sábado, 5 de octubre de 2019

París y su rendición al turismo 'tardo-capiltalista'. Otro episodio de manipulación.


París es una ciudad maravillosa, es justo decirlo, si no comenzara así, podría pensarse - al hilo de lo que escribiré después - que soy una loca peligrosa que anda siempre buscando polémicas absurdas, y que es abanderada de causas perdidas. No puedo evitarlo, siempre voy contracorriente.

¿Qué tiene esto que ver con París? Pues nada, es que me he perdido en divagaciones sin sentido, porque mi objetivo último es hablar de la capital de Francia, segunda ciudad en habitantes de la Unión Europea (después de Londres, y - cuando el Reino Unido cierre el Brexit - será la primera), que esparce y ha esparcido un modelo agotador de glamour salvador de la humanidad desde hace diez siglos. Tal ha sido la máquina de propaganda de su cultura que - aun hoy - emplazamos el oráculo del saber en París/Francia, olvidándonos - quizás por no saberlo - que nuestra historia es mucho más aguerrida y audaz que la suya, y como prueba de ello nuestra lengua universal frente a la suya, en retroceso. Ellos buscaron siempre dominar el mundo, tener un imperio, y ese ha sido durante siglos uno de los mayores cánceres de Europa, cuya metástasis ha afectado gravemente a España. 

Comencemos por el principio...

Hay idiotas redomados que viajan (¿con qué dinero?) a montar bronca a cualquier ciudad donde se reúnen los mandamases de la tierra, 'antisistema' se llaman, 'antiglobalización', o lo que es lo mismo, 'yo a mi pueblo a criar vacas'. Grave error, porque la globalización, con todos sus defectos, tiene alguna ventaja, como poder presentarte en París en dos horas tan ricamente por poco dinero, y sin tener que pasar un engorroso control de pasaportes. Te tomas un desayunito en Madrid y el lunch viendo la Torre Eiffel. Con ayuda del inglés y el lenguaje de signos (muy útil en el 99% de las situaciones) puedes pedirte un mojito cubano, mientras ves el cartelito de las rebajas de la empresa española ZARA pensando cuantas cosas te vas a poder comprar con tu MasterCard. Yo al plan no le veo fisura alguna, así que dicho y hecho.
En París que me persono.

Primer chasco, no he sido la única que ha tomado esta decisión, por la ciudad - literalmente - no se puede andar, ni dar un paso. Tampoco es posible sentarse a tomar nada, porque todas las terrazas están al 120% de su capacidad.

Segundo chasco, a pesar de estar a mediados de septiembre el calor es insoportable, inhumano. Ni respirar se puede.

Primera reflexión, con el turismo hay que hacer algo. Lo sé, yo también soy una turista, pero en mi descargo diré que no sigo la estela con el machacón sonido de un guía que dice sandeces a grito pelado y levanta una carpeta roja, un paraguas o un palo con unas cintas para que uno grupo de beodos le siga. Da igual que la tecnología haya mejorado las condiciones laborales de los guías con la invención de un micrófono que amartilla los tímpanos de sus adoctrinados mediante unos auriculares, gritan igual. Debe ser la costumbre.

Tercer chasco, la cola del Museo de Orsay hace imposible la visita, con el calor temo caer desplomada por la deshidratación.

Cuarto chasco, la Pirámide del Museo del Louvre está cegada por la cantidad de ciudadanos chinos que acaban de descender de varios autobuses luciendo sus mejores looks post Revolución Cultural, y que hacen fotos a todo como si no hubiera un mañana. Me pregunto a qué conclusiones llegarán cuando repasen tan nutrido reportaje fotográfico, y qué contarán cuando reúnan en casa a sus colegas para enseñarles las diapositivas, aunque dudo que ningún ser humano (aunque sea chino y esté acostumbrado a los campos de adoctrinamiento) pueda soportar semejante tortura, peor que la de la cabra que lame los pies hasta que te desangras tras atroces sufrimientos.

Segunda reflexión (políticamente incorrecta), ¿Sobra gente en el planeta, o la que hay está demasiado ociosa? Opto - para que no piensen que soy una genocida - por la segunda opción. ¿De dónde salen tantos humanos que no tienen nada que hacer? 

Voy a repetir lo dicho anteriormente, el turismo se nos está yendo de las manos y la 'no-gestión' del asunto puede acabar en tragedia a nivel planetario. Yo aviso desde esta modesta tribuna.

Quinto chasco (este es más bien una exaltación patriótica). ¿Cómo es posible que Francia sea capaz de reinventarse y mentir constantemente con el objeto de aparecer como el espejo en el que históricamente se ha reflejado la humanidad, sin sonrojarse ante sus incoherencias, y nosotros - con un pasado mucho más heroico, influyente y quijotesco - no hemos sido capaces de idear un plan de comunicación tan estable e incontestable?

Tercera reflexión, voy a repasar la historia (a mi manera, claro) desde el comienzo de la Reconquista Española, año 711, hasta ayer mismo. 

Siguiendo la tesis de Stanley Payne en su libro 'España. Una historia única' (2008), la gesta de la Reconquista fue tal, que - si no hubiésemos logrado nada más en la historia - este hecho nos hubiera convertido en un país absolutamente único.

La interpretación francesa dista mucho de algo tan obvio, según la tesis de Jacques Le Goff (medievalista de reconocido prestigio) en su libro 'Lo maravilloso y lo cotidiano en el occidente medieval' (1999), la Reconquista fue llevada a cabo por caballeros franceses (no existe constancia alguna al respecto, ni hay documentos de ninguna batalla que demuestren tal hecho). Lo que nos lleva a pensar, que - siempre siguiendo a Le Goff - los individuos que poblaban España por aquel entonces estaban durmiendo la siesta. En realidad, fueron ellos los que pidieron ayuda a Castilla para dar un golpe de efecto en el Guerra de los Cien Años. 

