jueves, 29 de octubre de 2015

El mundo literario de Agatha Christie.


Estoy sorprendida, para bien, lo cual es raro si pienso en mi vida cotidiana.  Normalmente lo que me rodea es tan absurdo y mediocre que tengo que hacer como que no me doy cuenta, para no caer en la desesperación existencial.
Explicaros por qué todo me parece un espanto, excede por completo de mi modesta actividad de escritora de reseñas, así que le cedo la palabra a Peter Handke, leed su entrevista en ‘El País’ el 23 de Octubre. Y todo quedará claro como el agua.

Vuelvo a las sorpresas agradables. Queridos… ¡Hay gente que me lee! Tanto en mi Blog como en el periódico digital ‘Guay del Paraguay’. Este pequeño triunfo me hace enormemente feliz, incluso cuando recibo mails con comentarios negativos sobre lo que opino de los libros que leo. Algunos me decís sin paños calientes que no os gusta como he enfocado el tema, o que el libro que recomiendo es un tostón. ¡Qué bien! De verdad, os lo agradezco. Lo digo sin ironía. ¡Gracias! 

Para demostrar mi agradecimiento, quiero dedicar un espacio a las novelas de misterio de Agatha Christie. Ya sé (listillos) que estaréis pensando qué tiene que ver una cosa con la otra. Pues tiene que ver, y mucho. He recibido mensajes criticando mi selección de libros. Sobre todo los dos últimos, que si son complicados de encontrar, largos, sesudos, enoooooormes para llevarlos en el bolso o en la mano, que enlazo muchos temas en las reseñas que desenfocan el mensaje fundamental… En fin, veo que tengo que haceros caso, ya que me leéis. Por ello me he preguntado, ¿qué libros son pequeños y se pueden llevar a todas partes? Títulos que enganchan, costumbristas y previsibles, siendo al mismo tiempo una delicia. Que no hacen referencia nada, pero no que son la bazofia de libros de misterio que publican ahora, que proliferan como la espuma y que yo califico como ‘literatura de la mala’. ¡Exacto! Agatha. ¡Qué maravillosa mujer! 

Con Agatha Christie yo comencé a encontrar en la lectura una forma de evasión del mundo real. No fue Goethe, ni Cervantes, ni Tolstoi. Fue esta escritora de tramas policiacas la que consiguió que no oyera el ruido alrededor. No debe resultar sorprendente.

Me he dado cuenta, al cumplir años, que las personas mienten. Mienten cuando hablan de su cotidianidad, de sus aventuras, de sus inicios en la vida. Hay dos mundos paralelos, el real y el que inventamos. En función de la aceptación del mundo el real, el inventado será más exiguo. Pero en mayor o menor medida, con mayor o menor tendencia a hacer volar la imaginación, todos mentimos. Digo esto porque, cuando a un escritor le dan un premio, siempre dice que sus maestros son Cervantes y Tolstoi (el primero inventó la novela, el segundo la perfeccionó). Esta referencia es imprescindible en todo discurso de agradecimiento tras la concesión del galardón literario y sitúa al escritor en un mundo inventado, en el de las ideas y los sueños. Donde necesariamente debe estar. Porque no es malo estar y vivir entre las brumas de la irrealidad. Por favor, es importante que tengáis esto presente, es la llave de la felicidad.

Pero, como creo que ha quedado claro, muy pocos han leído realmente 'El Quijote' con diez años. Pero creer su embuste es compartir su camino hacia el país de los cuentos.  

Me disperso y me pierdo en el mundo de los cuentos. Tengo que convenceros para que leáis novelas policiacas sin parar, en el tren, en el metro, en un parque... Vamos a ello.

Pensad en un grupo de personas inglesas muy inteligentes. Si hay algún extranjero, sobre todo si es del sur de Europa o sudamericano, es un sinvergüenza, estúpido, falto de toda ética y poco conocedor de las normas de conducta británicas. Durante toda la novela - si hay alguien que cumple estas características -  se erige como principal sospechoso. Al final, nunca es él o ella, pero no porque a Agatha no lo hubiera pensado o querido, es porque su racismo hubiera sido políticamente incorrecto. Total que entre unas cosas y otras, el asesino es quien menos esperas.

Las tramas son más simples de lo que pudiera parecer, pero llegado un momento - el clímax de la novela - lo imposible de cualquier solución al misterio, hace que devorar las páginas se convierta en una necesidad vital.

Sólo una mente brillante puede llegara al meollo de la cuestión. En el caso del 'Asesinato en el Orient Express', al igual que en otras novelas, este portento de inteligencia es un detective belga. Si hay que hacer una concesión y reconocer que, de vez en cuando, un extranjero no es tan tonto; mejor que éste hable francés. Para un inglés, dado que es incapaz de aprender ningún idioma, soltar alguna palabrilla en francés en medio de una conversación es el colmo del refinamiento.

