jueves, 7 de junio de 2018

Los premios y la literatura escrita en francés... Junto con otros temas más o menos dispersos.

Hace unos días el Jurado de la Fundación Princesa de Asturias otorgó el Premio de las Letras a la escritora francesa Fred Vargas

Por supuesto que la conocía, la duda ofende, pero no había leído nada suyo. Así que aprovechando uno de los paseos por la Feria del Libro de Madrid (este año - por cierto - con Rumanía como país invitado) adquirí uno de sus libros de misterio. Me dejé aconsejar por el librero. Tiene dos series de misterio, una de ellas protagonizada por el Inspector Adamsberg y otra por tres jóvenes (Los Tres Evangelistas) que no tienen ni oficio ni beneficio por obra y gracia del mundo en el que vivimos. 

Bien, según el simpático vendedor, las protagonizadas por los Tres Evangelistas son más dinámicas, la trama es más divertida y enganchan más. No sé si es verdad, porque de las protagonizadas por el Inspector Adamsberg no he leído ninguna. Lo que sí es cierto es que enganchar, enganchan, y el planteamiento es original. El policía con una vida peculiar y que es un lince para descubrir misterios, es un punto de partida muy recurrente.

En este caso, tres jóvenes que van dando bandazos por el mundo y que están sin un céntimo en el bolsillo, deciden alquilar una casa en ruinas por un precio económico, y justo en la casa de al lado, desaparece una mujer. El misterio está servido.

Primera cosa buena de la Novela, por cierto no he dicho el título, ''Que se levanten los muertos''. Zasca crítico a nuestras sociedades que presumen de civilizadas, el que estudia historia, literatura, arte, filosofía o algo semejante, va a pasar más hambre que el perro de un ciego. A no ser que se dedique a camarero, animador de discoteca o cuidador de parques y jardines. No sé si porque a nadie le interesa el arte y la historia, por más museos que haya visitado por el mundo, o porque realmente a nivel global escarbar en el pasado y reflexionar sobre uno mismo resulta poco atractivo. O todos ellos.

Bien, cada uno de los muchachos es especialista en una época concreta del devenir humano, la Prehistoria y los hombres cazadores, la Edad Media y la Primera Guerra Mundial. Los tres, junto al tío de uno de ellos, un policía corrupto que tampoco tiene donde caerse muerto, se reparten los pisos de la casa en función de la época histórica objeto de su interés. Y cada uno en su espacio se devana los sesos buscando información que no interesará a nadie. 



El planteamiento es el alter-ego de la propia escritora, ella es especialista en la peste negra en Europa, y su hermano en la Primera Guerra Mundial. No sé los artículos sobre la peste negra a cuanto se pagan, pero ella se ha tenido que dedicar a escribir novelas de misterio para comer. Y ¡gracias a Dios! no le ha ido mal. La realidad es la que ella plantea en el libro, jóvenes de 35 años, que se acercan a una edad peligrosa y caminan sin oficio ni beneficio. ¿A alguien le interesa el saber? No, así no tenemos que reflexionar sobre nuestros errores pasados, hacemos lo que nos da la gana y ya está. Es mucho más cómodo. 

Huelga decir que los tres, junto con el policía retirado, son brillantísimos. Por eso viven apartados en un caserón en ruinas, el caserón - imagino - es el símil de nuestro mundo, lo restauran ciudadanos anónimos sin afán de protagonismo, mientras otros que se dicen salvadores del universo, destruyen todo lo que les pueden. Los grandes salvadores son ambiciosos sin límites, lobos con piel de cordero, que sólo buscan su apuntalamiento personal. 

Desconfiad de los visionarios y de los salvadores del universo, malo malo. 

Al final, en la resolución del misterio otra moraleja. El ser humano esconde una maldad sin límites y el rencor no se deja atrás así como así.

Ahora tengo que decir una cosilla mala del libro... ¡Dios míiiioooo! Qué manía tienen los franceses de creerse el centro del universo. Este libro no es uno de los casos más dramáticos de su paroxismo nacionalista y su obsesión por engañarse sobre la situación agónica que atraviesa la lengua francesa, pero de vez en cuando (la cabra tira al monte) desliza algún comentario que te deja turulato. Lo cual desluce un poco un planteamiento tan brillante. Pero los franceses, franceses son y poco se puede hacer.

Un libro de misterio muy recomendable en cualquier caso. Mejor que las bazofias que nos llegan de Estados Unidos y que siempre van unidas a frases huecas en su contraportada.

Leed mucho y sacad vuestras propias conclusiones.
M.










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