lunes, 12 de marzo de 2018

Huelga feminista, herejes y otros temas de candente actualidad en mi mundo de outsider

Ya sabía yo, lo intuía con la mera observación, que la nueva estrategia de dispersión mental iba a traerme grandes alegrías. Bien dicen los que se alimentan de ideas vacuas que no hay que renunciar a ser uno mismo. Pues sí, tienen razón. He batido records de visitas en este modesto blog, reflejando lo que yo soy, es decir, un compendio de sinsentidos e ideas peregrinas a cual más esperpéntica. También he recibido felicitaciones en mi mail, ¡puf! Subidón. Me muevo en una nube de felicidad, tanto que voy a dar un paso más y alcanzar la catarsis.
(Nota, por catarsis entiéndase seguir escribiendo e ir dando bandazos).


Coincidiendo con el 8 de Marzo, “Día de la Mujer”, me hago dos reflexiones. La primera la recogía ayer en mi cuaderno de notas, con motivo de la presentación de un libro. ¿Por qué siempre tengo que estar escuchando frases huecas que no dicen nada? La segunda tiene que ver con mi propia historia. Me acordaba de mi abuela, que el día 10 de marzo hubiese cumplido 109 años, y en todas las cosas que me dijo. Cosas, que han resultado ser verdad. Todo lo que escucho y leo sobre la situación de la mujer en el mundo, escrito por mujeres que no tienen ni cuarenta años, criadas en un mundo de abundancia y con increíbles medios materiales y tecnológicos a su alcance, carece de la sustancia mínima para ser tomado en serio. No hay soluciones en sus palabras, sólo contradicciones y lugares comunes. Pero, una mujer nacida en una familia humilde, criada en la España profunda, y con acceso limitado a los nudos del saber, supo darme consejos que me han formado como persona y como mujer, y que aun me valen y me guían. Esto, siempre lo digo, debe hacernos pensar. 

Sólo hay una verdad, da igual donde cómo y en qué lugar nazcas, la mujer es un mundo en sí misma. No necesita nada, excepto conocerse bien. “Guárdate todos tus secretos, y sigue tu camino”, en mi caso es el camino de la catarsis y los bandazos, pero también vale. 
El día que la mujer se convierta en un grupo excluído, como está siendo el caso, un grupo marginado por el que hay que luchar, deberemos someternos a otra tiranía. Y la nuestra, la de las mujeres, es letal. Es letal para nosotras mismas, porque no somos capaces de crear un mundo propio, un camino. Y luchamos para sobrevivir y triunfar en un cosmos tóxico creado a imagen y semejanza del macho, de sus necesidades físicas y hormonales. Para dejarse sentir, hay que renunciar a ser lo que somos, abandonar lo que nos hace felices. Y eso nos desviará del camino, aunque quizás no, porque no hemos escogido ni creado ninguno propio.

Y ahora diréis… ¿En que consiste el camino de la mujer? No lo sé. Pero sé en qué no consiste, a saber: 
+ Escuchar bromas fáciles tipo: ‘hoy a mi mujer le he dicho que no planche, por ser su día’ = penoso. 
+ Concentrarse en la puerta del trabajo, en una empresa que no discrimina y en un país donde legalmente el hombre es igual que la mujer, pero no acudir valientemente a denunciar los verdaderos casos de discriminación y abuso que sufrimos en el mundo. 
+ Usar los encantos femeninos cuando conviene y es menester, y luego tachar de machista a quien cae en la trampa. 
+ Hacerse feminista al envejecer, cuando las carnes caen y los encantos ya no sirven. Y tachar a los hombres de salidos. 
+ Sumarse por seguir la marabunta humana, sin reflexionar. 
+ Publicar en las redes sociales: 'Yo empresa X me sumo a la huelga feminista', con un objetivo únicamente comercial, porque mañana todo seguirá igual.