Nadie mejor que Agatha Christie ha puesto de manifiesto que, en la conquista del mundo, los británicos se han llevado el primer premio. Y eso, para mí, es un punto a su favor. Odio lo políticamente correcto, huir de lo que piensas y eres, es una forma burda de mediocridad. De ahí mi insistencia de que los mundos inventados son la clave de la felicidad. No hay que engañarse, sólo huir de la realidad.

Me alargo demasiado y no cumplo mi objetivo. Por favor, leed novelas de misterio de esta magnífica creadora de tramas imposibles. Perdonadle sus faltas, su misoginia (lo es, creedme), su racismo… Porque es ante todo una persona que intentó por todos los medios inducirnos a no escuchar el ruido de fondo.

Algún día os hablaré de un libro de arqueología…

Gracias por leerme.





El Paraíso y el Edén.

Museo del Prado. Martes 27 de Octubre 2015.

Maravillosa tarde en el Museo del Prado. Como todas.

He pensado dedicar un espacio en mi blog sólo para este maravilloso lugar.

Lo denominaré, ARTE. Intentaré relacionar las obras del Prado con algún que otro evento artístico. Y procuraré, si tengo tiempo, meterme de lleno en la obra de El Bosco.


Para esta primer entrada, y por falta de lucidez mental le cedo la palabra al ponente del martes, Pedro Azara. Quién mejor que él para sintetizar la ponencia.


M.



domingo, 18 de octubre de 2015

El Plantador de Tabaco. John Barth

Podéis verlo también en 'Guay del Paraguay'

Hago un llamamiento a aquellos que hayan vivido la época en la que sólo había dos canales de televisión, ‘La 1’ y ‘La 2’. Más sencillez conceptual, imposible. Bien, como recodaréis todas las emisiones seguían una regularidad cartesiana, y los sábados, a eso de las cuatro de la tarde, nos obsequiaban con una película de aventuras, una cada semana. Películas estupendas de las que no ha debido quedar ningún rastro en Televisión Española, porque ya no se ven. Tranquilos, no voy a poner de manifiesto que, ahora con cientos de canales, la televisión es una basura. Upppsss, lo he escrito. Pues ya no lo borro.

De entre aquellas películas había algunas que nos acercaban a la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII. Vale, no eran piezas de culto, pero lo cierto es que, además de añadir a nuestro vocabulario palabras como ‘casaca’ (siempre me ha encantado esta palabra), nos dieron a conocer a unos héroes que se abrían camino cruzando los mares y poniendo un pie en América, de una forma novelada un tanto absurda, no lo niego, pero cercana y entretenida.

Piratas crueles, piratas justicieros, amores velados, islas abandonadas en medio del océano, señores con peluca que no eran más que vulgares estafadores, y ladrones de medio pelo que resultaban ser generosos y gentiles. Aventuras y más aventuras. Puede que el mundo fuese así, plagado de coincidencias, enredos, justas venganzas, y siempre triunfando la verdad y el bien. O que nuestra inocencia de entonces nos hiciera quedarnos sólo con esto y no viésemos el descarnado teatro que realmente se representaba.

Ese teatro y esas aventuras se narran en 'El Plantador de Tabaco' de John Barth. La inocencia del protagonista, Ebenezer (Eben) Cooke, Poeta Laureado de Maryland, os va a deleitar de principio a fin. Gracias a este libro conoceréis la filosofía de Newton, la vida en Londres a finales del siglo XVII, las ciudades sin ley de Maryland y - me atrevo a decir - del resto de los incipientes Estados Unidos, luchas de religión y entre indios y europeos, costumbres caballerescas y lengua inglesa.



Hablando de caballeros, ¿recordáis cuando nos hablaban del Quijote en el Colegio? Nos enseñaban que su importancia radicaba en su genial trama y en que Cervantes había dado forma a la novela moderna, tal y como hoy la conocemos. Pues bien, este libro es un claro ejemplo del primer matiz. Eben es, al igual que Alonso Quijano, un anti-héroe. Los desvalidos y repudiados por la ley, son gentes de bien, llenas de generosidad. Modelos a seguir, 'quijotes' estrafalarios. Las 'putas', palabra que Barth usa sin rubor, son el eje conductor de gran parte de la trama. En el segundo capítulo del Quijote, cuando éste sale por primera vez de su tierra, sólo unas mujeres de mala vida son capaces de sentir conmiseración hacia él. Mientras que sacerdotes y caballeros apalean al pobre anciano sin piedad. Creo que el autor tenía este pasaje en su cabeza cuando escribía 'El Plantador de Tabaco'. Eben sale por primera vez en su vida de Inglaterra con rumbo hacia Maryland para ser engañado y despojado de sus bienes e inocencia una y otra vez.

Al igual que en el caso de Alonso Quijano, las únicas armas de Eben son sus sueños y sus fantasías. No es tonto, sólo un soñador que ve el mundo tal y como lo veíamos nosotros en las películas de los sábados por la tarde.