Tras la Reconquista, un golpe de ¿suerte? lleva a Castilla a descubrir las tierras americanas y al emperador Carlos V a ser - desde la Península Ibérica - el dueño y señor del mundo. Esto es de parraque para los franceses. Lo que han buscado toda la vida desestabilizando Europa, lo consiguen unos muertos de hambre - los castellanos - mandando unos barquitos a la aventura. ¡Pobres! Pero - como ladinos son, y mucho - ven una oportunidad de oro con el estallido de la Reforma de Lutero. Y durante años juegan a una absoluta indefinición en este sentido, quemando unas veces a luteranos y/o calvinistas, y otras a católicos, estaba justificado, eran la reserva de la cultura y tenían derecho legítimo a preguntarse, ¿somos católicos o protestantes? Pero la monarquía francesa se da cuenta que los alemanes quieren toda la gloria de la Reforma, y que a ellos les quedarán las migajas, en cierto momento (seguimos de nuevo las tesis de Payne) se alían con el Imperio Otomano, instigando la piratería sarracena contra los españoles e italianos. Como veis es un no parar su inquina hacia nosotros. 

Como queda claro que el pastel de la Reforma no les satisfacía, porque los alemanes son unos estirados impenitentes, Francia decide enarbolar la bandera del catolicismo con la apostilla de "si dejamos a italianos y españoles con este negociado de la fe, no llegaremos a buen puerto". Intentar llevar de nuevo la sede pontificia a Francia era arriesgado, la cosa en Aviñón no había salido bien dos siglos antes. Esto último lo dejaron estar. 

Esta reserva de inteligencia no estaba orientada a hacer felices a los franceses de a pie, especialmente a las clases medias. Acabó este descontento muy malamente, en forma de Revolución en 1789. Una escabechina magnificada y sin sentido que se ha vendido como un cambio de rumbo en la historia universal. Una vez acabada ¡atentos! trajeron de nuevo a dos emperadores y dos reyes.... Si leéis libros sobre la Revolución Francesa, veréis que afirman que acabaron con la monarquía en el mundo... Como algo caduco... ¿¿?? Por dios, entonces que me expliquen como un individuo como Napoleón III pudo ser emperador de Francia desde 1852 a 1870, porque no logro entenderlo. Tampoco entiendo cómo, al perder la Guerra Franco-Prusiana, y ya tomadas las decisiones que condujeron a la Primera Guerra Mundial, se erigieron como reserva de la monarquía católica en el mundo para combatir las ideas de la Comuna de París (1871) en un acto de absoluta hipocresía y oportunismo.

La Comuna de París es otro episodio interesantísimo… ¿Qué número de reflexión será esta? Creo que la cuarta, pero he perdido la cuenta. Este levantamiento vecinal (también magnificado como un acto heroico contra la opresión hacia los más débiles) sirvió inspiración y base, para los que los intelectuales franceses del siglo XX apoyaran el Comunismo a nivel terráqueo, y se dedicaran – con esta excusa – a formar a los más grandes asesinos de la historia de la humanidad. Vale, es verdad que cuando Pol Pol y Ho Chi Minh vivían en París, los franceses no sabían que se iban a comportar como unos genocidas, locos y pirados cuando volvieran a sus países de origen. Pero fue durante su estancia en Francia cuando pergeñaron las grandes estrategias que sembraron de muertos y miseria Camboya y Vietnam. Tan contentos estaban con las hazañas de estos dos asesinos en serie, que intelectuales de la talla de Sartre escribían odas sentidísimas adulando a semejantes demonios. En el pack de adulados estaba el gran inventor de la Revolución Cultural, Mao Zedong… ¡Qué gran estadista este hombre! Las consecuencias de sus decisiones – repito, alabadas por la intelectualidad francesa – aún se dejan sentir. Tal fue su influencia, que ahora, casi 50 años después de su muerte, millones de chinos descienden cada año de autobuses en la Pirámide del Louvre siguiendo un paraguas rojo, como consecuencia del adoctrinamiento comunista, en busca del oráculo que dará las claves para entender por qué Francia sigue manipulando la historia como más le conviene. Y para agradecer el apoyo de los galos a sus ideas durante décadas.
Y aquí los tenemos, en la Orangerie vestidos con la secuela del traje revolucionario, se llama uniforme chino tardo-capitalista, no hay por dónde cogerlo, lo sé.


Es una mezcla de chándal, traje y pijama de campesino de la Revolución Cultural china. Seguro que Dior en los años sesenta del siglo XX, hubiese alabado semejante espantajo de estilismo. Ahora ya no, porque la historia ya ha sido tergiversada convenientemente y resulta que Francia abomina el comunismo. Es más, Marine Le Pen casi gana las elecciones en Francia en 2017. Pero ya está maquillado convenientemente, este cambio de rumbo político es una evolución racional, fruto del progreso y madurez de los franceses. 

Me pregunto si todo este devaneo absurdo con la manipulación histórica tendrá fin. Aunque - me temo – tiene mala solución.

Dicho todo esto, y como última reflexión, os animo a visitar París. No vais a caer desplomados por el calor en la cola del Museo de Orsay, porque vamos hacia el otoño. Así podréis contemplar in-situ el 'maravilloso y veraz' cuadro de Gabriel Ferrier ''Scène de l'inquisition en Espagne" (1879), y comprenderéis que me he quedado corta con todo lo que he escrito sobre lo que Francia ha hecho por nosotros, por falta de tiempo y espacio. 

Leed mucho, y aprovechad la globalización para viajar.
S.

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