martes, 25 de junio de 2024

Otros caminos.

Pese a ser una bloguera de pacotilla y un verso suelto en prácticamente todo, remuevo sentimientos entre mis seguidores. Tras escribir a corazón abierto lo que pienso sobre el fútbol, he provocado un huracán de reacciones y un rechazo inesperado. Mis propios familiares han criticado ferozmente mi visión directa y sincera sobre el tema. Es obvio que en un diario deportivo no me van a contratar, pero pensé - inocentemente - que alguien compartiría algo de mi furibundo rechazo, me equivoqué.

Esto me lleva a una conclusión obvia, no debo apartarme de la literatura y el arte, como de este tema casi nadie sabe nada, puedo hasta inventarme cosas. No lo hago, pero podría, porque aquí despierto admiración en aquellos que me leen. La sinceridad no se valora lo suficiente y no despierta debate alguno, lo sé, pero no escarmiento.

Hoy, por tanto, hablaré de dos escritores y sus libros y - de paso - daré alguna pincelada sobre la exposición de Rosario de Velasco en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Si no os interesan estos temas, podéis encender la televisión y ver un partidito de fútbol, hay todos los días a todas horas.

Como ya comenté aquí, a principios de mayo viajé a Sicilia, Italia me genera una explosión de sentimientos, me abraza y me inspira, me hace mirar a los bárbaros del norte de Europa con desprecio y altivez, me llena de asombro y me invita a leer y a comprender el mundo desde su historia, que nos ha modelado a todos y cada uno de nosotros. 

Somos tan parecidos a los italianos, tanto, que manifiestan hacia nosotros ninguna animadversión pese al tiempo que estuvimos allí, en el Ducado de Milán, en Sicilia y en Nápoles. A los austriacos y a los franceses, por el contrario, los odian con todas sus fuerzas, especialmente a los primeros. 

Otro apunte más, cuando se estudia la historia de la Península Ibérica, se describe a los musulmanes, a los fenicios, a los propios godos y a otros pueblos como invasores. Pero al hablar de Roma, nos parece un hecho totalmente lógico que cuatro de los emperadores más importantes nacieran en Hispania, como parte de un proceso natural y lógico. No tenemos la sensación de que invadieran la península (que lo hicieron), ni que sometieran con bastante violencia a muchos pueblos, condenando a sus miembros a la esclavitud y al destierro. Hay un lazo que nos une, es sutil, pero está ahí.

Esta hermandad es muy patente en Sicilia y, por extensión, ha influido en los escritores que en ella han nacido. Leonardo Sciascia (1921-1989) es el ejemplo más evidente de esto, gran conocedor de España y del Quijote, en sus impresiones sobre ambos países describió con gran agudeza este sentimiento de inferioridad, de caos y individualismo estéril que nos caracteriza. No es muy conocido aquí y es una pena, porque escribe maravillosamente. Algunas de sus novelas policiacas están un poco pasadas de moda, pero no por su prosa, más bien por los métodos policiales que describe, ampliamente superados por el avance científico en este particular.

Leonardo, como la gran mayoría de escritores sicilianos de su época, fue militante del Partido Comunista Italiano, defensor de los oprimidos, crítico con la Iglesia y sus miembros, y - por extensión - con la Mafia, que consentía y ampliaba sus privilegios centenarios, entre otros agravios. No fue hasta muy avanzado el siglo XX, cuando sacerdotes y obispos se atrevieron a denunciar abiertamente su métodos y su violencia. No obstante, no puede dejar de incluir en sus libros a algún sacerdote modesto y con fe verdadera que observa con espíritu crítico y desde la absoluta impotencia como los corruptos y los malos se hacen con el control de todo. 

En esos días de viaje por la isla leí 'Todo Modo', una novela que sólo puede contextualizarse tras observar la vida siciliana durante un tiempo. Os la recomiendo porque ofrece un relato cerrado pero certero de la miseria que esconde la política y las intenciones de los que a ella se dedican. Ante las embestidas del mal sólo hay dos opciones, acabar muerto o huir cuando aun se está a tiempo.

