jueves, 14 de marzo de 2024

Eventos en el Museo Thyssen de Madrid, del siglo XIV al arte conceptual de Stephany Comilang

El  mundo va mal, verdaderamente la cosa no pinta bien. Hay guerras, locos al poder y ciudadanos de todo el mundo ciegos ante el abismo. 

Me viene a la cabeza un cuadro que había en el dormitorio de mis abuelos, del que años después compré una réplica exactamente igual en el Rastro de Madrid, con la misma estética años treinta del siglo XX. Se trata de tres niños que juegan a la gallinita ciega, el que tiene los ojos tapados se encamina sin remedio a una sima. Pero su ángel de la guarda le protege con sus alas desplegadas, al verlo te invade un gran sosiego, porque sabes que el niño no caerá al pozo.


¿Saben los otros niños que el pozo está ahí y aun así dejan que siga el juego? No parecen tener cara perversa, pero los más grandes demonios se disfrazan con piel de cordero. ¿Tenemos verdaderamente un ángel de la guarda que nos protege durante un tiempo y luego - harto de lo imbéciles que somos - nos deja caer a la sima? Estas y otras preguntas me vienen a la cabeza cuando miro el cuadro, porque como toda historia que surge de la religión (sea la que sea), tiene un trasfondo real, con moraleja incluida.

No es difícil encontrar los paralelismos del cuadro con la situación del mundo en 2024. Hay unos locos, malos de necesidad y mediocres, que corren a su aire, mientras el común de los mortales, cegado voluntariamente por sabe dios qué ideas y circunstancias, camina derecho hacia el abismo. El elemento novedoso es que el ángel de la guarda, dios, o cualquier espíritu que nos proteja, puede hacer acto de presencia o no. Temo que sea esto último, porque de otra forma es difícil entender muchos de los acontecimientos que estamos viviendo, por no decir todos.

La imagen del sufrimiento humano ya no nos hace mella. La venda que nos cubre los ojos está tejida con nuestra falta de ecuanimidad y compasión. Con cuatro ideas chusqueras, modelamos nuestro mini-universo. No tenemos remedio.

Me gustaría encontrar un lugar en la Tierra al que retirarme para no asistir como protagonista al horror que nos espera. La IA, Inteligencia Artificial, no me interesa lo más mínimo, creo que entre sus objetivos está la amputación de las alas de nuestros ángeles de la guarda. En sustitución de estos últimos, habrá unas máquinas programadas con sabe dios qué fines. En las últimas décadas, astutamente, han dirigido nuestros pasos para que ahora, en 2024, no seamos capaces de pasar una tarde solos en casa, ni dar un paseo en silencio, ni meditar, ni explorar sobre nosotros mismos, en definitiva, hemos dejado de escucharnos. De eso se trata, hoy me he dado cuenta con asombrosa clarividencia. Lo intuía, ahora ya sé - sin ningún género de dudas - que de forma sistemática y concienzuda, nos han convertido en robots sin voluntad. De ahí las reflexiones que siguen.

¿El arte es 'bonito'? Sí, lo es. Pero delante de un cuadro de Ugolino di Nerio, nunca diría que el cuadro es bonito. Porque no lo es.

Ugolino di Nerio (Ugolino da Siena)
hacia 1330 - 1335
Temple y oro sobre tabla.
135 x 89 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid 

El cuadro está en un estado de conservación bueno, pero no óptimo. La Virgen y san Juan tienen exactamente la misma cara, cosa extrañísima, porque a quien debería parecerse María es a su hijo, no a Juan. A Cristo le sale un reguero de sangre, que más parece una cascada que un líquido procedente de un cuerpo humano (por muy divino que sea). Los ángeles son bastante pequeños, torpes y parecen moscas. No creo, viendo su compostura, que si fuésemos a caer en una sima oscura, tuvieran fuerzas para sujetarnos. Como ángeles de la guarda no valen. El fondo dorado es presuntuoso y no viene a cuento. Y la proporción entre los humanos y la cruz deja muchísimo que desear. Esto último podemos disculparlo porque la tabla fue mutilada hace siglos.

Pero cada vez que voy al Museo Thyssen dedico mucho tiempo a este cuadro, me proporciona sosiego y me da qué pensar. Precisamente porque no es bonito. Hoy, delante de la tabla, el 100% de los visitantes del museo se detenía escasamente dos segundos, pronunciaba la tan temida frase "¡Qué bonito!". Eso tras hacer cola para comprar la entrada, dejar los abrigos y dirigirse a la segunda planta andando, acarreando sus ideas enlatadas sobre arte. 

Afortunadamente - como ya he mencionado - no se detienen más de dos segundos delante del cuadro, mucho mejor, porque tanta sandez como dicen me ofende y me perturba. Algunos de ellos, especialmente los que no son creyentes, se mofan de forma vulgar sobre una manifestación del arte que son incapaces de comprender y que va mucho más allá de la mera manifestación de la crucifixión y la tortura de un judío en el siglo I.