Total que ¡hay que seguir con la lucha! Pero, ¿cuál es la estrategia? ¿el objetivo? ¿qué pasa con las que quedan fuera? ¿con las que eligen otro modo de vida? ¿cómo se va a gestionar el cambio? ¿Qué tipo de planteamiento – de existir alguno – es el que debe prevalecer? 
De tomar el poder la más ultra-feminista, ¿cómo será el mundo después? ¿Las niñas no podrán pasear el carrito y el muñeco? ¿las 'progres' no podrán ser Reinas y vestirse con ropa de modisto mientras se miran de reojo en un espejo? ¿dejaremos de soñar con ser princesas? ¿no podremos leer el ¡Hola! y soñar con que nos piden la mano de rodillas?

Demasiados interrogantes, demasiada falta de reflexión profunda. Demasiada hipocresía.
Y de nuevo, pienso en mi abuela y en su silencioso caminar por el mundo, en su vida, y en sus enseñanzas. En lo que debemos a personas como ella y a la suma de sus actos y su inteligencia a lo largo de la Historia.
"Vive tu propia vida, no la de la marabunta".

 Y nosotras... ¡SÍ NOSOTRAS! Ya hemos nacido en una época donde esto es posible, sin necesidad de sumarnos a causas etéreas. Porque yo también, como Javier Marías, me harto de escuchar sandeces.


Y aquí ¡MAGIA! Ya es cuando cambio el registro y me pongo a hablar de la herejía… Así a priori, parece que no tiene que ver con lo anterior, pero ya veréis como al final no es tan dispar.
Ayer acabé de leer un libro editado en 1999. Entonces, hace casi veinte años, me encantó, pero quizás no supe sacarle todo el jugo. Volvió a caer en mis manos hace unas semanas, haciendo limpieza de estanterías, amarillo y deslucido. Abrí la primera página, y ha sido un no parar. ¡Ah! La novela es 'Q' de Luther Blissett. El autor no es nadie en particular, es un grupo de periodistas, activistas, artistas y seres pirados varios que - las cosas como son - escriben divinamente. Leyendo reseñas de la novela, he sabido que con ella pretendían crear un paralelismo con la sociedad actual, sus injusticias y sus malogrados movimientos para acabar con la desigualdad en el mundo. La realidad que siempre se pone de manifiesto, que el poder es adictivo, peligroso y - cuando está en la senda de la dominación total - incontrolable.




Todo comienza con la irrupción en la historia de Martín Lutero, de su herejía y sus "95 tesis", clavadas con rabia y con nefastas consecuencias para la historia de Europa, en la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de Octubre de 1517. No oculto mis aversión por los herejes, aunque confieso que lo que llegue a creer cada uno, me da absolutamente igual. Pero no dejo de notar, que el Gran Cisma religioso de la Era Moderna sólo ha traído quebraderos de cabeza. El libro - sin ocultar su opinión negativa sobre el poder de Roma y la religión en general - construye una historia veraz y contundente sobre el avispero que era Europa en el siglo XVI, y no se arredra a la hora de presentar a Lutero como un oportunista, cobarde, que se vendió a los príncipes alemanes, con pingues beneficios para él y su familia, y terribles tragedias para miles de infelices. 


Carlos I de España, el Emperador del Sacro Imperio, quería construir una Europa Unida, un bloque compacto y católico que hiciera frente a la amenaza turca. Debido a una leyenda negra de latrocinio y rapiña, de mezcla de sangres varias,  de infamias y mentiras, se vio bloqueado por enemigos acérrimos. Enemigos que - aun en 2018 - España tiene. Vamos a enumerarlos, jamás DE LOS JAMASES, un alemán, un nórdico, un inglés..., hubiese permitido que un latino, un español (aunque el emperador fuese más alemán que español) dominase el mundo entero. Eso era impensable, los príncipes alemanes tenían que encontrar algo que les diera la clave para ponerle freno. Lutero se lo puso en bandeja, creó una religión a su imagen y semejanza. "La fe nos salva, nuestros actos no cuentan", dijo el ex-monje agustino, y claro, ya con eso estaba toda rapiña, confiscación e intimidación resuelta.

