viernes, 18 de septiembre de 2020

"Trilogía de El Cairo" de Naguib Mahfuz

Naguib Mahfuz es poco conocido en España. Creo que en el mundo en general. Como las noticias que nos ofrece la prensa son siempre hechos aislados y esperpénticos, tendemos a pasar por alto la normalidad y la coherencia, por eso escritores árabes como Mahfuz han sido completamente enterrados. Todo obedece a la estrategia de maquillar a cada habitante de la tierra en base a la globalización de tópicos colectivos. 

Los nuestros son claros, los toros, el flamenco, la siesta y la vagancia. Nos molesta muchísimo que nos retraten así, pero actuamos de la misma forma cuando se trata de caricaturizar a otros grupos de gente. Pensemos en Egipto, lugar de nacimiento de Mahfuz, creemos firmemente lo que cuenta un imbécil con ansias de engrosar las filas de los periodistas de investigación, cuando nos cuenta una historia completamente aislada y descontextualizada que le ha ocurrido allí. Nos convence - sin discusión - de que allí sólo hay fanáticos, incultura y miseria. ¿Qué sabemos en realidad de Egipto, un país con cien millones de habitantes, con una cultura milenaria y con un diez por ciento de cristianos? La respuesta es muy sencilla, no sabemos nada. Ni del Egipto moderno, ni del antiguo, NADA DE NADA. 

Egipto ha jugado un papel clave en la historia por su situación estratégica en el Mediterráneo, y por la huella que dejaron las civilizaciones que se desarrollaron a orillas del Nilo. El Egipto de los faraones mantuvo su pulso durante miles de años, muchos más de los que duraremos nosotros como 'civilización occidental', con raíces más profundas y efectos que aun se dejan sentir. Por citar algo muy obvio, la concepción que tenemos del mundo divino es un copia/pega de la religión egipcia.

Tal es la fuerza que emana aun de su cultura que - aun hoy - en 2020, los egipcios siguen obteniendo réditos de la civilización que se asentó en el Nilo 3000 años antes de Cristo. Otros reclamos turísticos han sido destruidos a lo largo de la historia, tales como la Biblioteca de Alejandría, pero la Pirámides siguen ahí, a pesar de los expolios - propios y ajenos - y las inclemencias del tiempo. Ya os digo, aunque resulte obvio, que dentro de cinco mil años la Estatua de la Libertad habrá desaparecido, la Torre Eiffel e incluso la Gran Muralla China. Es posible que haya desaparecido todo, pero ese es otro debate que no viene al caso.

Afirma Stanley Payne que hay tres acontecimientos que han cambiado la historia de europea de forma especialmente abrupta, por orden cronológico son: el auge del Islam, la caída de Constantinopla y el Comunismo. En realidad todos están muy relacionados entre sí, aunque no lo parezca. Fue el Islam el que dio el golpe de gracia al Imperio Bizantino, los emperadores hicieron lo que pudieron por autodestruirse, el veneno y las luchas internas estaban a la orden del día, y no hubo emperador que muriera en la cama tranquilamente de vejez. Pero sin el Islam, y con un poco más de apoyo del Papa de Roma, Constantinopla/Estambul no hubiera caído en manos turcas el 29 de mayo de 1453. Esto sumó otra puerta de entrada a una cultura que ha influido de forma considerable en Europa y no siempre de forma pacífica. El comunismo ha constituido una parte del ideario de la 'Primavera Árabe', tan cacareada por los medios europeos, y que en realidad no ha sido tal, porque los países que participaron en este 'renacer de la humanidad' están peor que  nunca. Pero esa es una de las grandes paradojas del Comunismo, su innegable capacidad de destrucción aparece velada por la cortina de humo que ciega y tiñe de romanticismo toda su filosofía. 

En Egipto, confluyen estos tres acontecimientos históricos de forma clara. Formó parte del Imperio Bizantino, de hecho la concepción ortodoxa del cristianismo que adoptaron los emperadores provenía de Alejandría, cayó bajo la influencia del Islam muy pronto (en el año 641), y fue uno de los participantes más entusiastas de la Primavera Árabe en el año 2011. Conclusión a este bagaje histórico, Egipto sigue igual que hace tres mil años, o peor. Como prueba, la lectura atenta de la 'Trilogía del Cairo' de Naguib Mahfuz. Tres novelas -  'Entre dos Palacios' (1956), 'Palacio del Deseo' (1957) y 'La Azucarera' (1957) - que además de ser una delicia por lo bien escritas y traducidas que están, ofrecen una descripción fiel de un país con una identidad propia muy bien definida, pero contaminada por todos los males posibles que acarrea el hombre, aunque puede que se reduzcan a uno, la ceguera.