No puedo acabar sin alabar la traducción de Eduardo Lago. Matrícula de honor. Para mí el traductor es tan importante como el escritor. En este caso me atrevería a afirmar que la traducción es mejor que el texto original. Impregna cada párrafo de sensibilidad y conocimiento. Palabros, arcaísmos y tecnicismos están magistralmente utilizados. Para llorar de emoción al leerlo.

Os animo a leer el libro y a intimar con Eben Cooke. Retrocederéis en el tiempo de una forma maravillosa.

Madrid, Octubre 2015.

sábado, 10 de octubre de 2015

Una Saga Moscovita -- Vasili Aksiónov

Podéis ver el artículo publicado en la edición on-line de Guay del Paraguay.

Una novela que yo califico de ‘Literatura de la buena’. Recomendable de principio a fin. Muy bien traducida por Marta Rebón, lo que se agradece infinito. Al hilo de esto último, por si no lo sabéis, las mejores novelas en lengua rusa que manejamos son traducciones del francés, inglés o – en el caso de ‘Doctor Zhivago’ – del italiano.

En los últimos años se están publicando de nuevo los clásicos rusos de los siglos XIX y XX directamente volcados al español. Con excelentes resultados, como es el caso de Anna Karénina, traducido magistralmente, con varios premios en su haber, por Víctor Gallego. Si no habéis leído este libro, es un momento excelente para hacerlo.

Pero vamos a adentrarnos en la novela. Durante muchos años, tras la Segunda Guerra Mundial, los grandes premios literarios estuvieron copados por escritores de izquierdas, abiertos defensores del Comunismo en todas sus manifestaciones. ¿Por qué? Hay dos razones básicamente, la primera es que la única referencia visual terrible de la contienda había sido el nazismo. Nazismo y fascismo iban de la mano, así que todo lo oliera a una de estas corrientes de pensamiento, cuanto más lejos, mejor. La segunda era que los horrores y masacres del comunismo eran – desgraciadamente – silenciados. Los escritores rusos disidentes eran purgados o, cuando no era posible, porque el sujeto en cuestión había alcanzado cierta fama y su eliminación podría dañar la maquinaria de la propaganda, como Boris Pasternak, debidamente aleccionados y despojados de toda dignidad humana.

Algunos lograron escapar y contar lo que habían vivido en primera persona, como Vasili Aksiónov, el autor de ‘Una Saga Moscovita’. Ya en Estados Unidos tuvo el valor de contar las miserias y horrores de las purgas estalinistas o cómo llegamos a convertirnos en alimañas capaces de despojar de toda voluntad a nuestros semejantes, amparados en una gran mentira y nuestra propia maldad innata. Nadie está libre de cometer estos pecados.

Pero, al igual que las traducciones al español de los libros en ruso, no ha sido hasta épocas recientes cuando se han publicado estas obras. No era políticamente correcto debatir ciertas verdades. No queremos conocernos a nosotros mismos, diría yo.

Tras esta larga introducción, creo que ya intuís el argumento del libro. La vida de una familia moscovita durante la época en que Stalin detentó el poder. Comienza en 1925 y concluye en 1953. Un grupo de seres humanos llenos de esperanzas, de espíritu crítico y, por qué no, de debilidades, que comienza a caer en un torbellino de desesperanza y destrucción del que logra salir más o menos indemne.



Como todo gran libro, no pierde ni una pizca de actualidad lo leas cuando lo leas. Reflexionaréis, al ir avanzando en sus páginas, sobre las grandes amenazas que siempre han existido y que no cesan. Cito de corrido, guerra, ambición desmedida, mediocridad, maldad, nacionalismo como herramienta para la xenofobia, mezquindad, ausencia básica de principios, ceguera, falta de espíritu crítico, incapacidad para sentir conmiseración por nuestros semejantes… Tengo que parar, pero por falta de espacio y tiempo. Pero hay millones de adjetivos horrendos para ilustrar la idea.

Si finalmente os animáis a su lectura, no sólo os adentraréis en las vidas de personajes de ficción, es decir, la familia Grádov, sino también de otros que existieron para sonrojo de la historia. El propio Iosif Stalin, Lavrenti Beria, Nikolái Yezhov … Por favor, sin falta mirad ahora mismo la biografía de estos individuos, vais a temblar de miedo. El mismo miedo que sentiréis si os ponéis en el pellejo de estos hombres y mujeres que aparecen en la novela y que tuvieron la desgracia de nacer en una época terriblemente convulsa.

Lo dicho, disfrutadla. 

Hombres buenos. Arturo Pérez-Reverte

Podéis ver mi crítica en la edición on-line de Guay del Paraguay.

Tras estos meses en los que no he tenido ocasión de compartir mis impresiones literarias con vosotros, y en los que – reconozco – os he echado de menos; retomo este espacio para desgranar uno de los best-sellers en lengua castellana del 2015. ‘Hombres Buenos’ del Académico de la Lengua Española Arturo Pérez-Reverte.

