domingo, 10 de enero de 2016

Urbino y Piero della Francesca

Piero della Francesca murió el 12 de octubre de 1492. El día que Colón puso los pies en América cerró definitivamente la puerta a ser testigo de uno de los más grandes acontecimientos de la Historia de la Humanidad. Para él la Modernidad había comenzado 39 años antes, cuando Europa contempló atónita la Caída de Constantinopla. Como gran estadista que era, supo que nada volvería a ser igual, y así fue. Europa jamás se recuperó, ni siquiera abriendo una puerta a América. Hoy 563 años después quiero recomendaros la lectura de un libro de Stefan Zweig, 'Momentos estelares de Historia de la Humanidad', dentro de este hay un estremecedor relato: 'La Conquista de Bizancio'. Por favor, leedlo. La primera y quizás única enseñanza de este episodio de la Historia, es que Europa jamás podrá estar unida. Desgraciadamente y repetidamente ha preferido hundirse a tomar decisiones coherentes y valientes.


He introducido el tema Bizancio porque, prefiero decirlo ya, no voy a hablar de Urbino y de Piero della Francesca haciendo un resumen de lo que se puede leer en Wikipedia, eso sería un fiasco. Voy a hablar única y exclusivamente de un cuadro, el más enigmático (para mí) de la Historia del Arte y que se encuentra en Urbino, en la Galeria Nacional de las Marcas. 'La Flagelación'.



Lo primero que sorprende de este cuadro es su diminuto tamaño. Algo horrible que tienen las ponencias en Power Point es que pierdes la perspectiva. Cuando iba recorriendo las sales de la Galería Nacional de las Marcas, no pensaba que me iba a encontrar con un lienzo de 59x82 cms., mea culpa. Había leído cientos de comentarios y asistido a una ponencia sobre este lienzo, pero nunca me molesté en visualizar sus dimensiones en mi cerebro. Una crítica de arte de pacotilla, lo sé. Lo segundo y más obvio, es que hay tres tipos tan campantes en primer plano charlando amigablemente, mientras en un segundo plano, a la izquierda, a un tipo le van a moler a latigazos (Jesucristo) y ellos ni se inmutan.

Los 'verdugos' y el reo van vestidos acordes a la época en la que Jesús fue crucificado. Para los demás el vestuario escogido es una mezcla de estilos del siglo XV. Todo ello encuadrado bajo una compendio arquitectónico que sigue la proporción áurea.

Pensemos ahora que en toda sociedad a lo largo de la Historia ha habido tres tipos de personajes. En primer lugar los que deciden y mueven los hilos (casi siempre para mal) que denominaremos 'ambiciosos sin límite'. Tipo dos, los que se dejan llevar y se creen todo lo que les van contando, los llamaremos 'beodos', peligrosísimos también. Y por último los que tienen una visión crítica de las cosas y ven los acontecimientos en perspectiva. Intuyen lo que se viene encima y protestan de manera subliminal creando piezas enigmáticas que describen su estupor. Los llamaremos 'visionarios en la sombra'.

Piero della Francesca era un 'visionario en la sombra'. 

¿Cómo es posible, pensaría en 1444 cuando comenzó a pintar el cuadro, que entreguemos Constantinopla a los turcos por la ceguera de nuestros gobernantes? Roma imponía a la Iglesia de Oriente unas condiciones absolutas de rendición a sus dogmas de fe. Parecía que cedían, luego en el último momento se lo pensaban mejor, un extraño y esquizoide tira y afloja entre ambas Iglesias. Los comerciantes genoveses y venecianos iban a la suya. 

Habían comenzado en 1431 a buscar el acercamiento, ¡veintidós años! para decidir si se mandaba algún barco para ayudar a Constantinopla. Asumiremos que la comunicaciones no eran tan ágiles como las de ahora, pero aun así la cosa no tiene perdón.

Obviando las sesudas interpretaciones del cuadro que podéis leer en cualquier lugar, para mi representa el grito de auxilio de un pensador que muestra en un primer plano a tres personas respetables del tipo 'ambicioso sin límites', que prefieren ignorar el sacrificio que Jesucristo había hecho quince siglos atrás, mientras discuten amigablemente sobre si Jesús tenía o no naturaleza divina. 

El individuo que aparece sentado con un sombrero y los flageladores, son del tipo que he definido como 'beodo'. Hacen el trabajo sucio y no se plantean nada.

El tipo del turbante, el enemigo, camina a recoger los frutos de tanta estulticia. Europa y su obsesiva manía de negar sus raíces.

Pues nada, a Urbino. Merece la pena el viaje. 

M.








No hay comentarios:

Publicar un comentario