Tenemos la increíble suerte, fruto del azar, de poder contemplar cuadros como esté en Madrid. Acto seguido una cascada de preguntas asaetean mi silencio ¿Cómo es posible que un cuadro pintado en el siglo XIV en Siena haya acabado aquí? ¿Qué peripecias ha vivido la obra? ¿Quién ordenó pintarlo? ¿Qué apariencia física tenía el propio Ugolino? ¿Era un hombre piadoso? Probablemente no. ¿Conoció a Giotto en Florencia? ¿Cómo era este último? ¿Existía rivalidad y envidia entre los artistas en el siglo XIV? Hay que recordar que Masaccio fue envenenado unos cien años después de que se pintase esta tabla, presuntamente por envidiosos de su virtuosismo. 

Me gustaría poder comparar este cuadro con cualquiera de los que se estuvieran pintando en Bizancio sobre la misma temática en esa época, faltaban más de cien años para la Caída de Constantinopla. ¿Había intercambio de artistas entre los dos 'mundos' cristianos? Nos han enseñado tan poco sobre el arte bizantino que no puedo dejar de sentir algo de desconsuelo, avivado por los gritos de los visitantes del museo y su frase... Qué bonito!"

Miro con desprecio a todos los idiotas que me rodean, no puedo evitarlo. No son capaces de callar ni delante de un cuadro como este, no son capaces de pensar en nada de forma autónoma. ¿Cómo es posible? Me cuesta muchísimo abstraerme del ruido de fondo que me acompaña toda la visita. ¿Qué aprovechamiento tendrá la IA, más allá de convertirnos en robots al servicio de desaprensivos? 

Un cuadro del siglo XIV me invita a reflexionar y a hacerme mil preguntas, una tabla de hace siete siglos, diminuta ante la inmensidad de la historia trascurrida desde entonces. El pintor, dotado de los escasos medios de la época, me abre un mundo de meditación y de paz. Pero como el objetivo de mi visita al museo es la inauguración de la exposición de Stephanie Comilang, abandono el nirvana y dirijo mis pasos al Salón de Actos, para profundizar más sobre el contenido de 'En busca de la vida'. La crítica que sigue es demoledora, por si alguien quiere dejar de leerme en este punto.


Este montaje, happening, ocurrencia… etc., de Stephany Comilang, consigue que el concepto 'bonito' se vea rodeado de una pátina de absurdez en la que ya da igual que chillen alrededor o aparezca el mismísimo arcángel San Gabriel en forma de ángelito de la guarda para sosegar los espíritus rebeldes, eco-feministas y en contra del genocidio español en América, ese que nunca existió, pero que parece ser – según la propia artista ha comprobado – y también la comisaria de la exposición, Chus Martínez, está en boca de toda la humanidad.

Stephany ha creado la primera parte de una proyección artística que hunde sus raíces en las migraciones humanas forzosas, en este grupo únicamente se incluyen las que se originan por órdenes de los malvados españoles y su Galeón de Manila. La propia artista explicó que se desplaza a los lugares donde tales hechos se producen para escuchar las voces – no es broma, que nadie tome esto a risa – que inspiran sus obras. En este caso, son las mariposas, insectos de los que confesó no saber nada, las que hacen de alter-ego de los pobres filipinos que aún siguen siendo maltratados por los españoles, imagino que en forma de langostas asesinas que comen bichos de todo tipo, porque españoles en Filipinas hay pocos y – desde luego – no maltratan a nadie en 2024.

Para dar forma a esta idea tan novedosa, y de la que habrá una segunda parte que – también lo confesó - aún no sabe cómo dar forma, se valió del ya mencionado Galeón de Manila, que abrió Asia al mundo, entre otras cosas, y que tuvo su origen en el descubrimiento por parte de Legazpi y Urdaneta de la ruta marítima que permitía ir de California a Filipinas, algo que supuso un antes y un después en la historia de la navegación, y del Palacio de Cristal del Retiro. Ambas cosas, las voces que escucha han debido chivárselo, están unidas. La explicación es un tanto compleja, parece ser que el Palacio se construyó con la sangre de los filipinos que perecieron en su construcción, semejante a los excesos de la colonización española en aquellas tierras. De nuevo intuyo que han debido ser las voces (en inglés) las que le han proporcionado esta información, porque no hay por donde cogerla, por más que uno se ponga a ello con la mejor voluntad. Los filipinos que le hablan en forma de mariposas migratorias hablan tagalo, por lo que ella – como abanderada de la denuncia de la injusticia hacia los filipinos – no ha debido enterarse bien, no sabe ni una palabra de tagalo, ni de ninguna de las 170 lenguas que se hablan en las islas. Por ahí deben ir los tiros, no debió ajustar bien el programa de traducción simultánea que le permite avanzar con sus creaciones y del que se valió – de nuevo confesado por ella misma – para incluir en la proyección gritos de desesperación en mandarín, tagalo y español. El inglés y japonés no se contemplan, debe ser que todas las atrocidades que cometieron los ejércitos americanos y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, que incluyen la destrucción (no quedó ni una piedra) de Manila, no merece gritos de desesperación y protesta alguno. Algo se me está escapando.