No sé si sois seguidores de sus colaboraciones periodísticas (http://www.perezreverte.com/prensa/patentes-corso/)... A ver cómo las describiría. Chisposas, chirriantes, controvertidas y críticas hacia cualquier manifestación de incultura. De él es la frase: ‘España es un país gozosamente inculto’. No sé si esto lo podríamos trasladar al resto de países de habla española. No tengo elementos para juzgarlo, prefiero pensar que no. Eso me haría inmensamente feliz. Lo de España no tiene nombre.



Pérez-Reverte teje personajes como nadie, domina el lenguaje de forma magistral. Sin llegar al enrevesamiento de otros escritores, que nos hacen perdernos en una maraña de términos, nos acerca tiernamente a la vida y sentimientos de dos Académicos de la Lengua Española, el bibliotecario Hermógenes Molina y el brigadier Pedro Zárate y Queralt. Estos dos ‘Hombres Buenos’, viajan a París en el año 1781  para conseguir de forma casi clandestina los 28 volúmenes de la Encyclopédie de D'Alembert y Diderot, representando ésta el paradigma y guía de todo el saber de la época. Huelga decir que la Encyclopédie era un libro prohibido en España. Nada sorprendente, los gobernantes mediocres y tontucios – en España se cuentan por decenas en el devenir de su Historia – han alejado del saber al pueblo porque, cuanto más simple sea éste, más fácilmente manipulable es.

A lo largo del libro comparten la amargura y decepción constante al ver que España es un país inculto y ciego al progreso. ¿Os resulta familiar? Si, efectivamente, igual que en el siglo XXI. Esta es la moraleja del libro, no hemos aprendido nada. Menos mal que existen y han existido ‘Hombres Buenos’.

No quiero entrar en más detalles sobre personajes y vicisitudes, me conformo con plasmar en estas líneas lo que creo que Pérez-Reverte quiere hacernos ver. Sólo una puntualización más, cuando os sumerjáis en las aventuras parisinas de nuestros personajes, juzgad por vosotros mismos si París, a escasos años de comenzar la Revolución Francesa, es un mundo tan fascinante y culto como nos han hecho ver.

En mi próxima entrega quizás os hable de fútbol. Estoy pensando que,  como empieza la Liga, seguro que se publica algún libro que merezca la pena al respecto.


¡Feliz regreso de vacaciones! Y leed el libro, por favor.

viernes, 9 de octubre de 2015

El Enigma del Convento.

Edición Impresa Guay del Paraguay. Diciembre 2014.



¿Cómo presentar ‘El Enigma del Convento’? Usaré una frase del propio escritor “Es una novela de corte histórico, minuciosamente estudiada, que habla sobre la tremenda fractura que significan las independencias”. Una descripción de España a comienzos del siglo XIX, en la que, si lográis captar el mensaje en toda su intensidad, os dará que pensar.
Vamos a ponernos en situación, el siglo XIX fue clave para el desarrollo de Europa. Las grandes potencias industriales se desarrollaron a un ritmo vertiginoso, ampliaron sus horizontes y  sentaron las bases de las relaciones futuras con sus Colonias. Lo que pasó en aquellos cien años marcó la hoja de ruta del siglo XX.
España no pintó nada, desapareció del mapa. Y lo que es peor, emponzoñó su relación con países hermanos de América y se hundió en el abismo más profundo que imaginarse pueda.
¿Por qué? Para contestar a esta pregunta, id a 'Google' y escribid una de estas dos cosas, ‘Rey Felón’ o ‘el peor monarca europeo de la historia’. Haced la prueba. El único nombre que aparece es el de 'Fernando VII'. 
Cuando España y América necesitaban a un estratega de primera línea, tuvieron a un monarca idiota en el poder. Las consecuencias de su reinado aun se dejan sentir. Creedme, si pensáis que el monarca actual debe irse, es que no conocéis bien a su antepasado y sus dislates esperpénticos.
Teniendo todo esto en mente, Jorge Antonio Benavides teje esta historia entre dos mundos bien distantes. Madrid, la capital del Reino de España y Arequipa, en el Virreinato de Perú.
En Madrid, los fieles al Rey Felón, controlan todos los resquicios de una sociedad que quiere ser moderna, pero que se ahoga sin remedio en un abismo de terror y sinsentido. En Arequipa, se gesta la independencia del Perú.
Consecuencias, la independencia de los países del otro lado del Atlántico resultó un desastre, que provocó guerras, sangre e incomprensión. Asumámoslo, en España con los reyes no hemos tenido suerte.
Las dos historias y personajes que se mueven entre Perú y España, acabarán juntándose en un mismo punto. El del misterio que se esconde en el Convento de Santa Catalina en Arequipa (de ahí el título). Una monja con un pasado que quiere olvidar y tres españoles variopintos, unirán sus cabezas para descifrar algo que puede cambiar la historia de América.
No puedo revelar el secreto, porque está justo en la última página.
Siempre he creído que América y España son partes de un mismo mundo y que, por culpa de seres como Fernando VII y otros que no nombraremos, lo hemos olvidado. El escritor es peruano, pero su conocimiento de mil detalles de esa España oscura, demuestran un cariño hacia unos lazos que deberíamos tener siempre presentes. Y como él mismo dice ’las independencias no son tan claras’
Leedlo. Y reflexionad sobre lo que os he comentado.

