domingo, 6 de mayo de 2018

El zumo de arándanos y la Dictadura del Proletariado.

Hay un movimiento global, mundial, planetario… de seres que visten con andrajos zarapastrosos y que luchan contra la globalización y la manipulación de las masas. Que todos vistamos ropa de Zara o de H&M es un abismo de malignidad para ellos, el reflejo de un capitalismo adoctrinante y destructivo que acabará aniquilando a la humanidad. La peluquería ecléctica y la ausencia de ducha también suman en los estilismos de estos mal llamados ‘anti-sistema’, porque muy aseados no son. No veo que relación puede guardar ser un guarro/a con la lucha anti-globalización, pero hay que contemplar el pack completo con objetividad. El español tiene un calificativo para estos humanos, "perroflauta".

Siempre que los veo en televisión destruyendo todo lo que pillan me espanto, y me digo a mi misma que – además de locos – están ociosos. Uno de los males de nuestro mundo es que los ociosos dictan las normas, porque tienen infinito tiempo para protestar. Y al final, como hacen ruido, condicionan a los que están en el poder y quieren mantenerlo, sólo salen a la luz leyes y normas que rozan lo ridículo, tendentes a satisfacer a estos idiotas y a perjudicar a los que mueven cada día la maquinaria productiva. El mundo al revés.

Pero… he sufrido una CATARSIS. Ha sucedido algo que marcará un antes y un después en mi vida terrenal. Y todo por culpa del zumo de arándanos. Un líquido viscoso, azucarado, con apariencia de vino añejo que ha cambiado completamente mi perspectiva, ahora miro con respeto y hasta con abierta curiosidad a los perroflautas.

Es costumbre desde hace unos años, matar de hambre y sed a los pasajeros de vuelos de corta duración. No dan nada, ni la hora. Si no eres tacaño, puedes pedir alguna de las deliciosas opciones de la carta menú y pagar a precio de oro un sandwich que es puro plástico o un café hecho con polvos y agua caliente. Son muy listos los directivos de las compañías aéreas, porque - aunque el vuelo no sea tan corto – inventan triquiñuelas para justificar su mezquindad, para contento de accionistas y acreedores. “Disfruten de una deliciosa y sana selección de productos de nuestra carta menú’.

Existe también el modelo mixto, es decir, dan algo para beber, pero las patatas fritas tienes que pagarlas tú. A este vamos... Viaje a San Petersburgo, con escala en Helsinki, compañía Finnair. La bebida es gratis, agua y zumo. Pero no cualquier zumo, sólo el de arándanos. Es sabido que en aquellas latitudes la bayas crecen hasta debajo de las piedras, lo que les lleva a desconocer por completo la existencia de otros néctares, es chocante cuando menos. "¿Desea un zumito?’’ "Si, por favor, un zumo de naranja sería genial’’ "No, sólo hay de arándanos’’. Y entonces… ¡La catarsis! Estamos en un cilindro cerrado herméticamente, a 10.000 metros de altura, y nos ofrecen de forma uniforme y machacona zumo de arándanos, entonces reflexiono sobre los perroflautas y su idea de que estamos dirigidos como borregos por una mente macabra y vendida al capital, y caigo en la cuenta de que algo de razón tienen. El ser humano no para hasta que no domina y – de cuando en cuando - destruye a otros de su especie. Lo bueno que tiene nuestro mundo global, es que este sometimiento está adornado con palabras grandilocuentes y escenas bucólicas.

Ya no me caen tan mal, excepto por lo vagos y desaseados que son, esa percepción permanece inalterable.
Tras esta ingestión masiva de líquido morado oscuro, me dispongo a deambular en el Aeropuerto de Helsinki un par de horitas, lo que dura la escala. Este corto intervalo de tiempo constituye el reflejo de lo que será el resto del viaje en términos de relaciones mías con otras personas y los diferentes momentos catársicos que iré sufriendo hasta caer exhausta de tanto pensar, observar y ser empujada y barrida por ingentes contingentes humanos que siguen a un paraguas cuando no llueve. En ese preciso instante, atribuyo tan funestos pensamientos a la ingesta masiva de bayas azucaradas y machacadas, más tarde mis peores presentimientos se manifestarán con toda viveza.
Sin ánimo de ofender a nadie, ninguna raza, ni religión, sexo… etc., afirmo categóricamente que el turismo oriental constituye una plaga que se extiende sin armonía, y de la que hemos de vivir momentos escalofriantes como no se le ponga freno. Pero no adelantemos acontecimientos. Vamos primero con San Petersburgo.
Fundada por Pedro I, en 1703… ZZzzzzz Para más detalle os recomiendo que leáis el enlace de Wikipedia, no es gran cosa, pero da una idea general aceptable. Yo me propongo contaros mis impresiones.
He sido una lectora compulsiva de literatura rusa del siglo XIX, he disfrutado muchísimo y me he ‘teletransportado’ al mundo previo a la Revolución de 1917, leyendo libros como “Anna Karénina”, “Crimen y Castigo” o – justo hace un mes – “Los hermanos Karamazov”, cuya relectura me ha proporcionado momentos de nirvana por sus diálogos profundos sobre la esencia propia del alma rusa y su acercamiento a Dios. La descripción de ese mundo rural, supersticioso y trascendente, la estructura de una sociedad al borde de su inconsciente abismo y el coqueteo ruso entre la ilustrada y desarrollada Europa del siglo XIX y la espiritualidad inocente de un Asia completamente desconocida para nosotros, al menos en el momento en el que Dotstoivht escribió la novela, me deleitaron e ilustraron de forma deliciosa.
Pero la primera vez que visité Rusia, tuve la sensación de que ese mundo había sido barrido, y con él parte de mis historias de ensueño inspiradas en palacios donde Anna Karénina se veía a escondidas con el Conde Vronsky, o donde – ya en el mundo real – el príncipe Yusúpov asesinó a Rasputín, rociando de cianuro pastelitos y vino, sin que el curandero diera señales de sucumbir. Ahora, los rusos no saben ni quienes son, el comunismo ha aniquilado su mentes, arrebatándoles los sueños de príncipes y princesas (como los que yo tenía), y no son más que unos autómatas sin criterio que beben su propio zumo de arándanos a sorbos, marcado el ritmo por sabe dios quien. Lo cual para alguien como yo, que vivía ajena a la realidad campesina, porque ningún escritor ruso, en su mayoría criados en un estrato social medio alto, se molestó en contármelo de forma realista jamás, que pensaba que – de ser rusa en el siglo XIX - habría sido una princesa que tomaba el té con la zarina en sus aposentos privados, pasear por San Peterburgo sólo me deja, cada vez que voy, una sensación de desasosiego ecléctico y extraño, dibujado por una sociedad rusa víctima de setenta años de comunismo. Con la certeza de que - de haber seguido en pie los palacios de condes y príncipes - la vida en Rusia, da igual lo que nos hayan contado, sería mejor, al menos menos hipócrita y con mejor gusto.

