miércoles, 20 de septiembre de 2023

El paraíso nórdico...

Mediados de octubre, momento perfecto para una escapada (término muy de moda) al norte de Europa. El paraíso nórdico, donde todo es ecológico, civilizado, armonioso, feliz... No hay fisura alguna en esta sociedad en la que sus habitantes gozan de una alta renta per cápita y sus reyes - en consecuencia - organizan fiestas ostentosas, como si estuviésemos en la Edad Media. Los protagonistas tienen cara de borrachos y beodos, pero como son los abanderados de la civilización occidental, se les perdona.

¡Da gusto ser sueco, danés o noruego! Lástima que su idioma sea una especie de aullido gutural y que carezca de proyección alguna. Todos hablan inglés, menos mal.

El destino soñado para esta escapada otoñal ha sido Copenhague, capital del diminuto estado de Dinamarca, ciudad de cuento de hadas, con casitas bajas y de colores, cero delincuencia (o eso dicen) y llena de iglesias luteranas sin adornos, para presumir de austeridad. Adjetivos estos que no guardan relación con su monarquía, ni con su historia de vikingos saqueadores y asesinos. Pero como vivimos en un mundo de filtros donde nada es lo que parece, sumamos esto al resto de mentiras que creemos sin rechistar. 

No hay que dejarse engañar por este escenario de felicidad perpetua, todos escondemos polvo y miserias bajo la alfombra. Nuestro pecado (sur de Europa) es airear nuestros trapos sucios sin complejos, en el norte todo se disfraza de un artificio deslumbrante, acompañado de un montaje de marketing ilusorio, con un repertorio de slogans y atrezos de quinientos años de antigüedad. No podemos competir con ellos de forma alguna en lo que a mentir se refiere, de ahí nuestro complejo de inferioridad. 

Me propongo ahora desmontar todas sus mentiras desde este humilde púlpito. Allá vamos.

Aunque parezca increíble, hace mil quinientos años, cuando cayó el Imperio Romano de Occidente (476), el norte de Europa era un lugar inhóspito, habitado por salvajes que malvivían en zonas frías y pantanosas. Eran salvajes en estado puro, sin leyes, sin ciudades medianamente salubres y que subsistían a base del pillaje y la violencia sin control. Miles de años antes, en Sumeria, en Persia o Grecia ya se habían construido edificios notables, ciudades majestuosas y sistemas de gobierno que permitían una cierta estabilidad social. Nada de eso se vislumbraba en los mares del norte de Europa. De hecho ninguna civilización expansiva y colonizadora, como la propia Roma, se planteó nunca adentrarse en aquellas tierras en las que no había nada realmente aprovechable.

Daneses a punto de invadir Inglaterra
Miscelánea sobre la vida de San Edmundosiglo XII.
Fuente: Wikipedia (Vikingos)

Primera idea que debe quedarnos en la cabeza, ninguna civilización nórdica ha igualado al Imperio Romano. Debemos incluir en la lista de los que palidecen ante las gestas romanas al Reino Unido. La caída de Roma (476 dC), la de Constantinopla (1453) y finalmente la del Imperio Español en la Batalla de Trafalgar (1805), supusieron la estocada y enterramiento del Mediterráneo como centro de poder. El norte comenzó, con su despiadada ética calvinista del trabajo como guía, a dirigir nuestros designios con frialdad cuadriculada. Y esto, a la larga, nos liquidará y nos convertirá en máquinas sin sentimientos. O mejor dicho, en máquinas que reciclan lo que previamente han generado sin control con el único objetivo de ganar dinero y trabajar horas y horas en la pura deshumanización. Esto, queridos, es el mundo nórdico. Bienvenidos y a disfrutarlo mucho.