Como el viaje fue en grupo, no pude perderme sin rumbo ni concierto por las ciudades. Igual que hay personas a las que les gusta perderse por la selva para ver si aparece una oruga, o se cuelgan de un árbol para que les pique una libélula asesina, a mi me encanta patear las ciudades, caminar y caminar, entrar a sitios raros y dedicar horas a visitar museos. En Sicilia esto último es complicado porque su patrimonio histórico ha sido expoliado concienzudamente y - excepto los templos que son difíciles de mover - no queda nada. Afortunadamente en Palermo pude perderme un par de horas, tomarme una granita y comprar un libro de otro siciliano, Andrea Camilleri (1925-2019), este escritor sí es muy conocido en España, prácticamente toda su obra ha sido traducida. Como no hablo italiano, tuve que comprar 'El rey campesino' en español


Camilleri fue - veis que es una constante - gran conocedor de la literatura española y militante del Partido Comunista en su juventud. Su homenaje a Manuel Vázquez Montalbán cristalizó en las novelas del Comisario Montalbano. Los libros son muy buenos, pero indudablemente el caos y el atraso del sur vende muchísimo en los civilizados países del norte de Europa. Les encanta explotar esta idea, casi tanto como venir a cocerse como cangrejos a la playa y hacer el ridículo coreando canciones de Abba en karaokes de quinta categoría. 

No hablaré de Montalbano, pero sí de 'El rey campesino'. Hay épocas de la historia de Sicilia que son apasionantes, la más alucinante es la de los Normandos, de la que ya hablé, otra es el reinando de Alfonso V el Magnánimo y la tercera - para mí - es el impacto que tuvo en la isla el cambio de dinastía en la Corona Española (comienzos del siglo XVIII). Esta novela trata esta época, aunque hay que bucear entre líneas porque, como he leído en las críticas que se hacen a la novela, la trama empieza muy bien, es divertida y ácida, pero se desinfla al pasar las páginas, convirtiéndose en un batiburrillo de personajes que no pintan nada y cuya aparición sólo se justifica como azote de poderosos y víctimas de los desmanes de la Iglesia, pero sin un argumento que genere interés y que permita dibujar a los protagonistas en el contexto histórico que justifique sus acciones.

Un escritor famoso, con proyección internacional, se ve obligado a publicar y publicar, como consecuencia de algún contrato leonino por el que debe sacar a la luz un número mínimo de libros al año. Esta novela creo que es producto de esta circunstancia. Camilleri es capaz de escribir sin ton ni son, de llenar páginas y páginas, porque tiene un don que pocas personas poseen, el de jugar con las palabras y combinarlas de infinitas maneras para poder componer un mosaico que - aunque poco consistente - no deja de tener interés.

Cada vez que describe a un sacerdote o a un noble español, nos ofrece una caricatura exagerada de avaricia, impotencia sexual, estupidez y cortedad de miras. Tampoco creo que pudieran actuar de otra manera, porque los sicilianos de la época no parece que fueran un prototipo de sofisticación. Pero el poderoso/rico siempre es malo para un comunista, el causante de todos los males, el germen mismo de la desigualdad. Es muy fácil dar forma a una novela si eres un virtuoso de la palabra y explotas esta idea que compra casi todo el mundo.

Si nos guiamos por las ideas de Karl Marx, la casa debe comenzarse por el tejado, no hay que preocuparse por los cimientos. Es tan difícil - una vez significado políticamente - abandonar el proselitismo, que debe resultar casi imposible lograr escribir un relato constructivo de la historia de Sicilia. Tengo la impresión de que sólo hay una capa de ideas que sobrevuelan - el tejado - sin que necesariamente tengan mucha consistencia -  los cimientos -.

