domingo, 6 de diciembre de 2020

Las pasadas navidades ('Last Christmas') y el adiós a la inocencia.

Me enternece escuchar cada navidad la canción 'Last Christmas' de Wham!. Una canción que no habla de la navidad, ni tiene que ver con ella en absoluto. En realidad es la queja de un hombre despechado, que suspira por la ingrata de su amante, con la que estaba liado en las navidades del año anterior. Le entregó su amor, su dignidad..., y ella, la muy ladina, le dio calabazas. En el video clip de 1984, se daba a entender - por darle morbo a la historia - que la muy fresca se había liado con su mejor amigo.


La canción, sin embargo, se ha convertido en un himno de la NAVIDAD. Se ha versionado en todos los estilos, como un oráculo de espíritu navideño en estado puro. Lo cual pone de manifiesto dos cosas, una, que el inglés se habla en todo el mundo, pero con conocimientos muy superficiales. Y dos, estábamos ciegos al no darnos cuenta que George Michael era un homosexual declarado. Hay un momento en el video, cuando él recuerda un paseo por la nieve con su ex-amante, en el que resbala y cae desde un montículo, no darse cuenta - al ver esta escena - que era gay sólo se explica por una ceguera profunda. Yo era (en 1984) una de esas ciegas que babeaba viendo el video. Ahora, 36 años después, me emociono al observar mi ignorancia, ilusión y maletas de sueños que componían los retazos de mi cabeza cuando veía este video. Porque entonces era una niña que cada día rellenaba el futuro por venir con escenas como esta, sólo que yo jamás hubiese dejado a George Michael en la estacada. Si se me hubiese declarado, nuestro amor hubiera durado eternamente. 

En estos años el mundo ha cambiado tanto, que me siento incapaz de abarcar la nube de desilusiones y tropiezos que ha sufrido el imaginario que creé entonces en mi cerebro. Un imaginario que pasaba por creer que George Michael era un hombretón. Al igual que me sucedió con otros mitos caídos, a los que acompañé en su descenso al abismo, sentí una especie de mimetización y conmiseración durante su viaje al infierno, cuando se convirtió en un juguete roto y fue apartado de la escena pública porque molestaba. Finalmente, tras su muerte en diciembre de 2016, se cerró la puerta de un mundo que las redes sociales, internet y la globalización mal entendida, habían lapidado y maquillado de forma que parecía un zombi buscando su tumba sin encontrarla. Mi mundo, el de mis sueños, se había apagado, un video rodado en 1984 se consideraba una reliquia del pasado, era un villancico caduco y tierno. Hay pequeños hechos que son en realidad puntos de inflexión.

George Michael, por si hay algún defensor de los derechos de los gays entre mis lectores, no fue apartado del olimpo por ser homosexual. Nada de eso, fue apartado por no seguir la corriente de estupidez que reinaba (y reina) en el mundo, cuando se cansó de ser la marioneta de otros, conseguido un nivel de renta aceptable (esto es fundamental), se dedicó a decir lo que se le pasaba por la cabeza, y de paso transgredir toda norma relacionada con lo políticamente correcto. Yo le aplaudo, porque me hastía sobremanera este mundo de frase idiotescas y huecas. 

Recuerdo cuando fue detenido en un parque público por intentar mantener relaciones con un individuo (gancho de la policía). ¡Qué cosa tan absurda! Gastamos dinero del contribuyente en perseguir algo de forma aislada de cara a la galería, para desmitificar a alguien molesto, creo recordar que lo eliminaron de las nominaciones a los premios de la música británica. Todos sabemos que hay tugurios donde se practica este tipo de intercambios, cada cual que haga lo que le parezca con su cuerpo. Tuvo otro momento de gloria cuando dijo que había que perseguir a las mafias que traficaban con la droga, no a los que como él tenían dinero para pagarla y no le hacían daño a nadie consumiendo. ¡Pobre! Lo pusieron como un guiñapo humano. Eso sí, Maradona es un héroe... ¿Por qué? No lo sé, es otra de las idioteces del mundo moderno, el tamiz con el que se filtran los pecados dependiendo de sabe dios qué sandeces. Hay muchos ejemplos de drogadictos peligrosos que han pasado a la historia como héroes, John Lennon, Jim Morrison, Kurt Cobain... Seres que estaban tan colgados que sufrían delirios preocupantes, Lennon llego a decir que el dinero y la riqueza era malignos, que soñaba con un mundo bucólico donde no existiría el parné, mientras habitaba en un ático en Manhattan y vivía a todo trapo. Sólo se explica semejante despropósito si estás colocado. Sorprendentemente este idiota tiene aun muchos seguidores (disculpadme si aquí me excedo, es que Lennon siempre me ha caído mal).

En 1993, comenzó una batalla legal contra la discográfica Sony Music, alegando - a grandes rasgos - ser un esclavo explotado y mal pagado. Perdió, y pagó las consecuencias. Ya fue - hasta su muerte en 2016 - un apestado, su homosexualidad pasó a un segundo plano, podía levantar simpatías, o alguien podría llegar a la conclusión que había homofobia a la hora de apartarlo. Desde ese momento sólo salían a la palestra las noticias más estrafalarias relacionadas con su persona, como siempre, el periodismo a la caza de lo extraño, no de lo cotidiano. 

Pero - para mí - su momento más deslumbrante, fue la publicación del single 'Praying for time' en 1990. He escuchado la canción muchas veces durante el confinamiento al que nos han sometido en 2020, repasado cada uno de los párrafos, como si estudiara un oráculo, uno de hace 30 años, uno que nos advertía que deberíamos ponernos a rezar para conjurar nuestra ceguera e hipocresía. Porque dios había dejado de observarnos y de contar nuestros fallos, había perdido la cuenta ante tanta maldad. La caridad, afirmaba, es un abrigo que nos ponemos dos veces al año, la ignorancia, la mediocridad y las excusas de medio pelo son las que guían nuestros pasos. Hay miseria al otro lado de la puerta, miseria que no queremos ver, porque - repite - somos conscientes de que dios, si existe, ya ni nos mira. 

Yo creo que en 1984 los dioses sí me miraban, proyectaban un halo de inocencia sobre mí que me hacía inmune a los ataques de realidad que George Michael predijo en 1990. He intentado preservar siempre mi inocencia, pero este año, el año del Covid19, no me ha quedado más remedio que mirar al cielo, y ver que - efectivamente - ya no había nadie que arrojara sobre mí la luz cegadora de la inocencia. 

No soy una visionaria, ni una pesimista, sólo digo que los héroes y los sueños los fabricamos nosotros, porque los dioses, como dijo George Michael, hace tiempo nos dejaron vagar dentro del naufragio del progreso.

Feliz Navidad.

M.