sábado, 25 de enero de 2020

El traslado de Troya al Museo Británico

Otra exposición que me propongo destripar. Empecé este blog con la idea de hablar de libros, pero reconozco que últimamente - para lo bueno y para lo malo - encuentro más inspiración yendo a exposiciones. Es muy enriquecedor, no sólo aprendo, también observo los comportamientos humanos ante determinadas piezas expuestas. Animo desde ya a realizar este deporte intelectual.

La exposición a pulverizar en esta ocasión es 'Troya, mito y realidad', que se puede ver hasta el 8 de marzo en el British Museum de Londres. Veinte libras esterlinas tiradas a la basura. Si conocéis a alguien que pueda conseguiros pases gratis, genial. Si no es el caso, es mejor que deis el dinero a la caridad, o lo metáis en una hucha para crear - junto a otras personas que tengan pensado verla - la Fundación 'Gracias a los Dioses del Olimpo que fueron los griegos los que inspiraron nuestra cosmogonía vital y no los ingleses'. Los pobres no han entendido nada, o mejor dicho, lo han reinterpretado a su manera, y lo han vendido con sus frases habituales (bastante machaconas por cierto) 'increíble, con la boca abierta te vas a quedar, nunca se vio nada igual...' No miento, aquí están:


En fin, nada más ver el primer comentario, ya observamos que a algún iluminado se le ha ocurrido dar un enfoque 'Juego de Tronos' a una historia épica y legendaria ocurrida hace 3000 años, cuyos protagonistas (de haber existido) caerían fulminados del espanto al ver esto, porque su forma de pensar nada tenía que ver con la nuestra, nada. Pero esto, los angloparlantes no son capaces de percibirlo. El mundo se mide siempre con la misma vara, la del thrilled, terrific y otras memeces semejantes.

Es posible que los dioses del Olimpo estuvieran pensando en darle forma a esta exposición hace tres milenios, pero lo dudo mucho. Los protagonistas de la Guerra de Troya, algunos humanos, otros semidioses y otros dioses sin más, ni imaginaban que los ingleses durante los siglos XIX y XX, aprovechando su dominio imperial, iban a robar sin control ni pudor todo lo que se les ponía a tiro, para llenar este museo, el Británico, con dos objetivos, uno demostrar que dominaban el mundo incontestablemente; y dos, organizar cada cierto tiempo, con las piezas sustraídas, exposiciones como esta, y así borrar de forma sutil el ingente legado e inconmensurable influencia que nos dejaron griegos, romanos, fenicios, sumerios... O lo que es lo mismo, reescribir esta influencia a su manera, astuta y pragmáticamente, como siempre han hecho. Para pasar posible logros de otras civilizaciones por el tamiz de su censura.

La exposición de Troya es la demostración más clara de este hecho. Pero como decía, la verdad en este caso es incontestable, los griegos y - por extensión - las civilizaciones mediterráneas, dejaron una huella que dura ya milenios, no sé exactamente cuánto ni de qué manera se notará la influencia anglosajona en el mundo por venir. Dudo que - de haber sido ellos entonces, hace tres mil años - algo más que una isla poblada por tribus salvajes, hubieran inventado el alfabeto, los libros, o hubieran dado forma a los conceptos que forman nuestra filosofía vital. Ese mundo de las ideas que describió Platón, ayudó a que las enseñanzas del cristianismo, tales como la igualdad, la vía para conseguir comunicarnos con lo divino, la individualidad, etc., nos modelaran como seres humanos durante siglos. Somos diferentes a los orientales (no mejores, ni peores) porque hubo una guerra hace miles de años, y esa guerra - ¡gracias a Zeus! -  tuvo lugar en el Mediterráneo, esa contienda fantástica y colosal se convierte en un pálido escenario de cachivaches sin sentido, a los que se dota de una vida efímera y de circo que me lleva a afirmar que - ya sin fisura posible - los ingleses nos desprecian más de lo que llegamos a concebir. Su único objetivo es convertir nuestras vidas es un escenario de cine, de Netflix... Y vaciar todo lo épico y mágico de nuestro cálido escenario mediterráneo.

La entrada del caballo en Troya, 
Giovanni Domenico Tiépolo (1773)
National Gallery (Londres)

Hablemos de la Guerra de Troya, al menos unas pinceladas, de haber tenido lugar - los griegos pensaban sin fisuras que sí, los arqueólogos modernos no lo tienen claro -  no cabría mayor concentración de personajes apasionantes, todos ellos están presentes en leyendas (aun hoy) y han sido protagonistas de la historia del arte, al menos hasta mediados del siglo XIX. Hay amor, pasión, celos, venganza, dioses que conciben personajes mitológicos que juegan un papel primordial en la trama, lealtad, heroísmo, imaginación y arrojo. Para dar forma a ese mito, se disponía de unos papiros y poco más. Ahora - pensemos por seguir con el mismo ejemplo, en Juego de Tronos - disponemos a una ingente cantidad de guionistas, maquilladores, decoradores, programas informáticos que crean montañas inexpugnables de la nada, redes sociales con influencers que dirigen los guiones hacia los gustos del consumidor... Y con todo ello, la trama es tan previsible y tan 'como debe ser' que resulta hasta cómica. En el Mediterráneo, hace miles de años, entre columnas decoradas con hojas de parra, los dioses griegos inspiraron historias legendarias que modelaron nuestras vidas y nuestros pensamientos, nuestras novelas y nuestro imaginario. Paris estaba enamorado de Elena, y la raptó. Esto provocó una guerra - la de Troya - que duró años, y en la que participaron generales míticos - como Agamenón -, y semidioses - como Aquiles -. Nombres que todavía conocemos, después de tanto tiempo. Al final, un caballo de madera puso fin a la guerra, ese animal, esa genialidad casi quijotesca, ideada en un momento de tensión desesperada, es lo que ha hecho que nosotros, los hijos de estas historias épicas, hayamos cambiado el mundo. Sí, esa superioridad inglesa se nutre del derecho romano y del mundo de Platón y Aristóteles. Hasta su alfabeto es el nuestro, no pudieron mejorarlo.

Hay una pate de la exposición, justo al final que nos muestra cómo se plasmó el imaginario de Troya en el arte, desde el renacimiento hasta el siglo XX, o lo que es lo mismo, como reescribieron ellos el mito. Porque los que lo crearon, pierden el protagonismo entre la niebla londinense.

Será mejor que consumen su Brexit y nos dejen vivir, puede que seamos más pobres, pero - al menos - nuestra vida tendrá sabor a leyenda, y Zeus nos enviará a algún hijo suyo, convertido en hombre, un héroe gentil y arrojado, que expulse de nuestros cerebros toda la basura circense que día a día nos obligan a consumir.

Leed mucho, visitad exposiciones y sacad vuestras propias conclusiones.
M.

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