Al segundo de los enemigos del Emperador, La Iglesia de Roma, le interesaba un montón que Alemania se desestabilizara. También desde Italia se veía con malos ojos a Carlos, su poder ilimitado, su procedencia. Tan contentos estaban con que aquello fuera un avispero, más cuando estaba detrás de su estrategia nuestro tercer y más feroz enemigo, Francia, estos ya se llevaron la palma. Por fastidiarnos, se aliaron con los herejes - sin rubor - y ¡CON LOS TURCOS!. Les parecía preferible que Europa fuese invadida por los musulmanes, antes de que España dominara el mundo. Increíble. Lo de nuestros vecinos ha sido de nota. Ahora son católicos, para flipar.

El avispero en cuestión se les fue a todos los contendientes de las manos. Y eso es lo que demuestra la novela. Que al final, el poder, el verdadero Dios que teje los hilos del mundo, permanece inalterable y maneja a su antojo a los actores de quinta que se deciden a entrar en el escenario. Hay algunos que - mostrando cierta grandeza - se dan cuenta y se vengan a su manera cuando ya está todo perdido. Pero son los menos.

En esta catarsis colectiva, aparecen los predicadores, los visionarios y los que creen que sus ideas son la pera y que - así de repente - todo cambiará. Los hombres serán más libres, todos compartiremos el mismo pan, todo será felicidad, el dinero desaparecerá, no habrá 'Señores', ni ricos, ni pobres. Olvidando, así para empezar, que el ser humano no tiene remedio y que está sujeto a los más terribles instintos. 

Como iluminados hay siempre, más cuando escasea el pan, y aprovechando las ideas de Lutero y otros intelectuales más o menos solventes, aparecieron grupúsculos que afirmaban con rotundidad, que la culpa de todo la tenían los Príncipes, España, la Iglesia Católica y los comerciantes ricos que los explotaban (¿os suena?). Y se unieron con el objetivo de crear ciudades libres, donde todo era libertad y felicidad. Al principio la cosa parecía que funcionaba, pero luego... No fueron los Príncipes los que los destruyeron, fueron ellos mismos. Convirtiendo el Nuevo Reino Celestial en un concierto de muerte y destrucción, mientras lo 'poderosos' seguían a lo suyo. Con el rumbo bien claro.

Todos los visionarios con ideas grandilocuentes han acabado mal. Pero no porque los malos fueran con un garrote a darles en la cabeza, lo cierto es que se han aniquilado sin ayuda externa. Por eso no quiero que las mujeres se conviertan en una masa de seres vociferantes que redactan manifiestos oportunistas y que predican un mundo inalcanzable. En la cúspide de ese nirvana femenino se colocarán líderes letales, alimentadas por opúsculos sin sustancia. No quiero ser eso, no quiero ser una masa vociferante. Quiero sacar mis propias conclusiones de las cosas, no como parte de un movimiento de lucha.

Porque ser mujer, tal y como predicaba mi abuela, no es una lacra, es un privilegio, un honor y una aventura.

Acabo con Carlos I en el Monasterio de Yuste, el hombre más poderoso del mundo, tal vez uno de los que más poder han ostentado a lo largo historia, retirado del mundo. Tal vez se sintió derrotado, no lo sé, pero yo creo que su objetivo era otro, era construir un universo, el suyo, lejos de intrigas y de mentiras. Al final de su vida se dio cuenta que los triunfos no se cuentan por las banderas de los vencidos, sino por la sencilla observación de todo lo estupendo que nos rodea. Gran lección la del Emperador. Al final ganó la partida a todos.

Dedico este escrito a mi abuela en su 109 cumpleaños. Algunas de estas ideas y una parte de lo que soy, son obra suya.
Leed mucho.
M.






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