domingo, 23 de mayo de 2021

'Las Poesías' de Tiziano y el rumbo de la historia...

Al hilo de mi última intervención en este blog, donde reflexioné sobre la serenidad y lo complicada que resulta su búsqueda en el siglo XXI, me propongo ahora abrir un camino para encontrarla, aunque sea efímero, de una forma cercana (para los habitantes de Madrid) y tangible, yendo al Museo del Prado a visitar la exposición "Pasiones Mitológicas". Tener la oportunidad de estudiar la interpretación de la vida y los sueños de la mano de grandes maestros de la pintura no debe dejarse pasar. La exposición no es muy grande, no hay excesivos número de obras (29), pero es soberbia.

"Dánae recibiendo la lluvia de oro"
Óleo sobre lienzo 129,8 x 181,2 cms
Tiziano (1553-1560)
Museo Nacional del Prado (Madrid)

Para mí (una opinión totalmente personal, subjetiva y ajena a la realidad), todo lo que se pintó después de la muerte de Velázquez, quizás unas décadas más tarde, cuando el Barroco como movimiento artístico se dio por acabado, no vale nada. Me aburre muchísimo la pintura de Mengs (por ejemplo) con toda su genialidad y tampoco acaba de entusiasmarme Goya, al que no dejo de reconocer su talento. Saltando varios siglos, y quizás con las excepciones de Whistler, Picasso, Chagall y Kirchner, no encuentro inspiración en ningún artista, es más, me parece que muchos están totalmente sobrevalorados sin motivo. De este tema ya he hablado aquí, así que no me repetiré.

Comenzaré dando unas pinceladas de historia, aunque está todo en internet, en cientos de libros publicados a este respecto, en la conferencia del director del Museo, donde explica y contextualiza todos los lienzos, especialmente - claro está - 'Las Poesías', y en el catálogo de la exposición. El que no sabe es porque no quiere.

Vamos con la historia, Carlos I de España convirtió a Tiziano en una obsesión. El artista estaba sobrado de clientes, pero al Emperador no se le podía negar nada, la mentalidad de la época, en la que los pintores eran artesanos al servicio de mecenas de todo pelaje, impedía - por muy consagrados que estuvieran - rechazar un encargo de esta índole. Muerto el emperador, su hijo y rey - Felipe II - tomó el relevo del mecenazgo artístico en la corte española. Ya no era emperador, el título había recaído en su tío Fernando, según disposición de Carlos I, pero era sin duda el hombre que más poder ostentaba sobre la tierra. Tiziano en su faceta de retratista, no era del agrado de Felipe II, pero el monarca reconocía su talento y sabía que era el pintor más influyente de su tiempo, así que, con 24 años, y de una forma un tanto vaga, le encargó este conjunto de obras que tardaría once años en completar, en 1562 llegó la última pintura - "El Rapto de Europa" - a Madrid. En el momento del encargo, la idea era que estuvieran juntas, sin estar concebidas para un lugar concreto, la corte de Carlos I había sido itinerante, y Felipe - entonces aun muy joven - daba por sentado que ese sería también su destino. No fue así, es más, cuando el Monasterio de El Escorial estuvo acabado, prácticamente se recluyó allí, y gobernó sus extensas posesiones desde un lugar remoto y rodeado de montañas.

Varia reflexiones llegados a este punto, primera, El Escorial era realmente un lugar remoto y de difícil acceso. Hay que tener esta idea en la cabeza, llegar desde Madrid podía llevar varios días, y las montañas eran prácticamente salvajes. Es obvio que a los Austrias les gustaba retirarse a meditar. Mientras el rey estaba en sus aposentos, se fraguaba a sus espaldas la "Leyenda Negra", cuyos letales efectos todavía se sienten hoy. Lo cierto es que Felipe era un hombre culto y brillante, con una gran inquietud intelectual. Leía libros 'prohibidos' y se rodeaba de sabios de toda índole, algunos buscados por la propia inquisición. Primer mito que cae, Felipe no era un personaje cerril, más bien lo contrario, o no hubiera encargado jamás unas pinturas como estas.

'Las Poesías', conjunto de seis obras, estaban hechas para emparejarse (2x3). Las primeras llegaron al Londres (no a Madrid) cuando Felipe II residía allí, como rey consorte de Inglaterra. Las dos últimas – como ya he comentado – se completaron más de una década después. De todas ellas, sólo una se conserva en el Prado (Venus y Adonis), el resto se dispersaron como consecuencia de la gestión borbónica y napoleónica. José I (más conocido en Madrid como Pepe Botella), cuando vio que la cosa se ponía fea, malvendió joyas y obras de arte que pertenecían a la Corona Española, para pasar los últimos años de su vida confortablemente en Estados Unidos, 'Las Poesías' – ya algo dispersas entonces – sufrieron con esta venta el estoque definitivo.