Hay que comer, y para eso es conveniente repetir los mantras del progresismo. Por eso, una pintora talentosa y transgresora ha sido relegada al olvido, porque ella militó en el otro bando, el de los afines a la dictadura fascista de Franco. Gracias a la obstinación de algunos familiares, su obra ha sido rescatada y se puede ver (una parte) en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid hasta septiembre de 2024. Os pido que vayáis a contemplar los cuadros de Rosario de Velasco, la fuerza de una mujer (en este caso, como fue creyente, el sexo no inclina la balanza a su favor) que expresó de forma honesta sentimientos sencillos pero poderosos, que se dejó influir - para darles forma - en Sandro Botticelli y en Piero della Francesca, pintores que aun nos conmueven, que nos alejan de ideologías y de perjuicios, que nos evitan el tormento de tener que mirar más allá del cuadro para poder entenderlo todo.

Rosario de Velasco
Óleo sobre lienzo, 164 x 167,5 cm
Museo de Bellas Artes de Valencia

Leed mucho,
M.

jueves, 20 de junio de 2024

Fútbol, asco puro.

De todos los inventos lúdicos concebidos por el hombre blanco, el peor sin duda alguna es el fútbol. Sólo expande incultura, xenofobia y violencia. 


Cuando hay una final de algún campeonato, acuden como moscas con las bufandas de su equipo, todos ellos con sus hijos, a los que no enseñan a leer, a cultivar su capacidades intelectuales e incluso deportivas… No, no, sólo les enseñan a seguir a un rebaño de imbéciles que se transforman en bestias mirando como veintidós tatuados con aspecto de mono van detrás de una pelota.

Lo sé, la crítica es demoledora. Pero es lo que siento, y creé este blog para expresar lo que opino sobre las cosas que me rodean. El fútbol me parece una señal clara de que nos vamos a extinguir, porque no hemos logrado superar la barrera que nos hace diferentes a los animales. A un animal no se le hubiera ocurrido inventar algo tan vil y cutre.

En 2014 escribí aquí sobre este tema siguiendo – claro está – la misma línea de pensamiento. Por aquel entonces yo colaboraba en una publicación on-line y en una emisora de radio. Tal fue el revuelo que se montó a causa de mi denuncia sobre la abominación del fútbol, que dedicamos un programa entero de la radio a escuchar a los oyentes. Fue en ese momento donde - lejos de suavizar mis opiniones – me di cuenta de que tenía toda la razón del mundo, NADIE, ABSOLUTAMENTE NADIE fue capaz de aportar nada aprovechable al debate, lo único que hicieron fue insultarme y llamarme insatisfecha sexual.

Sentirse ofendido por la opinión de una mujer, que casi no tiene ninguna relevancia mediática, es síntoma de que una enfermedad muy grave corroe las mentes de los humanos, la enfermedad de la hiper abundancia, de la vacuidad y de no saber por dónde nos viene el aire.

Pena, penita, pena… Triste destino el nuestro.

Uno de los objetivos de este blog es poner en valor la espiritualidad humana, resaltando la importancia de determinados hechos históricos que han sido sepultados en el olvido por bien del progreso. Hemos avanzado mucho, sí, pero no tanto como creemos, y avanzar no siempre es bueno, no – al menos – en determinadas facetas del ser humano. Estoy convencida que en muchos aspectos hemos retrocedido.

Estoy acostumbrada a que la gente me tome por una locuela, me importa un bledo. Es mejor ser un verso suelto, que un tarugo que cree estar siempre avanzando y progresando. Todos los discursos de los políticos versan – precisamente – sobre el progresismo… ¿Qué es eso? ¿Alguien puede definirlo con precisión? Yo sí, es la línea ascendente que nos conduce al lugar adecuado, donde hay que estar. En este momento, inevitablemente, me viene a la cabeza el cuadro de Joaquim Patinir, ‘El paso de la laguna Estigia’ que se conserva en el Museo del Prado. El alma humana, guiada por Caronte, debe elegir entre lo que aparentemente es bueno, pero que conduce directamente al infierno, y el cielo. No hace falta decir que, cegado por la vacuidad de lo evidente, la figura de la barca acaba en el infierno. Este acompañante de Caronte somos cada uno de nosotros.

