sábado, 27 de junio de 2020

El 6 de Junio atravesamos la Laguna Estigia...

En compañía de Patinir, el sábado 6 de Junio logramos pasar del infierno al paraíso al cruzar las puertas del Museo del Prado. Al contrario de lo que sucede en el cuadro 'El paso de la laguna Estigia', que describe a Caronte virando claramente hacia el infierno, yo y todos los privilegiados que entramos en el museo con mascarilla, bebimos de la fuente del Paraíso, la que hace olvidar el pasado y disfrutar de la eterna juventud.

Cabe preguntarnos ahora qué es la eterna juventud en el año 2020, desde luego no es tener la apariencia constante de una persona de veinte años, porque para eso ya se inventó el bótox, con resultados alarmantes en algunos casos, ni la posibilidad de ser inmortales, extremo imposible, por más experimentos que se lleven a cabo. Sabemos que vivir 150 años - como afirman sucederá dentro de unos siglos - no significa vivir para siempre. 

Hace mil años la esperanza de vida en la Península Ibérica era de 25 años, nadie podía pensar que, mil años después, íbamos a tener (al menos estadísticamente) la posibilidad de vivir casi 90 años. Ahora a nosotros se nos hace raro pensar que dentro de doscientos años - no más - un ser humano podrá vivir casi siglo y medio. Pero podrá, estoy segura. Esto, o extinguirnos como especie, una de las dos cosas va a suceder. Y sin ser alarmista, me inclino más por la segunda opción. Se me olvidaba una tercera opción, una invasión extraterrestre. Este extremo lo considero más improbable, si existe vida en otros planetas, sus habitantes ya están entre nosotros, disfrazados de humanos, con distintas apariencias según la ciudad/país donde vivan, imitando al alienígena amigo de Gurb en su aventura por Barcelona. He llegado a creer - sobre todo en estos meses de encierro - que algunos de los seres que nos rodean son extraterrestres. No hay que tomarse a broma esto, científicamente no existe otra explicación, y racionalmente tampoco. 

Por tanto, no hay que temer la invasión, ya están entre nosotros... Mimetizados y haciendo el bien o el mal según su naturaleza. Al igual que sucede con nosotros, los humanos, pero de forma más sofisticada. Al fin y al cabo han venido de otras galaxias a millones de años luz de distancia. Si han logrado llegar aquí, son - sin duda alguna - mucho más avanzados.

Entonces, ¿dónde está la fuente de la eterna juventud? ¿qué encierra este concepto? Hay algo que está claro, hoy y hace tres mil años, los jóvenes consideran su juventud eterna y los ancianos ansían volver atrás en el tiempo, aferrándose a un pasado feliz y perdido para siempre. Cuando pensamos en ser inmortales, no nos abandona la idea de que nuestra apariencia será la de una persona joven y llena de vida, sin enfermedades ni taras. Por eso nos seduce el placer inmediato, no somos capaces de bucear más allá de lo que se nos presenta de manera asequible. Quizás el precio de la eterna juventud sea renunciar a ella, y vivir para siempre de una forma miserable. 

En las crónicas de los conquistadores de América, también se hace referencia a la eterna juventud, a la búsqueda de sus fuentes... ¡A la inmortalidad! Me ha venido a la cabeza la película 'Los inmortales' (1986), en la que el protagonista acaba harto de semejante privilegio, y arde en deseos de morirse de una vez, tras deambular durante siglos lidiando con idiotas, el pobre no ve el momento de marcharse al más allá, a ver si la cosa pinta mejor. 

No, vivir eternamente no es quedarse aquí para siempre. Vivir eternamente es lograr que tu nombre y tu obra sea conocidas durante siglos y siglos. Es atravesar la Laguna Estigia optando por la orilla correcta, virando hacia la gloria que dé a la humanidad algo de lo que sentirse orgullosa. Pocos hombres lo han logrado a lo largo de los siglos, para ellos mismos y para otros.

Lo pensaba cuando - estando en la sala donde se encuentra el cuadro de 'Las Meninas' de Diego Velázquez  - aparecieron los reyes de España el 19 de junio, con el objetivo de promocionar Madrid y - por extensión - todo el país, mostrando nuestras mayores fortalezas: encanto, osadía y - claro está -  cultura. Los reyes (Borbones) se fotografiaron delante de este cuadro, quizás el que más ha influido en la historia del arte, que fue pintado gracias al mecenazgo de Felipe IV, un Austria que ha sido denostado por los Borbones y llenado de oprobio para apuntalar su dinastía, mostrándola como un soplo de aire fresco frente a la oscuridad de los Austrias. No sólo Velázquez ha acudido al rescate de España en 2020, también el propio Felipe IV, aparece en la foto. Sí, él, el artífice de que el Prado sea uno de los mejores museos del mundo. Sí, él, el que se empeñó en adquirir obras de arte que atraen a millones de personas todos los años a Madrid, para contemplarlo a él, vestido de negro, austero y pensativo, pintado por Velázquez.

'Retrato de Felipe IV'
Diego Velázquez
Hacia 1653. Óleo sobre lienzo, 69,3 x 56,5 cm 
Museo Nacional del Prado (Madrid)

Al mirarlo sabemos que Felipe IV consiguió, sin pretenderlo, alcanzar la inmortalidad. Si los reyes hubiesen decidido fotografiarse delante de la 'Familia de Carlos IV' de Goya, nada de lo que representa España se hubiese proyectado al mundo. Sólo el ingenio de Goya para mostrar una familia de idiotas y dementes que nos condenaron a un siglo XIX lleno de guerras y miseria, lejos de la inmortalidad.

Patinir, un pintor flamenco muy del gusto de los Austrias españoles, nos mostró el camino hacia la trascendencia. Dio forma a un lienzo que representa nuestra propia vida, nuestro camino hacia la 'inmortalidad'. Mirándolo, los reyes españoles del barroco - con todos sus aciertos y desatinos - supieron que debían dotar a España de un espacio que proyectara al mundo lo que éramos, sin veladuras ni medias tintas. Un lugar lleno de miseria y grandeza, que conviven de manera peculiar, porque no somos capaces de desligar una de otra. Los Austrias lo entendieron nada más llegar al trono, a los Borbones les ha costado 320 años comprenderlo.

Leed mucho.
M.

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