Otro de los mantras que ellos se repiten sin cesar, para tapar sus vergüenzas, es la barbarie del Imperio Español en América. Bueno, supongo que las barbaridades más atroces se empiezan a contar cuando los españoles cruzamos el Atlántico, antes, cuando los vikingos daneses sembraban de caos los mares del norte, no cuentan. ¿Dónde debemos poner la línea temporal que etiqueta a un pueblo como violento y sanguinario? ¿En qué hitos de la historia la violencia humana se considera como tal, y en cuáles es algo sin importancia, cosilla a no tener en cuenta? Porque los suecos, por ejemplo, durante la Guerra de los Treinta años, no dejaban títere con cabeza allá por donde pasaban. Los holandeses en Batavia (actual Yakarta) llevaron a cabo auténticas masacres, que les permitieron empezar de cero y crear la 'Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales'. Ya en épocas más actuales, Suecia y Noruega albergaban en su territorio a auténticos entusiastas de Hitler, esta última hasta tuvo un régimen colaboracionista que contó con cierto apoyo popular. Comento esto último porque no hay que olvidar las terribles imágenes de seres humanos eliminados de la faz de la tierra virtud de las ideas emanadas del luteranismo y del calvinismo más clasista y xenófobo.

Para apoyar esta última y rotunda afirmación, animo a mis lectores a que busquen algún texto, frase o palabra - por mínima que sea - escrita en la Europa católica del sur hasta el siglo XIX, que supure xenofobia y odio en estado puro, como las que se conservan de pensadores del norte de Europa. Aquí debo incluir a Alemania y sus sucesivas emanaciones panfletarias que condujeron al continente a dos guerras espantosas, cuyas consecuencias aun estamos pagando.

Voy a bajar el ritmo, porque me veo en alguna cárcel del paraíso nórdico, con platos y cubiertos de cartón, para no contaminar.

Os preguntaréis, es normal, de dónde procede gran parte de esta imagen civilizada y eficiente que tenemos de estos cuadriculados del norte, es muy obvio, de Hollywood. Sé que da risa, pero es la puritita verdad. La idea que proyecta el cine y las series es la siguiente: cada vez que aparece - por ejemplo - un vikingo es aguerrido y valiente, pero virtud de sus ideas cristianas previas a la Reforma, es oscuro, víctima de la ceguera y el oscurantismo propios de la Edad Media. En ideas no está muy avanzado. Una vez que vio la luz, tras la Reforma Protestante, ya es un producto perfecto de la raza humana. Que nosotros lo creamos, no es peligroso en absoluto, pero si ellos lo interiorizan - como ha sucedido - debe ser tenido en la más alta consideración, al convertirse en nazis y xenófobos en estado puro. Una máquina perfecta engrasada - como ya he dicho - por las ideas calvinistas que anteponen el trabajo al espíritu, esas ideas que nos hacen creer que las máquinas - carentes de conciencia y sentimientos - solucionarán todos los retos habidos y por haber. Da un poco de miedo lo que está por venir, porque les hemos cedido el timón, y - de momento - no tiene vuelta atrás.

La verdad innegable es que estos pobres iluminados empezaron a enderezarse un poco cuando en el año 960 el rey Harald Blåtand Gormsson (más conocido como Bluetooth, y al que este sistema de enlace de dispositivos debe su nombrese convirtió al cristianismo y obligó a sus súbditos a hacer lo mismo. Tuvieron que seguir viviendo del pillaje, allí no había nada, pero al menos sus barrabasadas se atemperaron algo.

Con estas reflexiones previas, buen tiempo y ganas de contrastar estas ideas con la realidad, comenzó mi viaje a Dinamarca... ¡La tierra de los vikingos! Astutamente los daneses nos han hecho creer que todos los países nórdicos participaron de la orgía de violencia, pero no, los vikingos auténticos fueron ellos. Conste que a mí, como amante rendida de la Edad Media, me parecen dignos de estudio, hasta he asistido a algunas conferencias sobre ellos.

