en Europa. Porque repito, cada sociedad genera un tipo diferente de patetismo cuyas víctimas somos todos, cada uno a su manera.

Esta es la segunda reflexión que me ha vendido a la cabeza.

La tercera comienza con el juicio y la molicie del aparato mediático que se pone en marcha a costa de la depravación de Michael Jackson, donde lo terrible de la historia - los abusos - pasa a un segundo plano y sólo sale a la superficie un cúmulo de mentiras y manipulaciones gestadas por abogados, periodistas e individuos que - de una u otra forma - viven del artista. Sin pretenderlo el director, creo, los testimonios y la verdad pasan a ser irrelevantes. La telaraña de mentiras es tan tupida, que las propias víctimas - ya no tan niños en ese momento -, no saben qué camino tomar, quizás porque sus padres ya han decidido por ellos, han decidido tapar sus remordimientos con veinticinco millones de dólares. Y la posibilidad, treinta años después, de poder mostrar a Jackson - ya muerto y sin posibilidad de defenderse -  como un tipo más enfermo y abominable de lo que ya era. 

Y ahora... ¿qué? ¿dejaremos de escuchar Thriller en la radio? ¿tengo que enterrar mis recuerdos? ¿tengo que pensar que yo misma era un personaje ridículo cuando esperé doce horas para ver cantar a Jackson en el Vicente Calderón? No lo sé. 

Mientras decido qué hacer, dejaré que Michael me acompañe un poco más. Porque, al igual que han hecho ya otros, una vez muerto, no podrá defenderse de lo que yo crea de él.

Leed mucho y sacad vuestras propias conclusiones.
M.