domingo, 16 de agosto de 2020

Los primitivos flamencos..., y Bretton Woods.

Agosto de 2020, os recomiendo que toméis un blog de notas, y os dediquéis a pasear y meditar sobre cualquier cosa que se os pase por la cabeza. Si os gustan los pájaros, pues pájaros. Si sois más de mecánica, id viendo los diseños de los coches y cómo han cambiando los gustos a lo largo de las décadas... También podéis observar personas sentadas en parques, en terrazas... Hay un vasto espectro de posibilidades. El siguiente paso es dar forma a un blog, como hago yo, y dedicaros a escribir ideas que sólo guardan conexión en vuestra cabeza. Es un ejercicio totalmente recomendable.

A mi me vienen las ideas de la forma más casual y sin sentido. Puedo estar en lo alto de la Torre Eiffel y tener la mente en blanco. Pero al ver un chicle pegado en el asiento del autobús comienzo a recibir un torrente de ideas que relaciono de la forma más extraña. Aunque mi mayor inspiración se encuentra en los cuadros, me pasaría la vida mirando determinadas obras de arte, no cesan de generar ideas en mi cabeza que procuro enlazar con avatares diarios, aunque la pintura tenga más de 500 años. El Bosco es fascinante para este tipo de ejercicios inspiratorios, pero hoy me valdré de Pieter Brueghel el Viejo y de su cuadro, 'El triunfo de la muerte', expuesto en el Museo Nacional de Prado (Madrid).

'El Triunfo de la muerte'
Peter Brueghel el Viejo.
1562 - 1563. Óleo sobre tabla, 117 x 162 cm
Museo Nacional del Prado (Madrid)

En mi forma de expresar ideas, completamente caótica, suelo hacer pocos esquemas. Esta vez no, he estudiado, leído y escuchado decenas de conferencias para centrar el tema que estoy tratando. No me ha costado demasiado, la pintura flamenca es una de mis debilidades, comencé a escaparme al Museo del Prado siempre que podía para ver las pinturas de El Bosco y Patinir. Velázquez, y sobre todo Goya, han sido un añadido posterior a mis paseos por el museo. 

El estudio del contexto histórico ha sido una consecuencia lógica de la contemplación de los cuadros. Cómo la Corona de Castilla jugó un papel clave en la historia de Europa - sin pretenderlo - y nos convirtió en protagonistas de la Leyenda Negra. Como recompensa de tanta infamia, la soberbia colección de pintura flamenca en el Prado. 

Creo que, como fuente de inspiración, la pintura flamenca es y será, un pozo sin fondo. En este mundo donde la ciencia lo explica casi todo, y donde dios ya casi no existe, volvemos la mirada a temas pseudo-ocultos, como este cuadro. Hay una dimensión desconocida en él que resulta tremendamente atrayente, no tanto por su ya mencionada dimensión oculta, sino porque no pierde frescura, ni resulta obsoleto. Hoy (2020) nos acercamos peligrosamente al caos, no por los riesgos que asumimos cada día al despertar, más bien por nuestra ceguera. Uno de los mensajes ocultos del cuadro es precisamente que caminamos hacia un agujero negro de horror tan contentos. Podemos interpretarlo de muchas formas, tantas como figuras aparecen en la pintura, pero nunca llegaremos a ninguna conclusión. Veremos el fuego a lo lejos, a otros caer, al mal rodeándonos apocalípticamente, veremos reyes vencidos, inocentes sacrificados, pero aun así ninguna conclusión saldrá de nuestras mentes, ninguna. Esta es la moraleja más inmediata del cuadro, que el hombre es incapaz de aprender, ni de extraer conclusión alguna.

Ahora viene un momento de transgresión... ¡Tachánnnn!

Debo confesar, llegados a este punto, y después de tantos artículos publicados en este y otros medios haciendo referencia a cuadros y libros, que soy economista. Lo sé, no me pega nada. Pero bueno, todos guardamos fantasmas y polvo bajo la alfombra. De esa formación recuerdo poco/nada. Por muchas razones, la fundamental es que el mundo financiero se ha vuelto extremadamente complejo, otra - no menos relevante - es mi falta de interés. No obstante, reconozco que sé de economía, cuando leo artículos relacionados con las finanzas, tengo suficiente poso para afirmar que son todos (un 99,99%) basura pura y sin fundamento. Desconociendo los redactores los pilares básicos de la economía, tales como las causas de la inflación, por qué no se deben subir los impuestos en una determinada coyuntura económica, por qué mantener tipos de interés muy bajos (emitir dinero) durante un periodo prolongado de tiempo es hacer trampas al solitario..., etc. 

¿Qué tiene que ver esto con el 'Triunfo de la Muerte'? Todo, está muy relacionado. Presumo de ser una 'divorciada' de la ciencia económica. Afirmo con vehemencia que es algo estéril, y que analiza los hechos a toro pasado, incapaz de predecir lo que va a suceder. Algo así como un adivino chusquero. Sé que en mi cerebro tengo un apartado reservado a 'conocimientos económicos estudiados en la universidad', de los que he olvidado una parte, otra ha quedado obsoleta y una tercera permanece, pero no le hago ni caso.