Estamos convencidos de que – sólo por vivir en 2024 – somos mejores, más libres, más formados, más solidarios… Bla, bla, bla… Todo hueco.

En ese discurso de solidaridad ridícula, se encuadra - ¿Cómo no? – el fútbol. Analicemos cada uno de los engaños por separado.

+ Cada partido, especialmente al comienzo, es un alegato contra la xenofobia. Mayor hipocresía no puede existir, el fútbol se ha usado para despertar las pasiones más violentas, al menos en las últimas décadas. Astutamente, manipulando a los beodos que compran camisetas como chicles, se les ha dicho que – por ejemplo – el Barcelona es más que un club, o que el Real Madrid es una leyenda.

+ Es imprescindible, cuando los hombres – por la razón que sea - generan cierto individualismo o sentimiento desbocado, atarlo en corto y aplicar los dictados del progreso/ciencia. El fútbol no podía ser una excepción. Todo este circo está aupado por increíbles artilugios técnicos, como una cámara que dice si un gol vale o no vale, o si un jugador está en una posición adecuada para que el partido pueda seguir. Se trata de maximizar resultados, no sentimientos. Hasta donde yo sé, en los partidos de alta tensión, los jugadores se dan de hostias hasta en el carné de identidad (perdón por la expresión), pero esto la cámara no lo desvela. The show must go on.

+ España, un país con historia, con una lengua universal, pretende pasar a la historia como una potencia en fútbol. Sobre esto debéis meditar mucho, yo lo hago y no saco nada en claro.

+ De los jugadores, unos monos tatuados, no voy a hablar.

+ Sé que los grandes clubs tienen escuelas de fútbol en países pobres, donde aportan un rayo de luz a niños que no tienen nada. Pero nada más falso, más impostado. Es toda una estrategia de marketing perfectamente orquestada para – volviendo al cuadro de Patinir – adornar la puerta de entrada al infierno de la hipocresía. Un porcentaje mínimo de esos niños logra dar el salto al primer mundo, y – cuando cumplen años – pasan al saco del olvido, de los pobres, sin más.

+ Por último, y no menos relevante, está el asunto del feminismo. Aquí tengo que morderme la lengua mucho, porque tengo la sensación, cuando se sacan a la palestra los valores de la igualdad, que soy verdaderamente un bicho rarísimo que vive en otro planeta y escucha con desconsuelo una sarta de gilipolleces totalmente ridículas. El fútbol es un deporte de hombres, se inventó para los hombres y por eso carece de fundamento. Si lo hubiésemos inventado nosotras sería mucho mejor. ¡Qué manía de emular a los hombres como estrategia de emancipación!

Dicho esto, enlazamos un partido con otro. Acabó la Liga, siguió la Champions (término vulgar donde los haya) y continuamos ¡para bingo! con la Eurocopa. ¡Viva España! Necesito saber el secreto de este misterio insondable, asistimos impasibles a las embestidas de determinados grupos/partidos para destruir este país, sin hacer nada, sin movilización alguna por parte de nadie. Pero… ¡ACABÁRAMOS! El fútbol es harina de otro costal, para esto se puede sacar la banderita. Se puede escuchar con embeleso a creadores de opinión que no saben ni hablar y menos leer, me refiero a los futbolistas y equipos técnicos… ¡Si se puede! ¡Venga España! ¡Vamooossss!

¡Qué dios – si existe – nos ampare a todos!

Escribo sobre esto porque es tal el asco que me da, que sin darme cuenta escribo de forma compulsiva. Dar forma a mis otros artículos me lleva tiempo, esto lo he escrito en quince minutos escasos.

No veáis el fútbol y leed mucho.
M.

domingo, 9 de junio de 2024

Murakami y la mediocridad.

Cuando comencé a dar forma a este blog hablé sobre la novela 'Tokio Blues' de Haruki Murakami, afirmé, en mi ignorancia, que no merecía el Premio Nobel. ¡Vaya imbécil soy! Lo merece más que nadie.

