Cien años después del comienzo de la Primera Guerra Mundial.
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Queridos todos, soy
consciente de que mi percepción sobre el fútbol levantó alguna ampolla. Pese a
todo me reafirmo en mi opinión, palabra por palabra. Con el Mundial de Fútbol
de Brasil en la memoria, pensad en lo que leímos y vimos aquellos días. Y
entenderéis por qué el ser humano alcanza cotas que denominaré de ‘absurdo
absoluto’.
España fue de las
primeras selecciones en venirse a casa, tras un ridículo descomunal (no sé si
existe precedente, poco importa). Pues bien, al día siguiente de su eliminación,
leyendo algunos artículos, me sorprendieron dos cosas, una, a lo que dedicaron
el tiempo en el avión de vuelta, a jugar al parchís. Dos, al llegar a Madrid,
se mostraron distantes con la gente, despectivos. Conclusión: Incultos y mercenarios
de la peor especie.
Otra de las cosas
sorprendentes fue el odio que – con las masas convenientemente agitadas y
manipuladas – aflora irracionalmente. ¡Las barbaridades que pude leer en medios
varios! Incluidos los Estadounidenses, donde no existe una tradición
futbolística. La eliminación de Brasil por seis goles de diferencia generó ríos
de tinta, comentarios racistas y despectivos, que venían de periodistas nativos
de países que ni tan siquiera estaban en la fase final del Mundial. ‘Es nuestra
oportunidad de sentirnos superiores, de mofarnos de estos lelos’.
Dicho lo anterior,
me viene a la cabeza el Centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Creo ver cierta similitud entre la rivalidad futbolística entre naciones y el despropósito
de una guerra. Es tan fácil provocar disturbios cuando Messi no marca un gol, que,
si durante meses te han dicho que eres nativo de un país donde los hombres son mucho
más inteligentes y con potencial para dominar al mundo, convencerte para que te
metas en una trinchera llena de chinches y con menos de veinte años te mueras
en medio del caos absoluto sin pena ni gloria, debe ser coser y cantar.
Recordad que la guerra estaba alentada por el nacionalismo más exacerbado.
Empiezo a divagar y
tengo que recomendaros un libro. Puesto que he mencionado la Gran Guerra, os
recomiendo que leáis ‘Nos vemos allá arriba’ de Pierre Lemaitre. Sin ser una
pieza literaria que vaya a pasar a la historia (a pesar de haber ganado el
Premio Goncourt), es un libro que intenta reflejar los males que aquejaban a la
sociedad de post-guerra y que – cien años después – son tan cotidianos que ya
ni reparamos en ellos. Los falsos héroes, las generaciones perdidas y lo que se
esconde de miserable en toda gran gesta.
Feliz vuelta al
trabajo a todos y por favor, leed, leed, leed. Es clave para seguir apostando
por un mundo mejor.
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