domingo, 20 de marzo de 2016

La hora del planeta y otras mentiras infames e indignantes.

Un año más, queridos, hemos celebrado (por llamarlo de alguna manera) 'La hora del Planeta', entiendo que todo el mundo sabe lo que es, pero por si hay algún despistadillo hago un resumen rápido. El penúltimo sábado del mes de marzo, a eso de las nueve, se supone que apagamos las luces y nos alumbramos con una velita de IKEA. Con esta iniciativa, haremos crecer bosques, detendremos el cambio climático y este verano, cuando arrecie el calor, ya estaremos tan tan concienciados que no le daremos al aparato de aire acondicionado.

Un plan sin fisuras en el que trabajan varios miles de funcionarios de todo el mundo, justificando su sueldo a base de decir una memez tras otra. Esto es denominador común en toda iniciativa que emane de instituciones públicas nacionales o internacionales. Pero en el caso de 'La hora del Planeta' es de un hipocresía y necedad que abochorna a cualquiera que tenga dos dedos de frente. Por una simple y única razón, el crecimiento de nuestra economía, el alimento del engranaje de nuestro día a día se basa en un consumo sin freno. Si no compramos un determinado número de coches, un determinado número de tablets, de teléfonos móviles, de casas... Nuestro micro-cosmos se va al garete, pasaríamos hambre. 

Por todo ello, y como ilustración de esta sinrazón, detallo ahora mi jornada del viernes 18 de marzo de 2016. Y entonces habré cerrado el círculo de la hipocresía, mediante su descripción.

Todo lo que voy a contar a partir de este momento corresponde a la verdad y nada más que la verdad (tengo una Biblia en la mano alumbrada con una vela, para darle veracidad al testimonio).




Viernes, 8 am, llegada a mi centro de trabajo. ¡Sorpresa! Mi empresa se adhiere a la iniciativa de 'La hora del planeta', andan preocupadísimos al respecto, y para demostrarnos semejante desazón, nos regalan una vela de color y olor corporativo. Fabricada en China e importada por IKEA. Analicemos la situación con frialdad y mentalidad de empleado por cuenta ajena. (Antes de que me olvide, ¡puf! también teníamos un mail adoctrinante, pero describirlo alargaría mucho esto, y lo voy a obviar). No sé en vuestros trabajos, pero en el mío, no medra el más capaz, el más resolutivo y simpático. Medra el obediente, el beodo, el que echa horas sin motivo. Echar horas significa tener un enorme edificio, alimentado con energía eléctrica funcionando más horas de las necesarias. La primera asociación mental está clara, los poderes públicos destinan recursos para repartir velas, pero no para racionalizar los horarios, hecho que automáticamente reduciría el consumo energético.

Siguiente conclusión, la vela fabricada en China seguro que es producto de un trabajo precario, al que occidente hace la vista gorda, porque le viene muy bien para seguir manteniendo su mundo de fantasía y color intacto.

Al llegar a casa tuve que echarme la siesta (los viernes no es necesario paripé alguno y nos dejan salir a medio día) para descansar mentalmente de tanta idiotez. Pero claro, había empezado el día mal, en lo que a hipocresía se refiere, no podía acabar mejor.

Merced a mis contactos en el mundo del arte, fui invitada a un evento en el Palacio de Comunicaciones de Madrid, sede del Ayuntamiento regentado por la señora Carmena. Que exhibe en su fachada principal un pancartón que reza 'Refugees Welcome'.

Bien, el evento no era ni más ni menos que la presentación del nuevo Maserati Levante en España. Por ponernos en situación, este coche vale 200.000,00 euros. El evento exhibía tal despliegue de medios y de famosos a sueldo que, viendo eso, imagino el pastón que habrá cobrado el Ayuntamiento y que, ya os lo adelanto, no ha destinado ni a los refugiados que son bienvenidos, ni a los pobres a los que Carmena dio de comer en Navidad. Un no parar, una hipocresía tras otra.

