viernes, 22 de enero de 2016

Buenas noches, Venerable Jorge

El reto más difícil desde que empecé a dar forma a este blog, hacer un comentario sobre el libro que más veces he leído. No es mi favorito, bueno sí, sí lo es. Voy a decirlo sin tapujos.





Muchas son las razones que me llevan a afirmar que es una Obra Maestra (con mayúsculas), una gesta que Umberto Eco no ha sido capaz de repetir. Lo ha intentado con denuedo, pero con resultados dispares. Un libro así, tan completo, sólo se escribe una vez en la vida. Después Eco no ha dejado de ser rehén del pasado. Un pasado en el que volcó todo su conocimiento sobre teología, órdenes religiosas, filosofía, historia medieval, razonamiento lógico, novelas de Sherlock Holmes, antropología, geografía, herejías del medievo, Papado... En fin, un ingente compendio del saber. Da igual cuantas veces acometas su lectura, siempre aprenderás algo.

Umberto Eco dijo en su momento, que escribió el libro pensando en todo tipo de lector. El espectro que va desde los muy cultos hasta los que - simplemente - buscan entretenerse con una novela de misterio. Estos últimos pueden pasar de puntillas por Aristóteles, Platón y las herejías que prendieron en el norte de Italia en la Baja Edad Media, sin perder el hilo de la trama que nos descubrirá al asesino que anda suelto en la abadía. Un misterio que concluye con esta frase: 'Buenas noches, Venerable Jorge'. ¡Dios mío! Aun recuerdo la primera vez que la leí.

Si hay un libro de misterio en el que no descubres al malo hasta el final, es este. Me parece recordar uno de Agatha Christie, en el que asesino iba en una silla de ruedas y estaba medio lisiado, pero claro, era mentira. El individuo en cuestión fingía todo para que no sospecharan de él. No es el caso, aquí la ceguera y la vejez son hechos probados. Por eso el personaje de Jorge de Burgos es apasionante, tan inteligente que el protagonista del libro, el fraile franciscano Guillermo de Baskerville intuye el desenlace desde casi el principio, pero admira a su adversario y prefiere medir sus fuerzas con él.

Seguro que al leer el compendio de saberes de Eco incluidos en el libro, habéis pensado... '¿Sherlock Holmes?' Normal, tiendo a mezclar muchas cosas y a meterme en berenjenales. Pero en este caso está bien traído. Resulta que Umberto Eco es un admirador rendido y escudriñador minucioso de las novelas de Arthur Conan Doyle. Fijaros bien, hay un fraile inglés, de apellido Baskerville (la tercera y más conocida novela de la saga Holmes es, 'El sabueso de los Baskerville'), que cuenta con un ayudante, Adso, nombre muy parecido a Watson, y que - para colmo - asombra con sus deducciones siguiendo el mismo esquema de pensamiento que usaría Holmes siglos después. Otro matiz, usa unas gafas extrañas para observar pequeños detalles, aquí tened en mente la lupa característica de Holmes. 




La cosa no ha acabado. Hay más. 

Este fraile franciscano, tan semejante al detective más famoso de todos los tiempos, llega a conclusiones que asombran a los que le rodean, y eso sin molestarse en ocultar su inmodestia. Usando para ello un sistema de pensamiento claramente Aristotélico. (Aquí, por favor, tratad de recordar lo que nos enseñaron cuando estudiábamos filosofía en COU. Lo siento por aquellos que no hayan tenido esa oportunidad). Este filósofo macedonio, maestro de Alejandro Magno, y uno de los personajes más influyentes de la historia de la humanidad, defendía que, para llegar a una conclusión válida, había que observar aquí y allá detalles varios (generalidad) para poco a poco llegar a un deducción adecuada (particularidad). De lo general a lo particular. Aristóteles dixit. ¿Veis? Novela de misterio y tratado filosófico.

Sigo, que la cosa tiene miga. Platón, gracias a la adaptación que de su pensamiento había hecho San Agustín, había sido el referente de la cristiandad hasta el siglo XIII. 

En el siglo XIV, época en la que se desarrolla la novela, la cosa andaba ya muy revuelta. Tomás de Aquino, mente brillante donde las haya, dijo que Platón no le valía y que Aristóteles se ajustaba más a su explicación sobre la existencia de Dios. De forma esquemática, buscamos aquí y allá (generalidad) hasta llegar a la deducción última, y voilà, topamos con algo inexplicable, algo incomensurable. ¡Dios! Para Aquino la existencia de Dios se podía explicar mediante la fe y también mediante la razón. 

Bien, además de esto, Francisco de Asís en el siglo XII, había dicho que Jesús era pobre y que en la pobreza se vivía divinamente. Que lo de la riqueza de la Iglesia, era indigno. Como desesperados ha habido siempre, esto degeneró de una forma brutal, dando lugar a mil herejías que defendían la pobreza y se dedicaban a martirizar a los ricos. La Iglesia hubiera podido atajarlo de forma inteligente, pero la sede del papado se encontraba por entonces en Avignón (Francia) y recordad que los franceses sólo se ocupan de enaltecerse y enriquecerse a sí mismos, el resto poco les importa. 

En 1327, año en el que se desarrolla la trama de este libro, la situación es tal que el Papa accede a que haya un encuentro entre distintas facciones en liza en una abadía benedictina al norte de Italia. Pero cada día aparece asesinado un fraile en ese santo lugar. Los servicios de Guillermo de Baskerville se hacen imprescindibles. Baskerville es franciscano y seguidor de Tomás de Aquino.

Ya desde el comienzo, la ingente biblioteca se vislumbra como la génesis del esplendor y las miserias que se ocultan en esta abadía benedictina (me gustaría explicar lo importante que es este detalle, pero no acabaría nunca). Esta biblioteca sigue una distribución idéntica a la descrita por Jorge Luis Borges en su relato 'La biblioteca de Babel'. Sí, Eco se rinde a los pies de Borges dando vida a Jorge de Burgos, ambos Jorges hablan español, son ciegos e infinitamente inteligentes. 

Dentro de la biblioteca, un libro, misterioso y desaparecido. El segundo libro de Poética de Aristóteles. El que lo lee muere. El que se arroja al conocimiento, cae en el pozo del agujero infinito. El premio de la sabiduría es la muerte.

¿No es apasionante? 

Alrededor, el ruido de los necios. Las preguntas estúpidas, la mediocridad de la ignorancia ¿Jesucristo se rió? ¿Poseía las ropas que llevaba? ¿Es esto importante? El mundo se derrumba y el hombre se pierde en detalles inútiles. 

Os animo a leer hasta mil veces este libro, sin parangón en la literatura. Cada pequeño detalle de la cotidianidad está descrito en él. Nuestro mundo es hoy, en el siglo XXI, un reflejo del pensamiento de Aristóteles. No saberlo es una desgracia que se deja sentir sin remedio.

M. 

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