Primera situación sorprendente al llegar a Copenhague, control de pasaportes, aguerridos policías rubios imbuidos de xenofobia maltratan a los confiados latinos que creen que todo es baile, diversión y generosidad. 'Hay que poner freno a estos sureños que vienen a aprovecharse de nuestro nivel de vida', piensan. No pueden desprenderse de sus perjuicios, tanto amor a Calvino es lo que tiene. Una vez salvado este escollo, como la ciudad es pequeña y bien organizada, en dos segundos te encuentras disfrutando de sus calles vacías a las ocho de la tarde. Como los indigentes (que los hay) no pueden entrar en bares a beber, lo hacen en la calle, ofreciendo un espectáculo semejante al que ofrecen sus compatriotas en Benidorm, pero sin sol ni ruido. 

Pronto a dormir, sin olvidar solicitar - vía app - que limpien la habitación del hotel (carísimo, como todo allí) al día siguiente. Esta sandez es parte de una política de sostenibilidad que consiste en contratar a menos gente y tratarla peor. Somos esclavos de la naturaleza y el calentamiento global, mejor dicho, vivimos esclavizados por ideales que otros ponen en marcha y repiten como un mantra, convencidos que el hombre es un corcho en medio del mar y que se debe sacrificar para salvar a las anchoas. Mientras, los dueños de los conglomerados financieros viven a todo trapo. Esto me recuerda a las sectas, en las que el líder hace lo que le da la gana y los imbéciles que le siguen malviven y son sometidos a todo tipo de abusos en aras al advenimiento de un futuro ideal, lleno de pajaritos y mariposas que sobrevuelan. 

Pienso también en gente mayor incapaz de entrar en una app para pedir que limpien su cuarto, y que tiene que enfrentarse con un empleado que - de forma machaconamente cuadriculada - le dice que no puede hacer esa gestión desde su ordenador de pantalla de diseño. 

En el desayuno todo sigue la misma pauta, la comida - ofrecida en abundancia - se recicla, y en medio del comedor hay un contador de kilos de residuos comestibles ahorrados. ¿Quién pesa esa comida? ¿No tienen empleados para hacer las camas en los cuartos, pero sí para pesar comida tirada y/o aprovechada? Porque el dispositivo se va moviendo, y va ofreciendo cantidades en aumento. ¿Lo hacen con una tecnología semejante a la que usan los ricos para escaparse a otros planetas? Esto requiere un análisis que yo no puedo hacer, no soy persona de ciencia, pero es obvio que hay avances tecnológicos que no nos han contado, como que hay vida en otros planetas y que se habla de tú a tú con sus habitantes y de que existen unas básculas que pesan los residuos de forma virtual, mágica o sabe dios. Pero en el paraíso nórdico nada se discute, porque todo es posible.

Hay una gran ventaja, no obstante, y es que, como hasta bien entrado el siglo XVIII no pintaban nada, sus museos reflejan eso, el vacío de la nada. Lo cual en cierto modo es una bendición, no están masificados y puedes pasear por sus salas en silencio. Comparar la Galería Nacional de Arte de Dinamarca con el Prado o la National Gallery da risa. Pero bueno, el museo tiene su aquel. 

La reflexión que me viene a la cabeza es... ¿Por qué no hay masas de gente para admirar el Renacimiento o el Barroco danés, y sólo inspiran a la humanidad pesando residuos de comida o repitiendo que son ecológicos y responsables? ¿Por seguimos agolpándonos en los Museos Vaticanos para mirar al cielo y ver la majestuosidad de la Capilla Sixtina? ¿Tenemos que seguir mirando a Roma para buscar lo sublime que esconde el ser humano? Sí, porque la otra opción es convertirnos en máquinas que no piensan, escenario al que nos encaminamos a velocidad vertiginosa.

¡Bienvenidos al paraíso nórdico, la antorcha que guía a la humanidad!
Viajad y pensad por vosotros mismos.
M.

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