El primero de los libros, 'Entre dos Palacios', toma forma durante los años 1917 a 1919, justo hace cien años, en plena Primera Guerra Mundial. Esto es interesantísimo porque nos abre las puertas a un frente bélico desconocido. Nuestra imagen de la guerra son las trincheras de Flandes, pero en Egipto se libró otra particular lucha, que movía lealtades en busca de la independencia de los ingleses y la búsqueda de una cultura propia, que a nadie importaba, excepto a ellos mismos. Porque los ingleses no tenían mayor interés en Egipto que el Canal de Suez. El fin de la guerra no trajo la ansiada independencia, pero si abrió una brecha - insalvable ya - entre la religión y la razón. Su descripción en la novela es soberbia. No nos damos cuenta, pero sutilmente cada uno de los miembros de la familia Abd al-Gawwad representa una mentalidad que despunta y quiere hacer oír su voz. La figura central, el padre, el 'señor' Ahmad Abd el Gawwad, autoritario y feroz con su familia, dueño de un próspero comercio que mantiene una doble vida. Su mujer - Amina - y sus dos hijas - Jadiga y Aisha - no tienen permitido salir de casa bajo ninguna circunstancia. Con su grupo de amigos bebe (prohibido por el Islam) y frecuenta la prostitución de forma abierta y sin remordimiento alguno, creyendo ser merecedor de estas licencias por su condición de hombre musulmán y pilar de su familia.

Entre dos Palacios.
Primera edición en Árabe (1956)

Además de estas dos hijas, tiene tres hijos, Yasín, Fahmi y Kamal. Cada uno de ellos representa un Egipto, una idea de la humanidad y la religión. Interrogantes que se abrieron tras la Primera Guerra Mundial, una crisis imperialista que dejó al mundo buscando respuestas de las formas más estériles y variopintas. Yasín es apasionado, encerrado en su lujuria y en la tranquilidad de la burocracia inconmensurable que perpetúa la inmovilidad y resta capacidad de avance a los países. Fahmi es un idealista anti-inglés, que es manipulado para beneficio de otros, y acabará sus días de forma trágica. Kamal es un filósofo atormentado de principio a fin, que analiza todo con tales matices de realismo y de desconsuelo que llega a convencernos de que no existe solución ni para Egipto, ni para el mundo en general. De hecho, desde su realidad atormentada, renuncia a la religión, sin que ello parezca darle respuestas válidas, tal vez no las hay, y sea precisamente lo que nos descubre este personaje que nos acompaña en la trilogía de principio a fin. Desde que es un niño que va al colegio e intima con los ingleses amparado por su inocencia, hasta que roza los cuarenta años, soltero y con un historial amoroso desgraciado.

La familia Abd al-Gawwad, a lo largo de los tres libros, conoce las más terribles desdichas, ninguno de sus miembros se salva del sufrimiento. Como en toda historia vital, hay desgracias que vienen solas, pero otras las buscamos nosotros mismos. Éstas últimas son las relacionadas con el amor y las relaciones humanas. El padre, con su doble vida, y los hijos con sus desengaños particulares. Amores vetados por la diferencia insalvable entre clases sociales, homosexualidad y el papel de la mujer en una sociedad que dista mucho de poder considerarse moderna, cuya magistral descripción, hace que irremediablemente nos sintamos identificados con alguno de los personajes, o con algún momento de sus vidas.

Es un Cairo real, tangible, una ciudad que nos enseña mil recovecos, y de la que - como decía al principio - no sabemos nada. El rendido homenaje que brinda a su ciudad natal mereció un premio Nobel, no es para menos, pero tengo la certeza de que la mirada lúcida y sin perjuicios, no siempre ha sido valorada como se merecía. O dicho de otro modo, estoy segura de que que ningún analista de la Primavera Árabe, ninguno de los gurús que inundó con su verborrea las páginas de la prensa, y escribió libros para explicar lo allí ocurría, había leído esta trilogía y eso - automáticamente - resta valor a su testimonio. Para conocer Egipto, para entender El Cairo, hay que leer a Naguib Mahfuz. Iría más lejos, para entendernos a nosotros mismos y el papel que jugamos en el ajedrez de la época que nos toca vivir, hay que dejarse llevar por estas páginas.

Hay que leer la novela con la mente abierta, entender que los matrimonios se concertaban, que un día te levantabas y te decían con quién te ibas a casar (esto tenía sus ventajas, porque igualaba a todas las personas a la hora de encontrar el amor). A tu futuro/a compañero/a de viaje no lo conocías hasta el mismo día de la boda. Eso sí, el divorcio - incluso si era la mujer quién lo solicitaba - era algo aceptado y bien visto. Si eras mujer, automáticamente pasabas a formar parte de otra familia al casarte, si ésta tenía rentas, comenzabas una vida casi de holgazanería total, en la que ver pasar las horas en un cómodo letargo era habitual.