El Huérfano. Adam Jonhson.

Publicado en la Edición Impresa de Guay de Paraguay en Noviembre 2014.

====

A punto de acabar el año 2014. ¡Puf! Momento de reflexiones varias y de hacer balance de lo que hemos conseguido en estos últimos meses. ¡Desastre total! En fin, somos humanos.
Primera en la frente. No nos desanimemos. Siguiente pregunta que nos haremos, ¿qué ha conseguido la humanidad en su conjunto en los últimos doce meses? Por favor, permaneced lejos de las ventanas, podríais caer en la tentación de lanzaros al vacío si hacéis un análisis en profundidad.
El pesimismo nos invade. Es normal, el futuro no pinta bien. 'Y peor que va a pintar', dice algún cenizo que otro. Haced oídos sordos a los pesimistas y a los tóxicos, siempre hay que buscar un resquicio para la esperanza.
Pues veréis, somos afortunados, sé que es difícil interiorizar esta certeza. Pero sí, lo somos.
Imaginad por ejemplo un mundo en el que un locuelo decide hasta el más mínimo detalle de vuestros destinos, un perturbado que crea un paraíso de felicidad ficticio en el que se acaba luchando por una supervivencia esperpéntica. Años y años de adoctrinamiento cuyo resultado es simplemente espantoso. Los represaliados no piensan, y los que están en el lado de los privilegiados no creen hacer mal cuando condenan a los demás a una existencia miserable.
Imaginad vuestra vida teniendo latas de alimentos envenenados en la despensa para suicidaros y matar también a vuestra familia, en caso de que el aparato de Poder venga a vuestra casa.
Imaginad a un huérfano llamado Jun Do que cumple órdenes sin rechistar. Raptor de inocentes en las costas de Japón, mediador en planes esquizoides en Texas. Jun Do acaba, por caprichos de la propia absurdez, en un campo de reeducación, donde el ser humano se convierte en una bestia. Después, tras una lucha rocambolesca, llega a ser un personaje relevante en Corea del Norte, el Comandante Ga. Con ello conoce al amor platónico de su vida Sun Moon. Amor extraño pero real. Porque no todas las historias de amor son iguales.
Finalmente acepta su destino con indiferencia. Logra disciplinarse hasta el punto de que el resultado de las órdenes que ejecuta su cuerpo son el inverso a lo dictado por su voluntad.
El Poder del que emanan las órdenes es en sí mismo esperpéntico y absurdo.
Leed ‘El Huérfano’ de Adam Johnson y entenderéis por qué somos afortunados, aunque nuestro mundo sea injusto, intolerante, duro, ineficaz, ruin, perverso, diabólico incluso. Veréis que al menos, cuando empieza un año, podemos marcarnos objetivos de forma individual, sin que haya alguien que decida cada pequeño detalle de nuestra existencia. Esto no lo valoramos, lo damos por hecho, y con ello estamos tentando a la suerte.




El Jilguero. Donna Tartt

Publicado en la Edición Impresa de Guay del Paraguay en Octubre de 2014.

======


Antes de iniciar un viaje escojo - no sin cierta tensión - una novela que cumpla alguno de los siguientes requisitos, a saber, el escritor debe ser nativo de las tierras a visitar o el libro describir alguna particularidad del lugar, o las dos cosas.
Siempre novela, el ensayo no es para los viajes. Diez horas de avión en la compañía de 'Los Reyes Godos' se me antoja una tortura.
Hay países que presentan algún problemilla, no existen traducciones de best-sellers armenios o estonios, por poner un ejemplo. Clásicos traducidos, bueno, ya ni busco. Leerlos en inglés me cuesta y, llegados a este punto, casi prefiero la compañía de los Reyes Godos, pero en español.
Esto no pasa cuando vas a los Estados Unidos, su maquinaria para producir títulos es pasmosa, inalcanzable diría yo. Pero es importante tener en cuenta que, como todo allí es 'a lo grande', resulta complicado separar la paja del trigo. Es decir, la bazofia de lo realmente bueno.
Dicho esto, hace cosa de un mes viajé a Nueva York y ¡vaya por Dios!  el Premio Pulitzer 2013, 'El Jilguero', se ajustaba como un guante a mi objetivo de pasear bajo el brazo con algo que me enseñara a ver Nueva York con los ojos de un nativo.
 