Hasta el otro día, en el que me planté delante del cuadro de Peter Brueghel el Viejo, e inesperadamente recordé con cariño aquella época en la que aprendía cosas tales como 'El Patrón Oro', el 'Colapso Económico de 1929' y los 'Acuerdos de Bretton Woods'. Sí, es extraño, esto me vino a la cabeza observando el cuadro. 

Analicemos el paralelismo. Desde la antigüedad más remota, la riqueza y el poder se han valorado con oro. En 1562, año en el que se pinta el cuadro, el comercio de Flandes, las grandes conquistas y luchas de poder, se pagaban con oro. El propio pintor reflexiona sobre el tema, mostrando a ricos y a pobres igualados ante la catástrofe que les rodea. 'Dios nos pone en el mismo plano a la hora de enfrentarnos a la muerte'. Flandes, la región más rica de Europa en el siglo XVI, acuñaba monedas de oro que circulaban por sus prósperos puertos y pagaban la opulencia de comerciantes y banqueros. Todos ellos estaban ciegos, todo ese sistema de vida se sustentó durante siglos con guerras y más guerras. Países que se creaban, que desaparecían, fronteras que iban de un lado para otro y el binomio inamovible, oro y destrucción.

Con el paso de los siglos, la economía se fue haciendo más compleja, sobre todo después de la Revolución Industrial. Para dar estabilidad a tanto trasiego y cambio, se ideó el Patrón Oro. Medio pensado ya por David Hume en 1752, perseguía crear un equilibrio haciendo referenciar la cantidad de dinero en circulación de un país al oro que tuviera, para que esa moneda tuviera un valor estable y real, comparable al de otras economías circundantes. No hay que perder la perspectiva, el mundo se iba haciendo más y más global, había gente viajando de forma más rápida e intercambiando bienes y servicios. En esto los europeos del norte nos dan sopas con onda. El Patrón Oro funcionaba más o menos bien, pero la rigidez de sus principios y las trampas de los países acabaron con él. La Primera Guerra Mundial y la necesidad de dinero ¡ya! de los estados beligerantes provocó el colapso total de la idea. Todos sin excepción emitieron billetitos sin control, sin respaldo alguno de oro, dando como resultado una hiperinflación y una pobreza generalizada. Como veis, los humanos caminando - como en el cuadro - hacia el abismo.

Durante el Periodo de Entreguerras, no se abandonó del todo su uso, el engranaje se movía con una especie de Patrón híbrido oro-libra-dólar, que justificaba la inoperancia de los economistas, o lo que es lo mismo, su ceguera para ver que el mundo era distinto y se necesitaba un cambio de formulaciones de base. ¿Os suena verdad? Lo estamos viviendo ahora, aferrándonos a un modelo económico que ya no responde a lo que necesitamos. De nuevo el cuadro y los esqueletos moviéndose a sus anchas.

Hasta que todo colapsó en 1929 de la peor forma posible, los felices danzantes de nuestro cuadro fueron los protagonistas de lo que vemos al fondo, el paisaje desolado, quemado, lleno de cruces y tumbas. Bienvenidos a la Segunda Guerra Mundial. 

Afortunadamente - cuando todo parece perdido - aparecen mentes brillantes arrojando luz e implantando soluciones válidas dentro del caos.

Hotel Mount Washington
Bretton-Woods - New Hampshire - Estados Unidos

En 1944, en el Hotel Mount Washington de New Hampshire, cuando estaba claro que Hitler había perdido la guerra, un grupo de economistas se reunió para sentar las bases de un sistema económico estable y duradero. Liderando todo este pool de sabios una mente brillante, la de John Maynard Keynes. Os recomiendo que profundicéis sobre la vida de Keynes, es muy interesante, creedme. Es el prototipo de persona sin perjuicios, inteligente y con las ideas claras. A él debemos - para bien o para mal - lo acontecido en materia económica desde 1945. Él ideó un sistema basado en divisas fuertes como refugio (el dólar básicamente), la idea de organismos supranacionales que pusieran orden a tanta trampa y mentira, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y el valor de las políticas fiscales en tiempos malos. Sus ideas sentaron las bases de un periodo de progreso (con baches) que ha durado setenta años. Pero sus postulados ya no funcionan, no dan respuesta a nuestro mundo, ni a la crisis de Covid-19, ni a las trampas al solitario que llevan haciendo los países del primer mundo desde hace años. El cuadro de Brueghel viene a mi cabeza de nuevo, porque esta vez no parece que haya nadie como Keynes, y si lo hay, nadie va a escucharlo. Hay demasiado ruido de idioteces como para que lo verdaderamente transgresor y relevante se haga oír.

Tengo miedo, no lo niego. Por más que escucho opiniones de periodistas especialistas en enfangar y manipular la realidad, no logro distinguir nada que merezca la pena ser considerado como la simiente de un nuevo sistema económico. Si hay algún economista hábil, tampoco hablará, todos están vendidos a algún grupo de poder. 

Mi deseo  es que alguien como Keynes vaya al Museo del Prado y sienta - como yo - que miles de cadáveres nos rodean y nos llevan al infierno, para que imagine y esboce un mundo mejor por venir. Y lo que es más importante, ¡GRITE!

Leed la vida de Keynes.
M.

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