jueves, 12 de agosto de 2021

Messi deja el Barça... ¡Qué desoladora noticia!

Messi se va del Fútbol Club Barcelona, ha anunciado su partida y la noticia es desoladora. Desde el día que lo leí no he sido la misma persona.

El hecho en sí es perturbador, tanto que da miedo y vértigo. Es como esperar ver la luz al final del túnel y – por el contrario – encontrarte una salamandra asesina o un monstruo con siete cabezas que hecha fuego por unas fauces llenas de dientes carbonizados.

Todos los medios se han hecho eco de tan impactante decisión, no es para menos, el que la ha tomado es un retrasado mental que no sabe ni hablar. No es un tema nacional, todo el globo ha estado pendiente de semejante sandez. Debates a nivel mundial, comentarios despectivos hacia España por dejar marchar a semejante idiota que sólo sabe dar patadas a un balón…, creo que algo va mal en el mundo, algo va muy mal. Y no creo que vaya a mejorar.

Mi opinión sobre el fútbol es de sobra conocida, me parece un asco, por resumir. Tan demoledores comentarios he hecho en varios medios, que hasta me dedicaron un programa de radio atacándome. La conclusión a la que se llegó es que soy una insatisfecha sexual. Es decir, toda persona a la que no le gusta el fútbol es – por definición – un pelele que no disfruta de goces carnales. Nunca se me habría ocurrido.

Tras un año y medio de despropósitos económicos provocados por la Covid-19 (“el Covid” es un término obsoleto), un huracán sin control que ha arrastrado a la miseria a millones de personas, hecho que no reflejan los medios, que, sin sonrojo, nos han desinformado con las excusas más chuscas, nos premian con una noticia tan refrescante como esta, no se puede pedir más, un respiro para los redactores que no tienen que sortear la verdad para contar mentiras. 

Esto es – reconozcámoslo – un hecho rotundo y sin matices, Messi se va del FC. Barcelona. Ahora me estoy dando cuenta que hay pocas noticias tan poco manipulables como esta. Alguna cosilla se ha ocultado, por ejemplo cómo ha tributado Messi durante todos estos años en España, o por qué se va a dotar a la Liga de Futbol con 2700 millones de euros de todos los españoles (incluidos los insatisfechos sexuales), para que parte de ese dinero nunca se vuelva a ver, bajo capas de trucos fiscales que permiten a los futbolistas engañarnos sin sonrojo a todos los que no tenemos escapatoria, y trabajamos más de la mitad del año para alimentar al monstruo devorador que es el Estado.

¿Cómo es posible que una noticia como esta no haya sido arrastrada por el fango? ¿Cómo la prensa internacional da también pábulo a algo así, tan vulgar, tan soez, tan hueco? Todo sea por el fútbol, que ha encontrado la fórmula mágica para engendrar violencia sin censura. Bueno, mentira, visten a los jugadores con unas camisetitas, que sólo llevan al principio de los partidos, diciendo que hay que ser buenos, porque Dios todo lo ve, menos cuando mira hacia otro lado, que – en el caso del fútbol – es casi siempre. 

Cuando pensamos en los romanos gritando en el circo, o en los torneos de la Edad Media (pésimamente ilustrados en el cine), se nos dibuja una sonrisa de superioridad en el rostro, nosotros somos hijos de la Razón, del Progreso, nuestros antepasados eran unos energúmenos de manual. ¿Somos tan distintos? Mirad cualquier vídeo de ultras de un equipo de fútbol (el que sea), no creo que la diferencia con nuestros antepasados caballeros con armadura sea tan grande. Es más, me atrevo a afirmar que nosotros somos peor, porque tenemos todo el conocimiento al alcance la una tecla de ordenador y nos empeñamos en ignorarlo.

Los libros, el conocimiento en última instancia, han sido la tabla de salvación de muchas personas a lo largo de los siglos. Han huido de lo que les rodeaba de forma sigilosa, sin hacer ruido, refugiándose en una cueva sin monstruos de siete cabezas, y con luz al final del túnel. Pero la lucha no es fácil, llegar a ignorar el entorno es una cruzada peligrosa. Ese es uno de los puntos que desarrolla de forma magistral Irene Vallejo en su ensayo "El Infinito en un Junco", de amena e ilustrativa lectura. 



Este ensayo repasa 3000 años de historia de los libros, comenzando con su 'no existencia', con debate incluido sobre si era bueno plasmar las ideas en un soporte duradero, por ser malísimo para la memoria (algo de verdad había en ello), nos recuerda el impagable legado de los griegos, su visión del mundo (que aun perdura), las sucesivas destrucciones de la Biblioteca de Alejandría desde su creación por Ptolomeo I en el siglo IV aC., y, en definitiva, cómo la humanidad se ha dotado de medios para reflexionar y cómo estos se han convertido en una amenaza, un arma peligrosa que - sin pretenderlo - origina el caos y la muerte. 

Hay muchísimas reflexiones que me parecen soberbias, otras divertidas, con otras líneas casi lloro, hay temas que son ejemplos recurrentes de la barbarie humana, pero no por ello dejan de conmoverme. 

Nada más comenzar el libro hay una idea poderosísima, podemos leer un manuscrito de hace 3000 años, pero no un disquete de hace diez, porque ya no fabrican ordenadores que lo lean. En la Edad Media, los monjes dedicaban años de su vida copiando libros, confiados en que traspasarían la barrera del tiempo, sirviendo de luz para todos aquellos que tuvieran el privilegio de tenerlos en sus manos. Ahora nuestros escritos son efímeros, una chispa imperceptible en medio del universo. Y nos da igual, estamos convencidos de que volcando en Twitter nuestros comentarios ingeniosos sobre cualquier tema de nulo interés, somos audaces y poderosos, cuando lo que hacemos es gorjear (significado de la palabra 'Twitter') sin escucharnos los unos a los otros. 