Mientras, otros miembros de la familia desafían esta costumbre a la hora de casarse y se enamoran de mujeres de una clase social muy superior, construyendo castillos en el aire. Otra genialidad de Mahfuz, mostrar la diferencia entre las clases altas occidentalizadas educadas en el extranjero, y las - también altas - imbuidas de las enseñanzas del Islam y la sociedad tradicional. Las mujeres sin velo vestidas de corto, frente a las que llevan veinticinco años sin salir de casa. Reflexión imprescindible para entender el Egipto moderno. Como dentro de una gran ciudad palpitan miles de visiones dentro de una misma sociedad.

Al terminar la primera novela, 'Entre dos Palacios', logras esbozar una idea clara de la relación que Egipto tenía con el Reino Unido, sus ansias de independencia, su apoyo a Alemania durante la Primera Guerra Mundial, al menos con el pensamiento, para socavar la presencia inglesa en el país. Como después, comenzó una relación de mutua incomprensión, en la que había fanáticos de ambos lados, pragmatismo inglés y jóvenes idealistas que sacrifican sus vidas sin que sirviera absolutamente para nada. Los grandes políticos sólo aportan ideas, pero nunca se dejan ver en la batalla.

Echo de menos algunos temas, tales como la relación entre cristianos y musulmanes, velado en sus páginas por el torrente de acontecimientos políticos del siglo XX egipcio, algunos de ellos completamente ajenos e indescifrables. Desfilan personalidades reales, con nombre y apellidos, de los que nunca hemos oído hablar, este desconocimiento desenfoca un poco la lectura.

También se nota un cierto cansancio, una pérdida de pulso en el último libro, 'La Azucarera', inmersos los protagonistas en la Segunda Guerra Mundial, Mahfuz no es capaz de explicar, o no quiere, el papel de Egipto y cómo influyó la victoria de los aliados. Es un tema que se diluye y se pierde. Carecería de importancia si el tratamiento que hubiera dado a la guerra de 1914 hubiese sido similar, pero lo cierto es que el análisis de los años diez y veinte del siglo XX es muy detallado, pero los años cuarenta los vela con las desventuras de los protagonistas, la muerte en contraposición con el imparable pulso de la vida. Esto se hace patente en la última página del libro, cuando los hermanos Yasín y Kamal compran en una tienda una corbata negra para un funeral y accesorios para un recién nacido en la familia. Las dos realidades tan juntas siempre.

Para concluir me quedo con una reflexión. Imagino a Mahfuz escribiendo esta trilogía y sintiendo que estaba en una cuerda floja, con una pértiga entre las manos para mantenerse firme. La realidad de El Cairo es tan rica y variada que debía resultar difícil dar forma a sus personajes y debió de debatirse entre mil nociones e ideas. Es una obra colosal y como toda mente lúcida, en algún momento se pregunta cosas como esta:

"Sin embargo, siempre es bueno que el hombre se incline hacia sus sueños. En virtud de lo cual, el ascetismo es una huida, del mismo modo que la fe ciega en la ciencia es otra forma de huida. Así pues, la acción es indispensable, y para la acción es indispensable la fe. Por tanto, la cuestión se reduce a saber cómo dotarnos de una fe adecuada a la vida"
'La Azucarera'. Naguib Mahfuz 
Pág. 5646 - ebook (ISBN 84-270-1473-2 14Jun2011)  

Buscad vuestra fe y vuestros sueños y leed la 'Trilogía de El Cairo'.
M.

4 comentarios:

  1. Fascinante la trilogía, pero tiene más novelas que atrapan. De hecho se ha publicado en castellano mucho de Mahfuz. Por cierto, recientemente he leido "Nadie duerme en Alejandría", de un escritor actual, Ibrahim Abdel Meguid, y me ha gustado mucho. No hay duda que Mahfuz late en la novela de alguna manera pero el autor la ha trabajado a conciencia. Me alegra ver que hay personas como tú que habla de autores de los que no habla nadie y tienen alto nivel. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por el comentario y la sugerencia.
    La novela la leo seguro.
    Otro libro de estructura semejante que tengo pendiente es este:
    https://es.wikipedia.org/wiki/El_edificio_Yacobi%C3%A1n_(novela)
    M.

    ResponderEliminar
  3. Voy a enterarme de ese enlace, me interesa.

    Yo supe e la novela de Meguid por este vídeo:

    https://www.youtube.com/watch?v=YNPjXUzoHMg

    Ahí sale el autor.

    ResponderEliminar
  4. Nel mio tempo libero leggo molto, cerco sempre di trovare autori nuovi come questo che in verità non conosco. Grazie per il suggerimento ho avuto modo di leggere i primi post della tua pagina e l'ho fatto con molto piacere, scritti molto bene.

    ResponderEliminar