Desde esa introducción al mundo murakamiano, he ido profundizando más y más en su universo de la mano de otros títulos como 'La muerte del comendador' (de la que hablé aquí), '1Q84', 'Kafka en la orilla', 'Los años de peregrinación del chico sin color' y 'Crónica del pájaro que da vuelta al mundo', que acabo de concluir. 

'Crónica del pájaro que da vuelta al mundo', según los críticos, es su mejor obra. No puedo valorarlo porque - al ser el japonés un idioma tan diferente al nuestro - gran parte del mérito de su versión en castellano es la del propio traductor, y en eso sí que noto diferencias de bulto. Puedo afirmar que este libro es mejor que otros, pero tengo el convencimiento de que lo que subyace en mi percepción es la labor de traducción. Esta novela está magníficamente traducida por Lourdes Porta.

'Crónica del pájaro que da vuelta al mundo'
Edición Japonesa 1994.

Es complicado despertar nuestro interés en una sociedad que - dejando de lado los mundos ilusorios paralelos que describe - está tan alejada de la nuestra en todos y cada uno de los aspectos que podamos llegar a valorar. Por eso, el uso adecuado de palabras en español es fundamental para acercarnos mínimamente a las vidas de unos personajes que aparecen perdidos en Japón, en este conjunto de islas aisladas por voluntad propia a lo largo de la historia que, cuando han buscado lazos con el continente, sólo han esparcido muerte y - sobre todo - incomprensión.

Durante siglos Japón compuso una sociedad tan inexpugnable para el resto del planeta que - incluso hoy - no estamos en condiciones de valorar su impacto para poder - ya el el siglo XXI - juzgar con ecuanimidad sus razones para invadir una parte de China, y crear Manchuria unos años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial (IIGM). 

Asumiendo que la historia la escriben los vencedores y que - como he comentado - no entendemos a los japoneses, la creación de Manchuria se nos ha enseñado como un acto de imperialismo sin sentido, en el que unos locos fanáticos se empeñaron en dar forma a un concepto de estado que hacía aguas por todas partes. Sin dejar de ser cierto, no me parece que este enfoque sea del todo acertado. La razón es de lo más simple, todos los países se han formado así, en unos la invasión cuajó y en otros, no. 

Hay muchos otros episodios de la historia que se justifican y se matizan, siendo mucho más terribles que los que pudieron suceder en Manchuria, esa es la primera reflexión que se desliza de la lectura de 'Crónica del pájaro que da vuelta al mundo', las vidas de jóvenes que se vieron envueltos en una guerra absurda y que - cuando acabó - nadie se molestó en hacer distingos entre ideólogos y hombres arrastrados contra su voluntad. Murakami grita de desesperación ante la barbarie rusa, incomprensible, aplastante, irracional, cuya invasión de Manchuria nadie denunció tras la IIGM. Los japoneses no podían invadir esa parte de China, los rusos, sí.

En un intento de crear un ideario que nos permita avanzar en el progreso de nuestras ideas (frase esta última hueca donde las haya) valoramos el conjunto de los actos de las naciones y sus ejércitos, nos los individuos que los componen. Algo tan arcaico que resulta ser un contrasentido de lo que perseguimos. La modernidad es el camino que busca otorgar protagonismo al hombre, sea como sea, sin meterlo en ningún saco. Por eso, cuando alguien se siente diferente y tiene la fortaleza de avanzar contracorriente, debe - en un determinado momento - meterse en un pozo en busca de respuestas, porque sólo en el silencio, lejos de la maldad y la mediocridad encontrará su propia razón de ser, la solución a muchos de los desafíos a los que se ve expuesto en su día a día.

He aquí la idea que subyace en cada una de las novelas de Murakami, la huida firme y consciente de la mediocridad y la maldad que hay en el mundo. Hay que escapar de las trampas a las que nos llevan las decisiones de hombres y mujeres que son absolutamente idiotas o más malos que el demonio. Cuanto más se acercan los malos a los personajes de estas novelas, más se complican los mundos paralelos, más necesario se hace esconderse en un pozo, ahondar en las vidas de personas que vivieron años atrás, esas que acabaron en un campo de concentración siberiano, jóvenes cuyo único pecado fue tener edad para ir a la guerra, que obedecieron las órdenes de otros mediocres ambiciosos que sólo perseguían su propia gloria, en una espiral que se hacía cada vez más extraña y que no tenía fin. Seguimos igual, por cierto.