No era la primera vez que visitaba la ciudad, la conozco bien. Como toda gran urbe, no hay ni un sólo resquicio para la piedad, pero es absolutamente fascinante.
'El Jilguero' es el mejor ejemplo de la vida en la Gran Manzana, su autora - Donna Tartt - teje una historia de transición entre la infancia bruscamente terminada, la adolescencia tortuosa, teñida de abandono y la madurez histriónica, que no tiene otro objetivo que demostrar que la vida nos lleva donde ella quiere. Nos controla como a marionetas, nunca es al contrario.
Como todo estadounidense, escribe como si todo principio vital, toda contingencia habida y por haber, se basara en un modelo típicamente de allí. Es un defectillo suyo, una especie de soberbia. El autor americano asume que cualquiera que lea sus libros tiene que comprender a la fuerza cada uno de los pequeños detalles que describe. Y creedme, para una sociedad tan particular y original como la nuestra, no siempre resulta fácil desentrañar y entender este tipo de libros, tan de Park Avenue. Tan ‘newyorkinos’.
No obstante recomiendo su lectura, porque, aunque la vida casi nunca es un camino de rosas, hay cortos periodos de tiempo en los que las relaciones son mágicas, y quedan grabadas tiernamente en la memoria. En el Metropolitan Museum of Art, pensaba en la madre del protagonista, Theo Decker, en su amor al arte y a su hijo y en los sacrificios que no lo son, porque trascienden siempre hacia el infinito, y no se borran. Pase lo que pase.


Extrañas similitudes.

Publicado en la Edición Impresa de Guay del Paraguay. Septiembre 2014.
Cien años después del comienzo de la Primera Guerra Mundial.
---

Queridos todos, soy consciente de que mi percepción sobre el fútbol levantó alguna ampolla. Pese a todo me reafirmo en mi opinión, palabra por palabra. Con el Mundial de Fútbol de Brasil en la memoria, pensad en lo que leímos y vimos aquellos días. Y entenderéis por qué el ser humano alcanza cotas que denominaré de ‘absurdo absoluto’.
España fue de las primeras selecciones en venirse a casa, tras un ridículo descomunal (no sé si existe precedente, poco importa). Pues bien, al día siguiente de su eliminación, leyendo algunos artículos, me sorprendieron dos cosas, una, a lo que dedicaron el tiempo en el avión de vuelta, a jugar al parchís. Dos, al llegar a Madrid, se mostraron distantes con la gente, despectivos. Conclusión: Incultos y mercenarios de la peor especie.
Otra de las cosas sorprendentes fue el odio que – con las masas convenientemente agitadas y manipuladas – aflora irracionalmente. ¡Las barbaridades que pude leer en medios varios! Incluidos los Estadounidenses, donde no existe una tradición futbolística. La eliminación de Brasil por seis goles de diferencia generó ríos de tinta, comentarios racistas y despectivos, que venían de periodistas nativos de países que ni tan siquiera estaban en la fase final del Mundial. ‘Es nuestra oportunidad de sentirnos superiores, de mofarnos de estos lelos’.
Dicho lo anterior, me viene a la cabeza el Centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Creo ver cierta similitud entre la rivalidad futbolística entre naciones y el despropósito de una guerra. Es tan fácil provocar disturbios cuando Messi no marca un gol, que, si durante meses te han dicho que eres nativo de un país donde los hombres son mucho más inteligentes y con potencial para dominar al mundo, convencerte para que te metas en una trinchera llena de chinches y con menos de veinte años te mueras en medio del caos absoluto sin pena ni gloria, debe ser coser y cantar. Recordad que la guerra estaba alentada por el nacionalismo más exacerbado.
Empiezo a divagar y tengo que recomendaros un libro. Puesto que he mencionado la Gran Guerra, os recomiendo que leáis ‘Nos vemos allá arriba’ de Pierre Lemaitre. Sin ser una pieza literaria que vaya a pasar a la historia (a pesar de haber ganado el Premio Goncourt), es un libro que intenta reflejar los males que aquejaban a la sociedad de post-guerra y que – cien años después – son tan cotidianos que ya ni reparamos en ellos. Los falsos héroes, las generaciones perdidas y lo que se esconde de miserable en toda gran gesta.
Feliz vuelta al trabajo a todos y por favor, leed, leed, leed. Es clave para seguir apostando por un mundo mejor.



Fútbol y Literatura (Mayo 2014)

Edición impresa Guay del Paraguay. Mayo 2014. Justo antes del comienzo del Mundial de Fútbol Brasil 2014.
. 