Pues ahí estaba yo, vestida de 'Cocktail Attire', tal y como pedían en la invitación, deambulando por el evento, bebiendo espumoso rosado a falta de otra ocupación mejor y viendo a las famosas en el photocall poniendo cara de merluzas mientras posaban con niños con problemas, traídos al evento como parte del decorado. Alucinante. Os invito a leer el blog de Raquel Sánchez Silva, primero nos cuenta la ropa que ha escogido, que lleva unos 'manolos', que el coche es muy bonito y que se ha hecho unas fotos con unos niños llenos de fuerza. ¡Señor! para darle de bofetadas. Esta es otra que se cree solidaria. ¡Qué Dios me dé paciencia para aguantar eso! Menos mal que tengo la Biblia y la vela al lado. La corriente no la puedo cortar porque no me funcionaría el ordenador.

Bien, ruido atronador (comida de momento nada, unos colines resecos) vídeo con imágenes de coches Maserati por desiertos, selvas, ciudades... Hombres guapísimos que conducen y chan chan chan, Nieves Álvarez medio desnuda que aparece en el escenario. ¡Tachún! ¡Gran momento! Porque resulta que ella también es solidaria y está preocupada por el planeta. Ya me quiero desmayar, lo achaco a la ingesta de espumoso y al daño que me hacen los zapatos, porque ya no es mareo, es vértigo lo que tengo. La responsable de Marketing de la firma comenta con voz gangosa que en realidad lo de vender coches, no les interesa, lo que les gusta son las causas solidarias, es decir, viajar con niños retrasados como si fueran monos para exhibirlos en eventos de este catadura, tocar la fibra sensible de los potenciales clientes y endosarles un coche que cuesta tanto como una casa. Estoy por subir al escenario y contar lo de las velas que nos han dado en mi centro de trabajo, por si quiere soltar una parida más y completar el círculo.

(No diré que estos coches consumen gasolina de forma desmedida y que con lo que vale una rueda, comerían varias familias durante un mes)

Me paso a la cerveza, porque claro, yo creo que espumoso tiene efectos alucinógenos, pero cuando tengo la cerveza fresquita en la mano, me entero que el cocktail lo sirve Samantha Vallejo-Nájera. Yuhuuu, y para colmo, no es un cocktail cualquiera, es un cocktail dinatoire. Buscando la definición en internet, son unos canapés que sustituyen a la cena. ¡Ojo! que los colines resecos también forman parte del dinatoire este. 

Y para ambientar la ingesta de estas delicias, la música ambiente corre a cargo de una tal Brianda Fizt-James. Una lela que hace como que pincha discos, poniendo cara interesantona mientras ladea su cabeza con unos cascos puestos. No pincha nada porque la lista de reproducción es del Spotify, y le da al play tranquilamente mientras ella cobra una pasta por ser quien es, la nieta de la difunta Duquesa de Alba. En este caso, como está con la música y no habla, no sé si está preocupada por el medio ambiente o qué causa solidaria le quita el sueño. Alguna habrá, claro.

Total, que colocada en un sitio estratégico y cervecilla en mano, me dispongo a comer algo preparado por la famosa cocinera Samantha, vestida impecablemente para la ocasión. Las delicias las ha debido preparar antes de vestirse, claro, porque la camisa y los pantalones que luce son de limpieza en seco seguro. 

Salen las primeras y únicas bandejas, unas croquetas congeladas y un risotto que no hay alma humana que lo ingiera porque está pasado y salado. ¡Lo mismo si que ha preparado el cocktail dinatoire vestida con el traje de limpieza en seco! Ajá, ahí está la explicación, claro. Por eso la siguiente bandeja de ensalada (entiéndase como tal, una hoja de lechuga en un recipiente de diseño sin condimento alguno) no sabe a nada, no ha querido echarle aceite de oliva por si se le manchaba la camisa.

Aquí no me extiendo más por falta de elementos que analizar. Bueno, me consuela pensar que el sobreprecio que ha pagado Maserati por tan exiguo ágape, Samantha lo ha dedicado a alguna causa benéfica. O no ha cobrado, claro, porque forma parte de un grupo mundial de altruistas, compuesto por hipócritas, mentirosos y personajes que nos toman por idiotas.

Esto no puede acabar bien.
M.







  


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