Murakami habla de Japón con vergüenza y orgullo al mismo tiempo, y lo hace dejando de lado la idea del progreso lineal y la teoría del bulto. ¿Cómo avanzamos? ¿En qué consiste ese camino recto y ascendente? ¿Podemos desarrollar de verdad nuestra individualidad? ¿Tenemos que subir a un tren conducido por aquellos declaran guerras, provocan hambrunas y ahogan las emociones y los sentimientos? 

La rendición de Japón en 1945 fue tan traumática que el autor no puede evitar mostrar una mezcla de pudor y honor, una añoranza hacia una historia barrida por el viento, porque no quedó nada, todo se perdió para siempre. Nuestro error está - otro mensaje a leer entre líneas - en pensar que todo aquello era malísimo y lo que hay ahora es la pera, que cuando - por ejemplo - Stalin ganó la guerra y los Aliados hicieron la vista gorda a sus trapacerías, era por el bien de la humanidad. 

No puedo dejar de reconocer que los japoneses encerraban una semilla de fanatismo muy peligrosa. Desde principios del siglo XX iniciaron una serie de campañas que condujeron a la muerte a millones de personas en Asia, hicieron la guerra (cruel) por su cuenta. Pero detrás de todos estos actos había personas, seres humanos arrastrados por la crueldad y la cerrazón, que sufrieron - al acabar la guerra - las consecuencias de las decisiones de otros. Porque entonces - igual que ahora - ser un verso suelto tenía terribles consecuencias personales, la decisión más fácil era -  y sigue siendo - obedecer. 

Os animo a leer los libros de Haruki Murakami, os animo a huir a vuestros mundos, a pensar y a buscar la luz de la individualidad entre los sacos de oscuridad en los que quieren convertirnos.

Leed mucho.
M.

martes, 4 de junio de 2024

Rogelio II de Sicilia y la Gala MET 2024.

Roger II (1095-1154) fue rey de Sicilia hace casi mil años. Rogelio, tal es su nombre en castellano, fue el espejo en el que deberían mirarse todos los gobernantes europeos, este monarca fue un ejemplo a seguir en todos los sentidos. Ni un pero se le puede poner. Una suerte que en la lista de reyes del medievo se encuentre este ilustre nombre.

Roger II.
1143
Iglesia de la Martorana (Palermo)

Lo primero que cabe preguntarse respecto a él, es cómo un individuo de raíces vikingas y origen guerrero se convirtió en un rey culto y civilizado. Alguien que dejó para la posteridad rincones tan maravillosos como la Capilla Palatina o la Catedral de Cefalú. Cómo una persona que sólo conocía la guerra y la violencia desde su nacimiento, recondujo su vida hacia la cultura y atrajo a su corte todo tipo de personas con conocimientos sobre astrología, arte, literatura..., sin importar raza o religión. Sexo sí, las mujeres no contaban. Pero eso es ya sabido se acepta y punto, a otra cosa. Lo que pasó hace mil años no se puede cambiar.

A mí se me ocurren dos razones obvias, una que fue producto de su tiempo y cargo. Como además era una monarquía de nuevo cuño, tuvo que esforzarse más, hacer que su joven dinastía eclipsase a otras cuyas raíces se hundían en tiempos más remotos. La segunda es que en el sur de Europa, tras siglos de intercambios más o menos pacíficos, el racismo no existía. La invención de este concepto es única y exclusiva de los puritanos que fueron a América en el Mayflower en 1620 y decidieron que Dios a los indios no los quería. Hasta ese momento, hubo guerras de religión, de poder, de odios y legitimación, pero no hubo racismo tal y como nosotros lo conocemos.