Debo confesar que no me gusta el fútbol. La palabra adecuada sería ‘espanto’, me espanta. No creo que haya nada más embrutecedor. Me consuela saber que a un grande entre los grandes, como Jorge Luís Borges tampoco le gustaba, ‘es un juego para mentes estúpidas’, dijo. ¡Gracias maestro!
Haré un resumen rápido de lo que yo veo en el fútbol, para luego centrarme en la literatura. Veamos. Los jugadores son, en su mayoría, menores de treinta años, no han leído un libro en su vida, apenas saben hilar dos frases y llevan su cuerpo cubierto de tatuajes absurdos. Para colmo, cobran cantidades de dinero indignas y rara vez se dejan la piel (tatuada) en el campo. Su corta inteligencia no les permite ni un resquicio de misericordia hacia los hinchas. Son mercenarios de la peor especie.
Estos mercenarios llevan al llanto y al paroxismo a los humanos, colapsan ciudades y hasta provocan muertes.
No hay un solo día del año en el que no haya fútbol. Hay una industria de invención de torneos que no para de innovar, aquí reconozco un mérito inmenso. ¿Puede haber algo en el mundo más machacón? ¿Algo que pueda poner a prueba a la mente humana de una forma más ruin? Se asemeja ya al tormento de la gota malaya.
Pero vamos a centrarnos, que esto es un espacio literario. Viendo la final de la Champions por obligación, me preguntaba cuántos libros de fútbol hay que puedan calificarse como ‘buena literatura’. Difícil pregunta. Ha resultado ser una investigación complicada, las dos áreas no son afines, y los escritores de renombre no suelen manifestar abiertamente que les interesa esta sinrazón. Excepto en contados casos como el de Javier Marías en su libro ‘Salvajes y Sentimentales’, el tono es de cautela o incluso de escepticismo.
Ninguno de los libros está escrito por una mujer, ninguno. Creo que les costaría abrirse camino en este tipo de literatura y por eso ni se molestan en redactar nada que tenga que ver con el ‘deporte rey’, ¡Qué frase!¡Qué frase!’El deporte rey’, me da la risa.
En fin, recomendaré tres libros que he ojeado estos días y que sí creo que merece la pena dedicarles un rato: el ya comentado de Javier Marías, Crack de Augusto Roa Bastos y El Fútbol a Sol y sombra, de Eduardo Galeano.
Muy importante. Evitad leer las tácticas futbolísticas de Jorge Valdano si no queréis acabar en el manicomio.
Así que ahora que comienza el Mundial de Brasil, ¡Socorro!, os dejo estos títulos para aprovechar algo el tiempo entre partido y partido.




El realismo mágico y el premio Cervantes 2014.

Nota: Este artículo fue publicado en Abril de 2014 en la edición impresa del Periódico Guay del Paraguay.
De ahí que (aunque publicado en este Blog en Octubre de 2015) haya preferido mantener su formato tal y como se redactó entonces.
-------
Este mes de abril ha sido muy señalado para la literatura en español. Noticias tristes como la muerte de Gabriel García Márquez se han casi solapado con la entrega del Premio Cervantes a una mujer mejicana, Elena Poniatowska, que con su traje colorado y su desparpajo dejó bien claro que el encanto que emana de algunas personas, cubre de armonía y luz todo aquello que tocan.

Todos los periódicos, cuando hablaban de ella, decían que estaba emocionada y nerviosa, no era para menos, sólo cuatro mujeres han recibido el galardón. Sólo tres antes que ella habían elevado su voz para hablar sobre los sueños, sobre la literatura, sobre el poder de palabra y sobre lo maravilloso que es soñar, porque dejar de soñar es morir, dejar de leer es no existir.

‘Mi madre nunca supo que país me había regalado cuando llegamos a México en 1942 (…) Llegamos a la inmensa vida de México, al pueblo del sol. Desde entonces vivimos transfiguradas y nos envuelve entre otras encantaciones, la ilusión de convertir fondas en castillos con rejas doradas’, leyó Elena Poniatowska en Alcalá de Henares. Consciente o inconscientemente reveló el origen de ‘El Realismo Mágico’. Porque siglos después de que don Quijote convirtiera las fondas en Castillos y los molinos en gigantes, los Buendía esparcieron su propia magia en medio en Macondo.

La magia del los Buendía, es la magia de los que – como don Quijote – huyen del realismo arrasador que los envuelve. Cuando Melquiades inspira a los niños Buendía, la familia medra y sus ilusiones construyen mundos maravillosos en la selva. Hasta consiguen engañar a la muerte.  Cuando la civilización se asoma a ellos, la lluvia, el progreso en forma de trenes y las compañías bananeras, acaban con todo.

García Márquez, al recibir el Nobel en 1982, mostró una América Latina diferente, llena de contrastes y de miserias. Una realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria (…). Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, dijo Gabo teniendo a Úrsula y a Macondo en la cabeza. Se sentía orgulloso de caminar al lado de los ilusos, los candorosos, los destartalados, los que resisten montados en Rocinante, como la ganadora del Cervantes de este año.


Mucho he leído estos días sobre García Márquez, algunas cosas, estoy segura, le hubieran abochornado, avergonzado y disgustado. Todo lo que nos rodea es tan complejo que tendemos a reescribir lo que está escrito y a interpretar lo que simplemente es magia. Por eso al igual que Gabo, seguiré buscando una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.