De las reflexiones contemplando a Ugolino di Nerio, paso a la perplejidad más absoluta ante el abismo de basura que define el arte conceptual que se exhibe en los museos. Como muestra, la cantidad de idioteces que dijeron en la presentación tanto por parte de la comisaria, como por la propia artista, y que sólo puede explicarse por el erróneo concepto de ambas sobre lo que es una mesa de debate, donde las personas que hablan - supuestamente - tienen ideas opuestas para poder generar una charla constructiva. En este caso específico las dos se retroalimentaban de una forma lamentable. Chus Martínez (la comisaria) no sabía ni quien era Urdaneta, y eso que recalcó varias veces que sus investigaciones sobre la historia de Filipinas le habían ocupado horas y horas de lectura. Cuando pronunció su nombre dijo 'ufegjjgng', tal cual, una especie de sonido gutural extraño, para ocultar su desconocimiento absoluto sobre tan ilustre personaje. 

Astutamente, hay que reconocerlo, y para dejar a los asistentes en un plano de inferioridad intelectual, dijo que iba a hablar en inglés y que, si alguien precisaba ayuda por esto, se lo dijera.... Mmmmmm, mmmmm.... Vamos a ver, si la charla se ofrecía con traducción simultánea. ¿A qué viene ese comentario tan absurdo producto de una mente trastornada por la modernidad? Las lecturas sobre Urdaneta, Legazpi y las mariposas han debido dejarla turulata. Nada de esto - repito - debe tomarse a broma, porque ocurrió tal cual. 

La transición de voz humana a mariposa, tampoco quedó muy clara. En el turno de preguntas, alguien pidió a Stephany que hablara sobre las mariposas, y de qué manera le habían inspirado... Demoledor comentario, no sabía nada de estos insectos, con escuchar las voces de los humanos sufrientes había tenido suficiente. Nuestra amiga Chus, tan posmoderna ella, tan inteligente, tan superior intelectualmente, comenzó a agitarse, cual niña pequeña pidiendo la palabra en clase: '¡yo lo sé, yo lo sé!"... También había ensanchado su pozo de saber - ya insondable - con la lectura sobre el comportamiento de estos lepidópteros. Vuelan siguiendo la ruta de unas corrientes de aire específicas, y cada color tiene que ver con un determinado momento climático... ¡Joder! Espero que para afirmar esto sólo haya acudido a Wikipedia, que lo describe ya en los primeros párrafos, porque si verdaderamente se ha leído un libro para decir esta obviedad, el asunto es más grave de lo que pensaba.

Me inclino a pensar que de Wikipedia no ha pasado, pero claro, como también se ofreció a ayudar con la traducción simultánea y nadie se levantó para decirle que no hacía falta, se fue creciendo en su superioridad intelectual y ya no había forma de parar su egolatría. El pobre Urdaneta siguió sin nombre, eso sí, como fue un religioso agustino inofensivo y con gran importancia estratégica, no debió captar su interés, pese al tiempo dedicado a investigar.

El tema de las voces, no obstante, tiene su interés. Según Chus, en Estados Unidos, los españoles somos conocidos entre los latinos que allí habitan como 'colonizers'. He estado decenas de veces en Norteamérica y era la primera vez que oía esto. Creo que, como se suelen comunicar con sufrientes de siglos pasados, las voces de los vivos no deben entenderlas bien. Las segundas generaciones de hispanoamericanos es posible - tras someterse al adoctrinamiento WASP - que lo piensen, pero desde luego los nacidos fuera de los Estados Unidos no dicen semejante estupidez. Chus, con su magno saber, no apreció este matiz tan evidente durante su estancia en Nueva York. También me sorprende que se pliegue a las ideas WASP, que es lo más trasnochado y anquilosado que hay. 

Tras su charla retroalimentada, la idea que flotaba en el aire es que el odio de los filipinos a España y viceversa es un hecho incontestable. Menos mal que echó por tierra tal sandez, afirmando que no nos conocíamos porque no nos habían dejado, y que cuando así había sido, nada de lo que ellas afirmaban era verdad. Me pregunto si Stephany sabrá quién fue Zóbel

Prefiero a Ugolino millones de veces antes que a estas iluminadas que venden ideas más que materia artística. Ideas que son imprescindibles para entender el montaje. Aun sabiendo que hay voces y mariposas de por medio, es complicado tener una noción aceptable de lo que tienes delante. La modernidad pone en nuestras manos medios infinitos para avanzar, un avance que nos obliga a someternos a un pensamiento fijo y desasosegante. Ugolino con sus pinceles y una tabla nos permite intuir que hay en otros planos de existencia, Stephany nos anuncia el mundo que se nos viene encima, el abismo que el niño con los ojos tapados no ve. Sólo queda esperar que el ángel de la guarda esté cerca y que sus alas no hayan sido manipuladas con Inteligencia Artificial.

Leed mucho y pensad por vosotros mismos.
M.

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