Tampoco había homofobia, Jorge de Antioquía, impulsor de la construcción de Santa Maria dell'Ammiraglio (La Martorana) en Palermo, fue homosexual, lo que no le impidió ser un estrecho colaborador de Roger II, al que tal circunstancia debía importarle un bledo. Porque en el siglo XI, al no haber agua corriente, luz, internet..., estas cosas importaban poco, con aguantar el tirón más allá de los cincuenta, la gente se daba por satisfecha. 

Quinientos años antes de los acontecimientos que estoy narrando, Teodora (501-548), emperatriz de Bizancio, llegó al trono siendo sabido por todos que había ejercido la prostitución desde muy niña, y no hay ni un sólo documento que indique que esto fuese escandaloso o reprobable para nadie.

No hay muchos libros en español que hablen de la historia de los Normandos en Sicilia, el único que conozco es el de John Julius Norwich. No está mal, pero hay que tener precaución con este tipo de escritores ingleses criados bajo las directrices de Oxford. Para ellos, todo lo que está al sur de París es oscuro, una madeja que sólo la luz de los herederos del Mayflower pueden desenmarañar. Está lleno de juicios de valor alumbrados por la ética xenófoba protestante. Pero si os interesa el tema no hay otra cosa, tenéis que leer este ensayo.   


Confieso que cuando leí éste, y otro libro suyo titulado simplemente 'Sicilia', estuve a punto de escribirle y recriminarle su falta de rigor histórico. Ambos libros están llenos de gazapos, omisiones y juicios de valor que un historiador no debe permitirse. 

'El otro gran logro de Constantino - hacer del cristianismo la religión oficial del Imperio Romano  - tuvo el mismo impacto en Sicilia que en el resto de territorios, y la nueva fe ganó adeptos rápidamente' 
'Sicilia. Una breve historia desde los griegos hasta la Cosa Nostra'. El Ático de los Libros. 
 Primera Edición (Marzo 2022). Página 83.

Cualquier persona medianamente leída sabe que esto es falso, Constantino estableció libertad de culto, nada más. Fue Teodosio I (347-395) quien en el año 380, mediante el Edicto de Tesalónica, hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio. 

Hay decenas de gazapos como este, omisiones y medias verdades, como otorgar a la monarquía inglesa un poder y una importancia que no tuvo hasta bien entrado el siglo XVI. 

No le he escrito porque murió en 2018 y no habría podido leer mi correo.

Que Norwich escriba sobre Roger II como un personaje de película de sajones y normandos rodada en la década de los cincuenta del siglo XX, que incida más en la salvación milagrosa del rey tras una tempestad como causa y génesis de la Catedral de Cefalú, y tape la increíble herencia cultural de la isla y la inteligencia de sus artífices, es otro ejemplo más de que asimilamos sin pensar todo aquello que viene dictado por la cultura WASP. Este terrible mal que nos aqueja está agravado por la mediocridad de nuestras élites. Que al no leer nada de nada nunca, no pueden protestar antes semejantes atropellos a los que nos vemos sometidos las gentes sensibles.

Otro de los acontecimientos sorprendentes que debe hacernos reflexionar, es que la Capilla Palatina de Palermo fue inscrita como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 2015... ¡En 2015!... Mmmmmm.... Ommmmm. Pero no por su belleza, no queridos, por su retrato de la convivencia entre distintas culturas y razas. Dios me dé paciencia para aguantar tanta sandez. El progreso es lo que tiene, la línea recta que hemos trazado, que asciende desde un pozo profundo de barbarie (Prehistoria) hasta el momento en el que nos encontramos, donde no paramos de avanzar en el sentido correcto en todos los aspectos y formas, hace que no dejemos de ser unos tontos de la baba, unos anormales funcionales. Sólo me sosiega pensar que la línea recta sobre la que caminamos, se dirige al gran agujero negro súper masivo que hay en la Vía Láctea y que nos engullirá a todos. Ñam, ñam. Así una vez desmaterializados, ya no diremos tantas tonterías. 

