¡Señor! ¡Ten piedad de mi!
Sé que para alcanzar otros goces, la vida tiene tormentos sin fin. Pero hay uno que es realmente 'sin fin', no acaba nunca. Es peor que el potro de la Inquisición, el castigo de la cabra o no dejarte dormir hasta que te vuelves loco.
Si, es el fútbol. Es terrible, horrible, nauseabundo, hediondo, asqueroso, cutre, embrutecedor, absurdo y sobre todo, hace que la gente diga las tonterías más sonrojantes que imaginarse pueda. Haciendo de los contertulios e invitados de 'Sálvame' un pozo de elegancia y cultura.
Ayer, por casualidad, me enteré que esta semana comienza la 'Eurocopa 2016'. Estaba tomando una cervecita justo al lado de Estadio Santiago Bernabeu, tranquila y sosegada, confiada en que semejante esperpento de cemento sólo me atormentaría con su existencia inanimada, cuando así de una forma casual, comienzo a escuchar una conversación sobre este particular. Me lancé a buscar en mi móvil la fecha de comienzo de tan nauseabundo evento, y se me cayó no sólo el teléfono, también la cerveza, cuando en la pantalla leí la fecha fatídica: 10 de Junio de 2016.
Hace dos años - coincidiendo con el comienzo del Mundial de Fútbol 2014 - publiqué una columna en Guay del Paraguay, y me pusieron a caldo. El mensaje era exactamente el mismo. Odio el fútbol, es execrable.
¡Vale! Este blog es un espacio de literatura y arte, o al menos lo concebí así, por lo que haré un resumen 'literario' del mes de mayo en lo que a eventos literiario-futbolísticos se refiere:
- Final de la liga. Tres equipos luchando a pecho descubierto por el título. Ríos de tinta sobre mercenarios a sueldo y sus altibajos profesionales en función de las primas que se les pagan.
- Copa del Rey. ¿Pitarán al monarca? ¿Habrá que soportar la mala educación de algunos energúmenos y encima darles pábulo con la publicación de sus memeces en diarios deportivos, que por cierto venden más que cualquier otra revista o periódico? Yo como las avestruces, yendo al Prado, para poder convencerme, porque a veces lo dudo, de que fuimos una gran nación que cambió el rumbo de la historia.
- ¡Atentos! Final de la Champions. Esto ya si que ha sido la repera. El espectáculo de la República Bananera en estado puro. Titular de prensa: 'Una ciudad como Madrid debe sentirse orgullosa de tener a dos equipos en la final'. Mmmmm. Mmmmm. Estoy mordiéndome el labio. ¿Orgullosos? ¿De dejar la ciudad hecha un asco? ¿De perder dinero y adrenalina en la 'nada'? ¿De transportar a decenas de políticos a la dichosa Final de Milán a cargo del erario público, sin que nadie eleve la voz ante semejante despropósito?
Necesito, de verdad, leer algo bonito y sublime. Alejarme de lo que no entiendo ni comparto. Por más que intentan explicármelo. Necesito que alguien me cuente un cuento, para poder sentirme orgullosa de entender y compartir cosas por las que verdaderamente merece la pena derrochar adrenalina. Con esto acabo. Con Rubén Darío. Como acto de protesta, como contraste entre lo irracional y el virtuosismo. Disfrutad de la Eurocopa.
M.
A Margarita Debayle
Margarita, está linda la mar
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,
un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso, una perla,
una pluma, y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros, son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía,
Y así, dijo la verdad:
—«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: —«¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?.
¡Qué locura! ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: —«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
—«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: —«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
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