sábado, 1 de diciembre de 2018

Sigo entre Mesopotamia y Castilla, y va para largo...


Obsesión es poco. Vivo inmersa entre las arenas de Mesopotamia y la desgraciada vida de Juana I de Castilla. Nada tiene que ver una cosa con la otra, pero creo que - al igual que en los casos de manía persecutoria - estoy aquejada de esta paranoia mental y es un no parar. Desde que vi la Exposición de Asurbanipal en el British Museum no ceso de buscar libros sobre Sumeria, Acadia, Babilonia, Asiria... Y en definitiva sobre todas las civilizaciones que se desarrollaron en Mesopotamia (lo que ahora es Irak) desde unos 6000 aC. Hasta he leído el libro de Agatha Christie, ''Ven y dime como vives'', que narra sus peripecias cuando acompañaba a su segundo marido, el arqueólogo Max Mallowan. Este libro es interesantísimo, describe la vida de los ingleses en Oriente Medio durante el periodo de entreguerras, destila un clasismo/racismo tan profundo que sólo es justificable que siga en circulación, sin que se haya alzado ninguna voz crítica, por el hecho de que muy poca gente se lo ha leído, o lo hubieran prohibido, al menos ahora en el siglo XXI. Pero afortunadamente como a los ingleses se les perdona todo y tienen esa extraña superioridad moral, el libro aun se puede comprar y leer sin problemas. Quitando estos pequeños defectillos racistas, el libro es una delicia, describe un mundo olvidado, una realidad que se perfila como un cuento lejano, cuyos protagonistas conforman un mosaico de novela entre fantástica e histórica.




Lo de Juana de Castilla viene de lejos, afirmo categóricamente que no existe mujer más digna de ser venerada en los altares de la historia que ella. No estoy dispuesta a ceder ni un ápice respecto a este particular. Es una lástima que las feministas en activo desconozcan la historia de personas así, que no se hayan molestado en investigar la realidad de muchas mujeres que - viviendo en épocas en las que no significábamos nada - se labraron un respeto e influyeron decisivamente en los avatares de todos nosotros. Imagino que al ser reina (ahora se lleva lo de la República muchísimo) no consideran que haya que dedicarle ni medio pensamiento, una pena. Unos de los desastres del cientifismo y el progreso, hay muchos, es que denostamos el pasado como algo que, lejos de aportarnos, nos causa mofa y risa. Soy consciente de que - en mayor o menor medida - el ser humano siempre ha mirado con superioridad a sus ancestros y no ha acabado de comprender su realidad, pero lo de ahora es destructivo, no para los que vivieron hace 500 años, a ellos ya les da igual, más bien nos aniquila a nosotros, por ignorantes y ridículos.


¿Con qué armas puede luchar una mujer del siglo XVI que es prisionera de las ambiciones ajenas? Verse arrastrado/a por los deseos inconmensurables de otros es terrible. ¿Conocemos bien la influencia que tuvieron los pueblos mesopotámicos en nuestra evolución/historia? Estas dos preguntas inconexas ocupan gran parte de mis pensamientos de tipo culto. Desgraciadamente un porcentaje pequeño comparado al resto de idioteces que pasan por mi cabeza a lo largo del día, al tener que ocupar mis neuronas en aupar ambiciones ajenas, cuyos destinos me importan un bledo. Pero - por alguna extraña y perversa razón - nos dejamos arrastrar por los destinos de otros. Llámese cobardía, desidia, incapacidad, renuncia o simplemente porque desde tiempo inmemorial, millones de años, lo único que perdura son frases comunes sin sustrato, pero que nos reconducen justo por donde no queremos ir.

Asurbanipal no quería ser rey, ni estaba preparado para ello, pero acabó siendo rey de Asiria. Como todo verso suelto dio más protagonismo a aquello que era ajeno a lo que se esperaba de él. Potenció la cultura, dando esplendor a la Biblioteca de Nínive, y la historia lo barrió. No podía suceder de otra forma.

Juana, en su condición de mujer no primogénita, tenía como cometido ser moneda de cambio y afianzadora de alianzas con otros Estados Europeos. Castilla, aunque poderosa tras el Descubrimiento de América, no dejaba de ser una región periférica. Al ser Francia entonces (y lo siguió siendo) nuestro enemigo más encarnizado, la casaron con el hijo del Emperador del Sacro Imperio, para desequilibrar la balanza francesa desde Flandes. Al final acabó siendo reina de Castilla, pero su rebeldía y la lucha de otros por anularla y falsear su estela, nos condenó a lidiar en guerras en las que nada se nos perdía, a luchar contra mil enemigos (todos los Estados Europeos), cuando nuestro mundo estaba al otro lado del Atlántico. Y como desastre final, se consolidó una dinastía francesa en el trono de España. Y todo porque otras lumbreras de su tiempo lucharon contra ella, con un verso suelto. De esos que constantemente se esfuman en el humo de las ambiciones mezquinas.

Llegada de Juana de Castilla a Flandes (1497)


Cada una de las acciones de Juana ha sido presentada a la historia como ejemplo de sus desvaríos. No creo que lo fueran. No sé como se gestan estas cosas, pero todos los que no acatan las órdenes del régimen establecido acaban presentando una semblanza totalmente alejada de la verdad a los ojos de la historia. Es como una maldición bíblica. Nunca hay que apartarse del camino.

Cuando era pequeña y veía a alguien triunfar en cualquier disciplina, achacaba su éxito a su valía personal, ahora no lo tengo tan claro. La fórmula del éxito es una mezcla de suerte, obediencia e hipocresía que no siempre encumbra a los más válidos. Otro matiz muy obvio es que las personas verdaderamente inteligentes, son humildes. Vemos - por ejemplo - a Letizia, la reina de España, como un ejemplo de mujer independiente y trabajadora, pero anulamos e ignoramos a Juana de Castilla, cuando realmente Letizia carece de valor como persona digna de elogio, adolece de audacia y humildad. Es un ejemplo en el que la ambición extrema y la manipulación obediente alcanza sus cotas más elevadas.

Letizia no es un ejemplo aislado, cualquier mujer u hombre que abandera las causas manidas en un mundo de abundancia sirve igualmente, la reina es quizás el ejemplo más obvio. Pero hay millones. Cualquier persona que nace en el primer mundo y se aferra frases grandilocuentes redactadas para el acomodo de las mentes más simples, no es sino una herramienta al servicio de la evolución más estúpida de la historia. Por eso adoro a Juana de Castilla, porque fue todo lo opuesto a esto. Y por alguna extraña razón la he asociado con Asurbanipal. Sin que nada tengan que ver. Aunque para mí sí. Porque suelo unir en mi cabeza temas dispares y con eso hallo una fórmula mágica para consumar mi propia historia.

Este es quizás uno de los artículos más extraños que he escrito nunca, pero por otra razón inexplicable, ha salido de mi cabeza de una forma completamente espontánea.

Leed mucho.
M.

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