Cuando la autora aborda el tema de 'la risa', no puede por menos que servirse de 'En el nombre de la Rosa' de Umberto Eco. Reflexiona y escribe: 

(...) Sin embargo existe un humor rebelde que desafía las relaciones de dominación, que resquebraja el aura de un mundo autoritario, que denuncia al emperador, desnudándolo (...), la risa tiene una enorme capacidad de deslegitimar el poder, y por eso inquieta y es castigada. (...) Incluso en las democracias contemporáneas estallan polémicas acaloradas sobre los límites del humor y la ofensa (...)
Irene Vallejo. "El Infinito en un Junco"
Ebook- 1ra edición - Cap. 72.

Y aquí voy a abrir mi corazón y confesar yo me rio de todo. La gran mayoría de las decisiones que se toman me parecen ridículas, y claro, trabajando en una empresa de las más grandes de España, donde el secretario del subsecretario y sus los mandos intermedios sólo toman decisiones para barajar las cartas sin que en el fondo haya ninguna jugada clara sobre la mesa, no puede irme bien. Se me ve en la cara que discrepo, por más que hago ejercicios en el espejo para disimular, por más que finjo entusiasmo, soy - irremediablemente - una outsider. He experimentado momentos de absoluto desasosiego, ahora desde la barrera que me brinda la experiencia, me divierto infinito haciendo prototipos humanos de incompetencia congénita. Para Irene Vallejo es muy sencillo, y además lo cuenta muy bien, las personas que aman y defienden los libros son - por definición - dignas de ocupar un lugar en la historia, los que los destruyen son - simplemente - dañinos y olvidables.

Quiero hablar de otro libro sirviéndome de la idea de la risa, de la bendición de poder reírnos de nosotros mismos, de observar nuestro bagaje vital ayudándonos de la literatura. Estoy rematando 'Entre Visillos' de Carmen Martín Gaite. Una de las 100 mejores novelas del siglo XX escritas en español. La trama se urde con diálogos entre distintos personajes, cuyos días trascurren en una ciudad de provincias durante los años cincuenta del siglo XX. Asfixiante realidad de la que muchos de ellos quieren huir. No falta de nada, insatisfacción, machismo, maltrato a la mujer, la imperturbable pauta que marca la religión, eternos opositores, los amores no correspondidos, mujeres que se desmarcan con tibieza y caen en sus propias contradicciones, militares con los que sueñan todas las jovencitas tras la guerra, miseria contenida, el uso de un español educado y rebuscado en las conversaciones provincianas, homosexualidad, juventud rebelde... 



El argumento nos envuelve como una melodía, porque la escritora no alberga ningún resentimiento, sabiendo que esa ha sido la su propia realidad vital. Los poderes públicos deberían fomentar este tipo de lecturas que nos permiten 'reírnos' de lo que somos y de dónde venimos. Ahora todo es una amenaza, siempre hay malos que no nos comprenden y que nos 'atacan', cuando el mayor peligro no son los 'otros', somos nosotros cuando perdemos el contacto con nuestros cimientos. La novela es esto precisamente, una canción que nos mece y nos sumerge delicadamente en la melodía de un pasado no tan lejano.

Nunca se menciona el nombre de la ciudad. Sin salida al mar para acentuar en todo momento la cerrazón social. Dar paseos de verano por el río completa el matiz de provincianismo que en todo momento persigue reflejar. 

Hay un capítulo que describe un guateque en el que todos son felices, disfrutan de su entorno con toda naturalidad, hay momentos que no son valorables bajo ningún prisma, son y punto. 

Durante toda su lectura he tenido una sonrisa en los labios, de ahí la mención anterior a la risa. Porque yo - en mi niñez - he vivido los últimos retazos de todo este mundo de provincias que ha sido barrido por el viento. Mis recuerdos siempre son en invierno, con estufas y 'entre visillos'...

Me fui a buen paso hacia la pensión por las calles vacías, y mirando las ventanas de los edificios me imaginaba la vida estancada y caliente que se cocía en los interiores.
Carmen Martín Gaite. "Entre visillos"
Ebook - Capítulo QUINCE.

Recuerdo la inocencia y el vértigo al imaginar los desafíos por venir, lejos de esa vida estancada, y no encuentro trauma alguno en mi cabeza, sólo una enorme sensación de haber traspasado muchas barreras a fuerza de no olvidar las líneas del pergamino en el que se ha escrito nuestro pasado.

En cambio, afrontar el presente me provoca tristeza y miedo, algo que nunca sentí al refugiarme en mi habitación de una diminuta ciudad castellana. Al leer la noticia sobre el futuro de Messi noto cómo se enciende un interruptor que aleja la risa, y siento escalofríos.

Se sentaron en el sofá amarillo, corriendo un poco las cosas que había encima. Allí, juntas, oyeron la música de una emisora francesa - tan lejos, sabe Dios de dónde venía. Natalia se tapó la cara contra el hombro de Gertru y se echó a llorar desconsoladamente.
Carmen Martín Gaite. "Entre visillos"
Ebook - Capítulo DIECISIETE.


Leed mucho,
M.
(Una outsider)