Desde su desastrosa separación, es la primera vez que las pinturas están juntas, tal y como las vieron Velázquez y Rubens, protagonistas también, de forma indirecta, de esta exposición. En la sala donde se exhiben 'Las Poesías', se pueden ver cuadros de estos dos pintores, como una forma de resaltar la continuidad de los grandes talentos, de los pintores que dejaron de ser artesanos para convertirse en genios, en poetas. Tiziano, Rubens y Velázquez, siguiendo el orden cronológico.

Como mi intención no es contar lo que otros ya han contado muchísimo mejor que yo, y con un fondo de conocimientos incomparable al mío, tengo que dar ahora un giro radical a este escrito, primero porque comencé a escribirlo hace casi dos meses y no logro darle forma, segundo, porque quiero darle un enfoque personal, como un compendio de algunas reflexiones.

La primera vez que visité la exposición, a comienzos de marzo, tuve un pequeño momento de desconcierto. Aparentemente el aforo estaba limitado, era el día de la inauguración, y aquellos que cruzamos el umbral hacia la gloria - se suponía - éramos unos pocos elegidos. Pero estaba - usando una expresión vulgar - petado, no se podía ni andar. Por si esto fuera poco, multitudes vociferantes se arremolinaban entorno a guías que gritaban para ser oídos en una especie de cacofonía molesta y perturbadora. Es tan sencillo escuchar la explicación del propio comisario desde la web del museo, en silencio, con unos auriculares. Es tan enriquecedor leer el catálogo, en silencio, prestando atención a lo matices que nos cuentan sus páginas. Pero la cultura se ha convertido en un fenómeno de masas, en algo falto de criterio, como una mezcla informe y extraña de bocados de aquí y allá, sin mayor coherencia. Ha sido un proceso largo, que se ha ido desviando con el objetivo de acercar todo a todos, esa ansiada idea de igualdad que se ha convertido en un monstruo de siete cabezas. 

No quiero dar a entender que el arte debe ser uso exclusivo de cuatro privilegiados, pero sí que debe disfrutarse con calma, no como una anotación en la agenda, como una excursión de domingo cuando hace mal tiempo. Existe esa idea de que el Estado tiene la obligación de acercar la cultura al pueblo, como parte de su necesario mecenazgo, y lo hace, qué duda cabe, mediante el despilfarro de ingentes cantidades de dinero, porque ahora - no nos engañemos - las vanguardias son formas abstractas de ideas políticas, no materia prima que da forma a las obras que marcan una tendencia perdurable en el tiempo. El Prado, gracias a obras como 'Las Meninas' o cualquiera de los Tizianos que cuelgan en sus salas, se desliga de forma elegante de esta mezcolanza de despropósitos, y por eso, algunas veces me siento extraña ante tanta multitud vociferante. 

Al lo largo de estos siglos que van desde la ejecución de 'Las Poesías' hasta hoy, también hemos asistido a la difuminación de la idea de España de una forma preocupante. El mundo latino (no solo España, también Italia y Portugal, aunque en menor medida) se ha ido convirtiendo en algo que merece ser destruido, quemado y sus cenizas dispersadas al viento. En algún momento nos creímos que los países del norte de Europa eran civilizados y mejores que nosotros, otro asunto que me deja perpleja. Cuando vi los seis cuadros de Tiziano juntos a comienzos de marzo, decidí disfrutar de ese momento de una forma particular, escuchando música barroca de Vivaldi, cuando este último nace, Tiziano lleva cien años muerto, en ese siglo (1576-1678), Italia y España dieron forma a todas las ideas artísticas de las que aun bebemos. Flandes, con toda su riqueza, exportó a sus artistas gracias las colecciones de la Corona Española. Cuando Vivaldi escribe sus 'Seis conciertos para Flauta', no había nadie en Europa que fuese capaz de componer algo tan sublime. Pero nos han convertido en bárbaros, y nos comportamos como tales porque hemos creído, tras siglos de adoctrinamiento en manos de incompetentes, que los italianos sólo hacen pasta y van en Vespa, y nosotros estamos durmiendo la siesta en todo momento. 

Pero 'Las Poesías' fueron pintadas por un italiano bajo encargo de un rey español, y por más que busquéis en la historia del arte, por más que intentéis encontrar - por ejemplo en Rembrandt - algo así, creedme, es imposible. Por eso os animo a que buceéis en la historia en busca del momento en el que nos convertimos en insignificantes sin merecerlo, en el momento en el que como Acteón, vimos la desnudez de Diana, y supimos que nos convertiríamos en algo ajeno e informe simplemente mirando nuestro reflejo en el lago. 

"Diana y Acteón"
Óleo sobre lienzo 185 x 202 cms
Tiziano (1556-59)
National Gallery (Londres) & National Gallery (Edimburgo)


Id al Prado a ver la exposición.

M.



No hay comentarios:

Publicar un comentario