domingo, 25 de agosto de 2019

Y los sueños se hicieron realidad....

Si los sueños se hicieran realidad, tendrían la forma de un vestido de Cristóbal Balenciaga. 

Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (Madrid)
18/Junio a 22/Sept. 2019

Aquí podría acabar, porque todo lo que añada, creedme, sería superfluo. Balenciaga fue un genio superlativo, un visionario y un creador de tendencias como no ha habido otro. Cualquier prenda - cualquiera - que tengáis guardada en vuestro armario tiene su origen en el cerebro privilegiado de este modisto de Guetaria. Si él no hubiera existido, ahora mismo nuestra indumentaria sería otra bien diferente. Como dijo Dior: 'Nosotros hacemos lo que podemos, Balenciaga hace lo que quiere'.

Si no ocupa un lugar más preminente en la historia del arte, no ya de la moda es - simple y llanamente - porque es español y no cumple con el cliché mental que tenemos de un modisto o - yendo un poco más lejos - de un artista contemporáneo. 

Un artista del siglo XX tiene que ser francés o norteamericano, con una vida compleja en todos los sentidos, polémico e irreverente, ateo y - en el caso de que sea homosexual (no sé si Balenciaga lo era, presumo que sí) - de izquierdas. Este modisto, no bebió de ninguna de estas fuentes. Para colmo eligió reivindicar la cultura española y su influencia innegable en la historia europea en un momento en el que nuestro crédito internacional estaba muy de capa caída, teníamos gobernando al dictador, al general gallego, patético personaje que ayudó con sus grises puntos de vista a ensanchar nuestra leyenda negra, apuntalando a Francia como antorcha cultural del mundo.

La antorcha se alimentaba con el talento de Balenciaga, que influyó en cada uno de los nombres que ahora nos suenan más, como Dior, Givenchy o la propia Coco Chanel. Todo esto ha sido cuidadosamente maquillado, por eso creo que la exposición 'Balenciaga y la Pintura Española' es un punto de inflexión, la chispa que necesitaba su talento para ocupar el lugar que se merece. Es - sencillamente - un sueño maravilloso, un cuento de hadas desplegado en las salas del museo - pintadas de negro - y con los cuadros de los maestros de la pintura española que influyeron en este modisto que pasó su infancia rodeado de ellos, en casa de la Marquesa de Casa Torres, clienta de su madre, que también fue modista.

Si vais a ver la exposición os sorprenderán varias cosas, la primera, que las salas están pintadas de negro. Rarísimo y fúnebre podréis pensar, pero no, el color negro representa la españolidad CON MAYÚSCULAS. Hasta que los españoles no trajeron de México el tinte específico, las ropas que se usaban tenían un color grisáceo-parduzco. Que se consiguiera teñir el paño completamente de negro gracias al comercio con las Américas, fue aprovechado por Felipe II para dar su color particular a la corte española. Un color que en el siglo XVI no se consideraba de mal agüero, eso fue después cuando vertieron sobre nosotros toda la basura de la Leyenda Negra. En sí el color daba forma a ideario de la monarquía hispánica, y - por extensión - a los tres pilares de la creatividad de Balenciaga: Elegancia, Austeridad y Religión Católica. Podemos afirmar que Felipe II fue un 'influencer', gracias a la adopción de este color en la indumentaria de los Austrias españoles, el negro fue percibido como algo elegante y sobrio (no católico, esto no). 

Otra sorpresa es el color blanco, que nos acerca a otro pintor que él admiraba profundamente, Francisco de Zurbarán (1598-1664), en una sala espcífica se despliega su dominio de la luz para crear pliegues imposibles en cuadros de monjes con hábitos blancos. El padre de Zurbarán era un comerciante de paños, detalle que a Balenciaga le parecía sumamente interesante, su trajes de novia, tienen toques de luces tan sutiles, tan elegantes, que los vestidos palabra de honor, llenos de pedrería que usan las novias horteras en el siglo XXI, dan risa. Así de claro y simple.

Visión de San Pedro Nolasco (1629)
Francisco de Zurbarán
Museo Nacional del Prado (Madrid)

He mantenido un monólogo constante aquí, en este blog, machacando la idea de que los Borbones han sido una desgracia para España. En cierta forma, al ver esta exposición me sentía reafirmada en mi postura. Creo que la inspiración que toma Balenciaga en la corte española de los Austrias, esa etiqueta majestuosa, donde la elegancia se mide con toques de orfebrería y colores sobrios, es una reivindicación suya - personal - de esta misma idea, es decir, que los siglos XVI y XVII marcaron una gran gesta en la historia gracias a los Habsburgo y no, como nos han contando, a pesar de ellos. 

Reescribir la historia es algo constante, cambiar la personalidad y los gustos de los que ya no están es tan nuestro como el jamón serrano También os sorprenderá ver las cartelas de ciertos trajes en vasco. Sinceramente, y desde el respeto, no creo que Balenciaga hablara euskera en su vida. Pero bueno, no creo que tardemos mucho en ver su nombre mezclado en algún acto de exaltación patriótica vasca, todo puede suceder. Si hay que elevarlo al olimpo de los dioses, es mejor que pase a la historia por lo que si vende, obvio que ser católico y sentirse español no es comparable a otros sentimientos y actitudes más sublimes y heroicas.  

Tengo que ponerle un 'pero', no a su talento, eso nunca. Balenciaga jamás hizo moda 'lista para llevar', lo que los franceses y el mundo en general conocen como 'pret-a-porter', sólo confeccionó prendas de alta costura para clientas elegidas que conformaban una minoría (minúscula) en los años en los que él desplegó su actividad en París, a partir de 1939. Me sorprende, porque él provenía de una extracción social humilde, pero jamás se planteo hacer accesible su creatividad, lo que en el lenguaje políticamente correcto se denomina 'democratización' del arte. Pero - por favor - que este comentario no enturbie ni un ápice su soberbia aportación al mundo de la moda y - por ende - al del arte.

Os animo a que exploréis y os acerquéis al Museo Nacional Thyssen Bornemisza de Madrid. Veréis que, de una forma sutil, Cristóbal Balenciaga tiño París de colores españoles, los del Greco, Velázquez, Zurbarán, Goya... Os sentiréis orgullosos de vuestras raíces, pero a la vez como pequeños dioses sin esperanza, porque los grandes genios, los que tienen la ideas y los sentimientos claros, son - irremediablemente - separados de la historia.

Leed mucho.
M.


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