Podéis ver el artículo publicado en la edición on-line de Guay del Paraguay.
Una novela que yo califico de ‘Literatura
de la buena’. Recomendable de principio a fin. Muy bien traducida por Marta
Rebón, lo que se agradece infinito. Al hilo de esto último, por si no lo sabéis,
las mejores novelas en lengua rusa que manejamos son traducciones del francés,
inglés o – en el caso de ‘Doctor Zhivago’ – del italiano.
En los últimos años se están
publicando de nuevo los clásicos rusos de los siglos XIX y XX directamente
volcados al español. Con excelentes resultados, como es el caso de Anna
Karénina, traducido magistralmente, con varios premios en su haber, por Víctor
Gallego. Si no habéis leído este libro, es un momento excelente para hacerlo.
Pero vamos a adentrarnos en la
novela. Durante muchos años, tras la Segunda Guerra Mundial, los grandes premios
literarios estuvieron copados por escritores de izquierdas, abiertos defensores
del Comunismo en todas sus manifestaciones. ¿Por qué? Hay dos razones
básicamente, la primera es que la única referencia visual terrible de la
contienda había sido el nazismo. Nazismo y fascismo iban de la mano, así que
todo lo oliera a una de estas corrientes de pensamiento, cuanto más lejos,
mejor. La segunda era que los horrores y masacres del comunismo eran –
desgraciadamente – silenciados. Los escritores rusos disidentes eran purgados
o, cuando no era posible, porque el sujeto en cuestión había alcanzado cierta
fama y su eliminación podría dañar la maquinaria de la propaganda, como Boris
Pasternak, debidamente aleccionados y despojados de toda dignidad humana.
Algunos lograron escapar y contar lo
que habían vivido en primera persona, como Vasili Aksiónov, el autor de ‘Una Saga Moscovita’.
Ya en Estados Unidos tuvo el valor de contar las miserias y horrores de las
purgas estalinistas o cómo llegamos a convertirnos en alimañas capaces de
despojar de toda voluntad a nuestros semejantes, amparados en una gran mentira
y nuestra propia maldad innata. Nadie está libre de cometer estos pecados.
Pero, al igual que las traducciones
al español de los libros en ruso, no ha sido hasta épocas recientes cuando se
han publicado estas obras. No era políticamente correcto debatir ciertas
verdades. No queremos conocernos a nosotros mismos, diría yo.
Tras esta larga introducción, creo
que ya intuís el argumento del libro. La vida de una familia moscovita durante
la época en que Stalin detentó el poder. Comienza en 1925 y concluye en 1953.
Un grupo de seres humanos llenos de esperanzas, de espíritu crítico y, por qué
no, de debilidades, que comienza a caer en un torbellino de desesperanza y
destrucción del que logra salir más o menos indemne.
Como todo gran libro, no pierde ni
una pizca de actualidad lo leas cuando lo leas. Reflexionaréis, al ir avanzando
en sus páginas, sobre las grandes amenazas que siempre han existido y que no
cesan. Cito de corrido, guerra, ambición desmedida, mediocridad, maldad,
nacionalismo como herramienta para la xenofobia, mezquindad, ausencia básica de
principios, ceguera, falta de espíritu crítico, incapacidad para sentir
conmiseración por nuestros semejantes… Tengo que parar, pero por falta de
espacio y tiempo. Pero hay millones de adjetivos horrendos para ilustrar la
idea.
Si finalmente os animáis a su
lectura, no sólo os adentraréis en las vidas de personajes de ficción, es
decir, la familia Grádov, sino también de otros que existieron para sonrojo de
la historia. El propio Iosif Stalin, Lavrenti Beria, Nikolái Yezhov … Por favor, sin falta mirad
ahora mismo la biografía de estos individuos, vais a temblar de miedo. El mismo
miedo que sentiréis si os ponéis en el pellejo de estos hombres y mujeres que
aparecen en la novela y que tuvieron la desgracia de nacer en una época
terriblemente convulsa.
Lo dicho, disfrutadla.
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