La verdad sobre el caso Harry Quebert” de Joël Dicker

Las editoriales llevan años bombardeándonos con libros de intriga, en su mayoría bastante flojos. Cuando lees la última página de alguno de ellos, si es que consigues llegar a ella, tienes la espantosa sensación de no haber aprendido nada y haber perdido el tiempo.
No es el caso “La verdad sobre el caso Harry Quebert” de Joël Dicker, un soplo de aire puro dentro de su género. El reclamo es muy simple: Nola, una niña de 15 años desparece misteriosamente el último día de agosto de1975. Treinta y tres años después, sus restos, enterrados todo ese tiempo, emergen a la superficie. La atención del lector, a partir de ese momento, se centra en saber quien la mató y por qué, pero ¿cuál son los otros misterios ocultos detrás del crimen?


El más importante y fundamental es  lo que sucedió a lo largo del verano de 1975. Nola logra encumbrar a Harry como uno de los mejores escritores de América, con un único recurso, su generosidad. El descubrimiento de lo que pasó te llena de tristeza y congoja ante lo injusto de su destino.
Otro de los misterios del libro es el contraste entre Aurora y Nueva York. El primero, un pueblo costero de New Hampshire donde nunca pasa nada, hasta que pasa, y la segunda,  rutilante y desalmada gran ciudad, donde el dinero siempre está en movimiento y no repara en víctimas. Abogados, periodistas y empresas editoriales donde el talento del escritor queda en un segundo plano.
Dentro de las casas de Aurora encontramos a los prototipos más simples de la maldad humana. Personas que engendran envidia, rencor, fanatismo, ceguera y todo aquello que nos hace ser minúsculos. Todos ocultan algo, todos sin excepción. Su mezquindad y su estrechez de miras, ayudarán, sin ellos pretenderlo, a la resolución del misterio.  
Se nos dará a conocer la amistad entre el escritor de la novela Marcus Goldman  y Harry Quebert, alumno y profesor. Un vínculo profundo que se llena de matices y que necesariamente da un giro brusco porque como – casi siempre sucede – nada es lo que parece.
Ahí queda mi reflexión. Disfrutad del libro de Nola y Harry, de su amor. Si, aunque a veces cueste creerlo, el amor y la amistad verdaderos existen. Aunque haya pastores fanáticos, policías corruptos, editores sin escrúpulos, personas atormentadas y vengativas y un largo circo de seres nocivos que entierran a Nola durante treinta y tres años.

El héroe discreto. Mario Vargas Llosa


La mayoría de los escritores contemporáneos laureados que he leído conocen su oficio, escriben bien. Pero LITERATURA (con mayúsculas), esa que además de engancharte, enseñarte, hacerte pensar, pero sobre todo descubrir lo inconmensurable que es la palabra escrita, en este caso en español, esa LITERATURA, sólo la sabe llevar a buen fin Mario Vargas Llosa. Pocos más. 

De una forma concisa, pero rotunda, desgrana el día a día en la vida de dos hombres en su madurez, Felícito Yanaqué e Ismael Carrera. Dos historias que finalmente se solapan para poner de manifiesto algunos de los males del mundo moderno y los peajes que hay que pagar por el desarrollo en un Perú que crece y se sacude la pobreza, pero que - al mismo tiempo - no puede liberarse de sus problemas endémicos, como la corrupción y la solidaridad mal entendida. 

La corrupción, el progreso y sus víctimas dentro de un mundo boyante que reposa en la falta de honor y dignidad, por las que luchan Felícito e Ismael. El primero lleva estas consignas grabadas a fuego. El segundo simplemente siente un odio justificado hacia lo que debería querer, y en su espiral de destrucción genera efectos colaterales.

Vargas Llosa ha presumido de ser un librepensador, nunca ha comulgado con los populismos. Lo dejó claro en su discurso con motivo de la entrega del Premio Nobel, así como cuando esgrime que Perú y España son dos caras de la misma moneda. En este libro todos estos tópicos se exponen de forma lúcida y sin sombras. Él tiene el privilegio de poder decir lo que opina sin tapujos, porque ya ha conquistado su lugar en el mundo.

Este libro tiene, sin embargo, algún pero. No es de sus libros más elaborados, quizás para recordar tiempos mejores introduce personajes del pasado. Lejos quedan títulos como 'La guerra del fin del mundo', donde el detallismo a la hora de describir a los personaje resulta en algunos casos apabullante y donde el círculo de la trama y los protagonistas se cierra de una forma fatal, pero mágica. En 'El héroe discreto' quedan cabos sueltos, uno de los personajes desaparece, repentinamente justo al final de la trama, sorprende que Vargas Llosa no sea capaz de cerrar el círculo.


Dicho todo lo anterior, por favor, leed el libro. No hay muchas ocasiones en los tiempos que corren de tener algo así entre las manos.