Me siento mal afirmando esto, en parte porque yo no conozco en profundidad lo que se denomina 'Alma Rusa', lo vislumbré un poco leyendo "Los Hermanos Karamazov", aun así no quiero emitir sentencias desde mi más absoluto desconocimiento. No obstante, al visitar el Palacio de Invierno, o pasear por la Avenida Nevski, no puedo evitar pensar que la sociedad de San Pertersburgo, era - en 1917 - mucho más avanzada de lo que nos han contado y que, sin necesidad de purgar y transformarla vía Dictadura del Proletariado, Rusia hubiera llegado a ser una nación mucho más poderosa e influyente de lo que es ahora.
Francia y su ponzoñosa influencia, crearon en Europa una imagen de Rusia atrasada, dirigida por élites corruptas, donde el Comunismo era la única vía para avanzar. Sus intelectuales aplaudieron, auparon y protegieron a locos que sólo pensaban en eliminar con criterios chusqueros a millones de seres humanos. Pero yo, no puedo estar más en desacuerdo.
Siempre voy contracorriente, y claro, así me va.
La refundación del modelo social ha dado forma a seres que deambulan como autómatas, que no saben ni donde están, ni lo que ven y que perturban la paz de las mentes inquietas y dedicadas a la observación.
Como Rusia, que es un país de dimensiones inabarcables, se le quedaba pequeña a Lenin&Co., decidieron exportar el modelo a otros países. Como China estaba cerca, los emperadores allí estaban ya de capa caída y - siguiendo el rígido sistema taoísta de clases - convencer a los chinos que siguieran a un líder sin rechistar no parecía del todo complicado, se pusieron a ello con ahínco, y salió de entre los arrozales chinos nuestro querido Mao y sus secuaces. Personaje asesino y despreciable donde los haya, entre sus mayores gestas se encuentra haber dado 'Un Gran Salto Adelante' con nefastas consecuencias y millones de muertos en el camino.
Pero mereció la pena todo ese sufrimiento, porque ahora, cuando los chinos se han dado cuenta de que el capitalismo no está tan mal, y que tener dos camisas en el armario en vez de una de corte revolucionario, tiene su aquel, se han lanzado al mundo en masa, quieren conocer otras culturas. Lo que pasa es que - al haber aniquilado el comunismo su individualidad - no tienen criterio ni voluntad propia, y son una especie de engendros volátiles que pululan, suben y bajan de autobuses y se mueven como espíritus molestos y maleducados, usando combinaciones de ropa imposibles de calificar. El patente fracaso de la 'Revolución Cultural'. ¿Qué pensarían Stalin y Mao si levantasen la cabeza y asistiesen a la representación del 'Lago de los Cisnes' en el Teatro del Hermitage y se topasen con una mujer con un sombrero rosa, un bolso imitación de sabe dios que marca y una mala educación sonrojante? Simplemente que sus Revoluciones no sirvieron para nada.


Acabo justo aquí, en el Hermitage, escuchando la envolvente música de Chaikovsky, justo a unos metros de cuadros y tesoros artísticos de incalculable valor. Cuadros que los despreciados por la Dictadura del Proletariado atesoraron durante años, y que - para verlos - es necesario hacer una cola infernal entre megáfonos, paraguas de colores y empujones. La contemplación de las obras se convierten en una meta inalcanzable, Leonardo, y su 'Madonna Litta', estrellas lejanas imposibles de tocar y sentir. Nada puedes ver, te arrastra la corriente...¿de la globalización? Quizás los perroflautas tengan - de nuevo - razón.



En la evolución humana existen miles de matices, a lo que hay que sumar lo complicado que resulta comprender un siglo XX devastador para la humanidad. Sé que no es justo que unos pocos atesoren privilegios y belleza, mientras otros muchos están rodeados de miseria e incultura. Pero no puedo sustraerme de la imagen de Anna Karénina y su infinito amor por el Conde Alekséi Vronsky, no consigo apartar de mi mente una sociedad desigual, pero especial, injusta, pero llena de cuentos de hadas por vivir. No puedo dejar de pensar en el amor de Anna y Alekséi, luchando contra toda la sociedad, la rusa, que cambia una Dictadura de la Élites por otra del Proletariado. No vieron que sólo con amor no se avanza, para pasar a la historia debes beber zumo de arándanos y no pensar, no amar.

Leed mucho.
M.

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