Para los hombres de hace mil años, la religión y la raza eran dos temas totalmente superfluos. No había justicia social, al nacer te lanzaban al mundo sin lugar definido, sin misión, sin entretenimiento colectivo, sin redes sociales, ni Estados que lanzasen mensajes sociales huecos, eras - a todas luces - un corcho en medio del océano. Roger/Rogelio sabía de lo efímero de su vida, por muy rey que fuera, y por ello quiso dejar una huella de su paso por aquí, pero si había negros o blancos entre los representados en la Capilla Palatina de Palermo, creedme, no le concedió importancia alguna. 

Que algo como el legado normando de Sicilia haya tenido que esperar hasta 2015 para ser puesto en el mapa, indica que algo enfermizo nos está devorando. La razón que se suele esgrimir para justificar esta tardanza, es que Sicilia no era un lugar seguro por culpa de la mafia. Tampoco lo era Angkor Wat, en medio de la selva y con los Jemeres Rojos merodeando, y lo inscribieron en 1992. No, no hay justificación posible. 

Para la cultura WASP tiene todo el sentido, recordad que hasta que la luz del protestantismo no se encendió en el siglo XVI, todo era oscuridad y tinieblas. Mostrar el legado normando el Sicilia como el resultado de la fe y el avance social de un pueblo engendrado en la barbarie vikinga, que para más inri puso en jaque al Reino Unido (recordad las películas - ya mencionadas - de sajones y normandos), es algo inasumible para esas cabezas huecas y bárbaras. Por eso es mejor inventar algo irrisorio y ridículo.

La luz que nos guía, que nos ilumina desde los rascacielos de Nueva York, que decide que monumentos merece la pena visitar y cuáles no, ha querido que - un año más - nos ceguemos con el glamour de los beodos que asisten a la Gala Met en calidad de espantajos funcionales. Os resumo, cada año a principios de mayo, se celebra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MET) una gala a la que asiste gente que debería estar encerrada en un pozo, a ser posible el de la desesperación, a la que se 'obliga' a ir vestida siguiendo un patrón acorde con los enfermos tiempos en los que nos ha tocado vivir. Este año... ¡ATENCIÓN! 'Sleeping Beauties: Reawakening Fashion'... Un tributo a la naturaleza. Rogelio debería levantarse de su tumba en la Catedral de Palermo y liarse a espadazos contra tanto despojo viviente. Contra tanto inculto, contra tanta vacuidad.

¡Uf! Debo tener cuidado. Suelo recibir críticas destructivas en otros medios, incluso llegan a insultarme por gritar mi verdad. Pero entended que me siento sola ante tanto atropello. Nadie se da cuenta de cosas que son absolutamente obvias, cualquiera puede verlo. No hace mucho, en una cena, me invitaron a hacer el brindis inaugural, y no pude reprimir expresar mi odio hacia el cientifismo sin alma que nos rodea, hacia el utilitarismo que sepulta la delicadeza del arte normando durante siglos, esa corriente que escucha los gritos histriónicos de cuatro payasos en las puertas del MET, mientras silencia de forma consciente a las obras de arte que este museo contiene. 

Las obras de arte que contiene el MET son - en gran parte - de la época en la que el Reino Unido era una marisma de miseria e incultura. La reescritura y - obvia - reinvención de su historia va muy pareja con los repositorios cerrados y podridos de los que sacamos nuestras frases huecas, bueno yo no, yo soy una outsider y sólo emito juicios de valor políticamente incorrectos. 

Os estaréis preguntando de qué va este artículo, ni yo misma lo sé, no puedo mentir. Mi objetivo, al comenzar a escribirlo, era poner a Sicilia en el mapa de vuestros pensamientos y lecturas. Dar a conocer una parte de la historia de Europa que es desconocida por culpa de muchos factores, no todos achacables a los WASP. Mi objetivo es siempre destapar el brillo de aquello que está oculto por la estupidez humana. No siempre lo consigo.

Viajad a Sicilia (no en verano, a ser posible) y leed mucho.
M.