viernes, 10 de mayo de 2019

Reflexiones filosóficas sobre el budismo para sobrevivir en un mundo de locos...

Mayo es delicioso en Madrid, creo que – junto con octubre – es el mejor mes del año. No hace demasiado calor y la ciudad muestra su mejor cara. Asistimos cada año a una especie de despertar candencioso y estimulante, que se traduce en mil ofertas de actividades de todo tipo. Da igual lo que te guste, algo encontrarás. Seguro.

Víctima de este espíritu que denominaré “alegoría primaveral” asistí en La Casa Asia de Madrid a la presentación del libro “En palabras del Buddha. Una antología de Discursos del canon pali”. Soy amiga de uno de los traductores, un budista convencido y pasional al que considero muy inteligente. Todo lo que cuenta lo escucho con atención y respeto, con el firme propósito de aprender y meditar sobre este canon de pensamiento desconocido en España (por más libros que se publiquen) y terriblemente adulterado por el circo moderno y sus ansias de contemplar todo como si fuese un espectáculo que se brinda para dar respuestas insustanciales a las mentes más simples.





Siempre llevo un cuadernito de notas, mientras escucho me concentro mejor si escribo, me ayuda a fijar las ideas. No fue una excepción en esta ocasión, trascribo ahora lo que anoté con el único objetivo de poner en orden mis pensamientos. No es mi objetivo dar una lección de moral, ni poner en la balanza si es mejor ser budista, cristiano, judío, musulmán… Cada cual que haga lo que le parezca y se ajuste a su forma de vida.


Cuando Buddha, Jesús, Mahoma… mueren, sus ideas comienzan a ser adulteradas y manipuladas, siempre y sin excepción, para adoctrinar a los hombres, de acuerdo a leyes y dictados más terrenales que divinos, creando de la nada una serie de instituciones al servicio de poderes que poco tienen que ver con la espiritualidad, con alcanzar el nirvana o con el amor que cambiará a la humanidad. 


Al ser las religiones mayoritarias gestadas y predicadas desde oriente, su concepción primigenia es bastante gregaria y comunal. El concepto de individualidad es algo muy específico de la cultura occidental, sobre todo desde El Renacimiento.

Esta idea de individualidad, es decir, que cada hombre es diferente (no mejor) que otro que está justo al lado cogiendo el autobús, se ha perfeccionado - no siempre con buenos resultados - tras la Revolución Industrial. En el anverso está la religión (cualquiera) que tiende a homogeneizarnos a todos, con el agravante de que sus adeptos creen que las demás lo hacen, pero la que él practica es un paradigma de libertad y respeto. El que pertenece a una religión concreta es un tipo liberado, liberado por las mejores ideas del universo. Las suyas, naturalmente.


He escuchado a mi amigo y a otros practicantes del budismo decir que el cristianismo está lleno de supersticiones, y que todo su corpus doctrinal es fanático e intransigente. Honestamente, tan real o falso puede ser que un hombre llamado Jesús muriera crucificado en el siglo I en Jerusalén, que un príncipe hindú alcanzara la iluminación quinientos años antes en la India. Por otra parte, somos la evolución lineal de la filosofía griega, Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, y antes Pablo de Tarso, adaptaron la doctrina cristiana, con un germen judío y oriental, a los moldes del pensamiento griego. No hubo otra forma de pensar durante mil años. Cuando Europa conoció Oriente, ya no tenía remedio, estábamos contaminados. Era complicado entender sin
‘google traslator’ y sin los medios de los siglos XX y XXI, un canon completamente ajeno a nuestra historia. Es más, no ha habido persecución en Europa contra los practicantes del budismo, porque jamás supusieron una amenaza, sus ideas eran incomprensibles para nosotros. Si alguien en mitad de una transitada calle de París, Londres o Madrid, hubiese gritado en el siglo XV:

(...) Ananda, seis son las raíces de las disputas. ¿Qué seis? He aquí, Ananda, que un monje se enoja y se molesta. El monje que se enoja y se molesta, vive sin respetar y obedecer al Maestro, sin respetar ni obedecer al Dhamma, sin respetar ni obedecer al Sangha, [y así] no puede contemplar su formación. El monje, Ananda, que vive sin respetar ni obedecer al Maestro, al Dhamma y al Sangha, y que no completa su formación, genera disputas dentro del Sangha. (...)
En Palabras del Buda. Una Antología de Discursos del canon pali. Edición Española. Editorial Kairós. 1ra Edición. Marzo 2019. Pág.217.

Lo más que le podría pasarle es que lo tomasen por un pirado. Un iluminado. El cine ha hecho mucho daño en la imagen que tenemos de los sacrificados por la religión. Creedme. En Europa ha habido infinitas guerras de religión, pero SIEMPRE han estado motivadas por la obtención del poder. Cuando no había de donde rascar, y el disidente en cuestión no suponía peligro alguno, se le dejaba en paz y a otra cosa. Por favor, no creáis otra cosa.

Por eso, me resulta sorprendente, que los budistas se adhieran innecesariamente a esta corriente de pensamiento tan ridícula y simple, es decir, desacreditar otra religión, para fortalecer los cimientos de la suya. Copio textualmente (corto/pego) un párrafo de un mail relacionado con la convocatoria a este evento:

El Buddha alentó a sus seguidores a “venir y ver” (ehipassiko), es decir, los animó a probar e investigar por ellos mismos si sus enseñanzas funcionaban o no, en lugar de hacerles confiar ciegamente.
El Buddhismo es un conjunto de enseñanzas muy realistas, todo lo contrario a la creencia o la fe, y, de hecho, el Buddha habló sólo de causas observables sin ninguna suposición metafísica.

Ni Jesús ni Mahoma obligaron a ningún ser humano a confiar ciegamente en nada. Las palabras de Jesús que aparecen en el Evangelio (hablo de este libro porque lo conozco mejor que el Corán) son tan honestamente cotidianas y observables que - precisamente por ello - cambiaron radicalmente el mundo y fijaron el año cero el día de su nacimiento en Belén. Jesús, al igual que Mahoma, no era un filósofo alejado del mundo. Ambos fueron hombres que intentaron, con sus palabras, dar respuesta a los problemas reales, que - sorprendentemente - siempre son los mismos.

Por otra parte. ¿Qué es una suposición metafísica? Es complicado dotar de conceptos filosóficos a cualquier religión, más cuando los manuscritos o la propia tradición oral están a años luz de la gramática del idioma que pretende lograr la síntesis. Pero inventar términos sin pies ni cabeza, no me parece el camino.

Nos alejamos irremediablemente de unos valores que aparecen en todos los cánones sagrados sin excepción. Una de las causas está en la incapacidad de lograr puntos de encuentro entre diferentes religiones, olvidando los dogmas y centrando el diálogo en las enseñanzas más simples y enriquecedoras. Nada más. 

Durante quinientos años el mensaje de Buddha fue de boca en boca porque era realmente potente, nadie podía sustraerse de él, para no perder la esperanza ante lo miserable de la conducta de los hombres. Cuando Jesús nace, Judea es una provincia romana muy helenizada, donde la escritura está ampliamente desarrollada. Los primeros Evangelios se escribieron unos sesenta años después de la muerte de Jesús, en griego, esto - para los detractores del cristianismo - es una prueba de que el mensaje ya no valía, estaba adulterado por el tiempo. Sesenta años no son nada, ahora en 2019 leemos libros con investigaciones de hechos acontecidos hace 500 años, y los damos por buenos. Pero lo que quiero decir, es que sea mucho o poco tiempo, en realidad carece de importancia. Porque lo que subyace es lo maravilloso del mensaje de cada uno de los profetas, mesías, príncipes... que un día - tal vez sin ellos pretenderlo - dieron un rumbo diferente a los tiempos, y a la historia. 

(...) Me vieron venir desde lejos y, al verme, acordaron lo siguiente: "Amigos, viene el asceta Gotama, el que se da a la buena vida, el que abandonó el esfuerzo y volvió a la vida regalada. No le saludaremos, no nos levantaremos y no tomaremos ni su cuenco ni su manto, pero prepararemos un asiento y, si quiere, que se siente". Sin embargo, monjes, a medida que me acercaba, el grupo de cinco monjes, fue incapaz de mantener su palabra. (...) Sin embargo, me llamaban y se referían a mi como 'amigo' (...)

En Palabras del Buda. Una Antología de Discursos del canon pali. Edición Española. Editorial Kairós. 1ra Edición. Marzo 2019. Pág.136.

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Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles. Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio del grupo le dijeron a Jesús:
—Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?
Con esta pregunta le estaban tendiendo una trampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo. Y, como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo:
—Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Evangelio de Juan 8: 1-7


¿Por qué somos incapaces de comprendernos? Estamos más cerca de lo que creemos.

Dos cosas, una leed el libro si podéis, os ayudará a entender un mundo del que nunca nadie nos cuenta nada, y al que debemos más de lo que somos conscientes. Yo he leído pasajes y me encanta. Dos, pensad por vosotros mismos.
M.



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